Por | 26/10/2021 | Racismo y opresión capitalista
Lilian Thuram, futbolista campeón del mundo con Francia, activista y autor del libro El pensamiento blanco, explica cómo el color de piel se ha convertido en una categoría política, una identidad creada con carga histórica y forma de pensamiento
PARÍS, FRANCIA.- Si pronuncias el nombre de Lilian Thuram en Francia terminarás, invariablemente, ante dos situaciones:
Una, el recuerdo casi épico de la semifinal Francia-Croacia del Mundial de Futbol Francia 98, donde Thuram anotó los dos únicos goles que llevaron a la selección francesa a la ansiada final ante Brasil para, posteriormente, ganar el partido y alzarse con la Copa del Mundo, triunfo que marcó a una generación en el reconocimiento de una Francia multicultural, tal y como lo era -y es- su variopinta selección.
Y dos, la faceta política de Lilian, la del activista, la del exjugador que en el tema del racismo se ha ido hasta la cocina en Francia al tocar fibras sumamente frágiles que ponen sobre la mesa una dura interpelación hacia lo que llama “el pensamiento blanco”.
Y así, El pensamiento blanco, es como se titula su más reciente libro (Memoire d’encrier, 2020), un ensayo donde Thuram explica cómo el color de piel se ha convertido en una categoría política, una identidad creada con carga histórica y forma de pensamiento. Sobre estas reflexiones conversó para Pie de Página.
“No se nace blanco, se hace uno blanco”
—En tu libro hablas de no confundir ser blanco con el pensamiento blanco, ¿por qué la distinción?
—El pensamiento blanco no es el pensamiento de todas las personas blancas sino un pensamiento del mundo. Es decir, cuando hay dominación recibes una educación a través de la mirada de quien domina, terminas por asimilar su discurso. Es por eso que digo que el pensamiento blanco es poderoso, educa a las personas no blancas a pensarse inferiores, menos aptas.
Thuram, de 49 años, campeón del mundo con Les Bleus en 1998 y de la Eurocopa dos años después, en el 2000, destacó también como defensa, central y lateral en clubes europeos como el Barcelona, AS Monaco, Parme AC y la Juventus.
Como parte del seleccionado multiétnico que dio a Francia su primer título del mundo, Thuram experimentó el racismo que ciertos sectores de Francia expresaron durante ese certamen y que sigue repitiéndose en la actualidad: “hay demasiados negros” en el equipo nacional.
Con este tipo de señalamientos creció en Francia Thuram, quien nació en Guadalupe, una isla más próxima a República Dominicana que a la propia Francia, territorio al que pertenece desde fines del siglo XVII.
Luis XIV, el rey Sol, estaba al trono cuando Francia ocupó la isla caribeña, y llevó como esclavos a oleadas de personas africanas (lo que más tarde sería Senegal y Guinea) para trabajar en las plantaciones de caña de azúcar y tabaco. Actualmente, la isla sigue perteneciendo a Francia en lo que administrativamente se le conoce como “departamentos de Ultramar” francesa, con representación política en el congreso.
Lilian se asume orgulloso nieto de aquellos esclavos y una hechura política del racismo que vivió pero que supo afrontar, cuestionar y desarmar para la construcción de su propia identidad.
A los nueve años el pequeño Thuram dejó Guadalupe para mudarse a París, Francia, junto a sus hermanos y su madre, quien trabajó limpiando casas. Sobre esos primeros días en Francia, Thuram recuerda notar las diferencias entre ser blanco y no serlo: “Veía unos dibujos animados en los que aparecían dos vacas. Una negra, muy estúpida, y una blanca, muy inteligente.” Igual, sus amigos de la escuela lo encajaban en la categoría de “negro”. “Le pregunté sobre ello a mi madre y me dijo: ‘Es así, son racistas’.”
—¿Por qué la piel deviene una categoría política?
—Hemos sido educados con la idea de que hay supuestas razas y que hay jerarquías entre estas. Y sin importar que esté en África, Asia, América, hay pensamientos que crean identidades vinculadas al color de la piel. Esté en Francia, México o Guadalupe, está la idea de que ser blanco es mejor. No es justo tener privilegios por cuestiones de la piel.
Un retiro político
A diferencia de tantos jugadores de futbol que optan por el apoliticismo, Thuram ha fijado su postura política y social desde que estaba en la cancha, convicción que se ha mantenido y reforzado desde 2008, cuando decidió retirarse justo cuando aseguraban que entraría al club Paris Saint-Germain.
En vez de convertirse en director técnico o comentarista deportivo de algún canal televisivo, donde habitualmente terminan muchos de sus compañeros de campo, Lilian optó por el activismo y creó su fundación, llamada “Educación contra el racismo”.
Para él, la importancia de la educación sobre los orígenes es una herramienta invaluable. En 2007, aún como jugador, fue invitado a una escuela primaria del sur francés en el marco de una jornada de defensa de la lengua catalana: “Para que los niños sean adultos responsables y abiertos a otras culturas, hay que enseñarles primero a amar la suya. Es importante que puedan defender su cultura y hablar la lengua de sus abuelos”.
El futbol es una plataforma de proyección sinigual. Y Thuram lo sabe y lo aprovecha. Su persona, su discurso y sus interpelaciones no pasan desatendidas en Francia. Levanta adhesiones, polémicas, molestias.
Por el momento no milita en partido alguno ni ha aceptado cargos públicos, aunque acepta que quizá algún día lo haga pues para él hacer política significa un acto noble.
Durante su presidencia, Nicolas Sarkozy lo invitó a ser su ministro de la Diversidad, pero Thuram rechazó la invitación por las evidentes diferencias políticas que tuvo y aún tiene con el expresidente francés.
El “descubrimiento” de América
Durante la entrevista con Pie de Página es imposible no hablar con Thuram sobre la construcción del relato del “descubrimiento” del “Nuevo Mundo”, América, por parte del “Viejo Mundo”, Europa, y de sus actuales significados.
“El ejemplo de Cristóbal Colón habla por sí mismo. Desafortunadamente no sólo es Francia: en África y Asia también dicen que Colón descubrió América. Es muy importante deconstruir esta narrativa. Decir ‘¿Ustedes escucharon el discurso de las personas que estaban en la playa cuando desembarcó Cristóbal Colón? Porque ellos no dicen que Colón descubrió América’. Es importante para combatir el eurocentrismo”, dice enfático Lilian.
“Vemos que durante siglos se ha construido un discurso legitimador de la violencia de la colonización, que es normal que España haya colonizado, que es normal que se haya esclavizado gente nativa y se haya esclavizado negros (…) Por eso es importante comprender que cuando se dice ‘eres blanco’, ‘eres negro’, atrás hay un discurso histórico que lleva a esta racialización y jerarquización del color de la piel.”
La plática con Thuram se dio antes de anunciarse el retiro de la estatua de Cristóbal Colón sobre Paseo de la Reforma en la Ciudad de México. Lo que sí pudimos comentar fue sobre la obsesión de cierta parte de la sociedad a querer blanquearse, ya sea física o culturalmente, donde México no es la excepción. Cuando le explico a Lilian el término whitexican, la carcajada le brota de manera natural…
—Para que este pensamiento blanco que analizas en tu libro exista, se necesita la contraparte, un pensamiento dominado, adecuado al dominante. ¿Cómo funciona este otro pensamiento?
—Nunca he ido a México pero estoy convencido de que en México también existe la idea de que mientras más blancos, mejor. Y eso está por todo el mundo, eh. Yo soy de Guadalupe, una isla que conoció la esclavitud y es exactamente la misma cosa. Los de las Antillas integraron este discurso: entre más oscura la piel, menos bien visto eres. Entonces, lo que me dices no me sorprende. En libros escolares, en películas, está este modo de pensar que Europa es superior, que los blancos son superiores, que las mujeres entre más blancas más bellas, que entre más te pareces a un europeo más se te respeta. Es la historia del mundo. Reproducimos esquemas de pensamiento sin reflexionar. ¿Tú sabías que en Francia hasta 1950 aprendíamos en las escuelas que había razas superiores y que la mejor era la blanca?
“Sus camiones van más rápido que nuestros pies”
Lilian se refiere al folleto escolar El Tour de Francia por dos niños, un breve texto escrito en 1877 por la pedagoga Augustine Fouillée y cuya meta era incentivar en las nuevas generaciones (se leía en quinto año de primaria) el respeto a la identidad francesa.
Hojear este manual, a la distancia de los años, es una inmersión en la propaganda colonial abiertamente racista de la época:
En algún momento del cuaderno escolar, Julien y André, los niños que hacen la gira por Francia, visitan el Jardín de Plantas de París, símbolo de las conquistas coloniales de entonces. Observan las plantas y animales extraños que se exhiben, “feroces” y “exóticos”, muchos incomprensibles para ese par de niños franceses. Explica el folleto: “Nos esforzamos por transportar y traer a casa plantas y animales que sean útiles o agradables. Tomamos prestada de países extranjeros su riqueza para embellecer la patria”.
En otro de sus pasajes se lee, literal, que “la raza blanca es la más perfecta”, argumentando su dicho bajo los criterios racistas típicos del darwinismo social.
Este folleto se imprimió de manera continua hasta 1950, aunque la verdadera última edición se dio en 1977, cuando se le hizo una “edición de centenario”. En total tuvo 400 reediciones y sólo una modificación considerable en su contenido: a partir de 1906 eliminaron toda referencia religiosa pues Francia había separado oficialmente la religión del Estado en 1905. Pero lo concerniente a las razas siguió inamovible.
A la par, Francia también “educaba” a los niños de los territorios ocupados. Ahí tenemos como ejemplo los cuadernillos escolares dedicados a escuelas de primaria de la África del norte.
Moussa y Gi-gla, historia de dos pequeños negros, de 1916, o Mi amigo Koffi, de 1932, son otro par de folletos escolares que a la distancia provocan sudor frío.
Koffi se muestra en las páginas como “un gentil niño de diez años, amigable, respetuoso y siempre listo para hacer favores”, donde la “Mère-Patrie”, la “Madre Patria”, Francia, a pesar de su lejanía “es un gran país” pues los franceses han llevado paz y aportado civilización. “A pesar de la distancia, Francia vela por nuestro país”.
Según el texto escolar, los colonos franceses “aman mucho su país pero también al nuestro. A veces parten a descansar a sus casas del otro lado del mar pero regresan. Saben hacer más cosas que nosotros. Les compramos bellas telas, jabones, linternas. Somos alegres de subir en sus camiones, que van más rápido que nuestros pies.”
Y en cierto momento aparece una frase que podría ser una joya del echaleganismo de los tiempos actuales:
“Hay blancos y negros pero hay algo más que el color. (…) Lo que importa son nuestras cualidades. Y hay que decirlo: los negros tenemos muchas. Seamos honestos y trabajadores, no mintamos: eso es más bello que el color de nuestra frente”.
La fascinación por Europa
Estos tres folletos escolares surgieron durante la Tercera República francesa, el periodo político que más ha durado hasta el momento en esa nación y que comprende la segunda mitad del siglo XIX y la primera mitad del XX.
Fueron los tiempos en que Francia vivió un esplendor interno, cuando era el ejército más poderoso del mundo, la Torre Eiffel se levantaba y se convocaban las Exposiciones Universales, la ciencia francesa vivía un fuerte impulso, la Belle Époque atraía y embriagaba a cientos de artistas e intelectuales… Un periodo histórico que a la distancia vemos con un filtro vintage y con música de acordeón suele minimizar el Lado B de esa bonanza: fueron también los años en que Europa se expandía intensamente bajo un colonialismo sustentado en la presunta misión civilizadora eurocéntrica de fines del siglo XIX.
Francia ocupaba bajo abiertas colonias o bajo el eufemismo de “protectorados” Argelia, Túnez, Marruecos, Madagascar, Mauritania, Senegal, Guinea, Malí, Costa de Marfil, Benín, Níger, Chad, República Centroafricana, República del Congo, Gabón, Camerún, Nueva Caledonia, Tahití, Indochina, Siria, Líbano, Guayana, Guadalupe, entre otros, ya sea de manera total o parcial (algunas zonas eran compartidas con otros países europeos).
México fue un intento de esa expansión francesa, intervención que fracasó. El escritor francés Víctor Hugo fue un entusiasta defensor de las banderas republicanas de Benito Juárez y un acérrimo crítico de la ocupación auspiciada por Napoleón III.
Pero mientras el autor de Los Miserables respondía así ante el intento de ocupar México, con la ocupación francesa en África era muy distinta su opinión: “En el siglo XIX el blanco ha hecho del negro un hombre. Para el XX, Europa hará de África un mundo”, escribió en un texto sobre el tema el también autor de Nuestra Señora de París. Frase que Lilian Thuram escogió, por cierto, para abrir su libro.
Esta misión civilizatoria europea, tan decimonónica pero que aún rige hasta nuestros días en múltiples discursos, no escapó ni a autores clave del universalismo francés como Víctor Hugo.
—El actual debate en torno al colonialismo, ¿qué reacción suscita en Francia, país que desde hace dos siglos defiende su lema de “Libertad, Igualdad, Fraternidad” bajo el marco del universalismo?
—Cuando tú dices que Francia se ha construido desde hace siglos sobre el universalismo, ¿es un verdadero universalismo? ¿Ese universalismo construido y defendido por Francia no será ante todo un universalismo occidental? “Nosotros representamos el universalismo y los otros deben asemejarse a nosotros”. Hasta que se pruebe lo contario, si hablamos de universalismo hablaríamos de diferentes puntos de vista. No olvidemos que, efectivamente, Francia, la de la Revolución, la que firmó la Declaración de los Derechos del Hombre, es la misma Francia que ejerció la esclavitud y que en 1944 colonizaba todavía otros países. Si vemos bien, históricamente el universalismo francés es un universalismo sumamente blanco. Es la realidad. Aquellos que detentan el poder económico son quienes construyen el discurso de una sociedad. Desgraciadamente en el mundo Occidental hay un discurso muy potente pero las cosas están cambiando.”
Educación como arma
Lilian ha escrito hasta el momento cuatro libros: 8 de julio de 1998, donde expone reflexiones sobre ser jugador profesional; Mis estrellas negras, una revisión de 40 personalidades negras que él admira; Manifiesto por la igualdad, su primer ensayo donde comienza a problematizar el imaginario en torno al racismo, y El pensamiento blanco, su más reciente obra, donde afina más el ojo y dice que la blanquitud no es un color de piel en sí sino una forma de pensar. Además, Thuram escribió el prefacio para la edición francesa de El fútbol, a sol y sombra, de Eduardo Galeano. (Hasta el momento, ninguna de sus obras ha sido traducida al español.)
En el ramo musical también ha incursionado, ya sea de manera directa o indirecta. En su tierra natal ha organizado anualmente un festival de léwoz, género musical y dancístico que se acompaña de la lírica en créole de la región. Igualmente, junto a la Filarmónica de París, participó de un proyecto para incentivar la música clásica en jóvenes de las periferias de la capital francesa. De manera indirecta, la narrativa del rap político francés se nutre mucho del discurso de Lilian, llegando a aparecer él mismo en videoclips de varios artistas.
Y no sólo en la literatura y la música ha promovido su mensaje. Su fundación participó en 2011 en la exposición Exhibiciones. La invención del salvaje, sobre los zoológicos humanos que se presentaron en Francia a fines del siglo XIX e inicios del XX. “La exposición se centró en mostrar cómo estos espectáculos, a la vez que eran una herramienta de propaganda colonial y un medio de entretenimiento, moldearon la mirada de Occidente sobre el Otro”.
“Debería mejor dedicarse al futbol”
Lilian Thuram es una figura no fácil de digerir en Francia por la manera directa en que aborda los resortes del racismo. Y no sólo para los sectores de derecha o conservadores de este país. También gente de izquierdas en ocasiones se molesta por el corte transversal que hace de la lógica del pensamiento dominante.
“Debería dedicarse al futbol y dejar lo político para los políticos”, “se la vive dando sermones de moral”, “estigmatiza a los blancos”, “hace apología de un supremacismo negro”, “promueve la lucha antirracista mediante una cruzada contra los blancos” son sólo un puñado de los rechazos que habitualmente genera cuando habla de blanquitud.
—¿Cuestionar las dinámicas del pensamiento blanco es hacer “racismo a la inversa”?
—Cuando se habla de racismo se habla de las personas discriminadas y muy poco de quienes discriminan. Hablar de la categoría blanca es tabú. El significado de la blanquitud no se cuestiona y el miedo de la blanquitud cuestionada es el mismo miedo del machismo: la resistencia del hombre ante la lucha de las mujeres es similar a la resistencia de la blanquitud ante el cuestionamiento.
Thuram señala que el discurso dominante encasilla lo que considera ajeno, creando arquetipos. Es así que tenemos “la literatura negra”, “el arte indígena”, “la música o poesía negra”, por citar ciertos ejemplos, pero ¿cuándo vemos las representaciones de lo “blanco” en la música, la literatura o en el pensamiento?
“Muchas personas blancas no están acostumbradas a que se les recuerde su color de piel, no tienen la costumbre. Pienso que es tiempo de ocuparnos de la gente que es discriminada pero también de las personas que se han aprovechado de esta discriminación porque si históricamente el racismo perdura es porque las personas que se han aprovechado de él no quieren que las cosas cambien”, detalla Lilian Thuram. “Es decir, estamos obligados a comprender cómo se categoriza el color de la piel, cómo se construye históricamente y cómo hay gente que no quiere discutir eso. Y hay que obligarlos a discutir…”
“Por todo el mundo se cuestiona la dominación del discurso occidental. Analizar esta violencia es analizar también la violencia de hoy. Ahí radica la importancia de cuestionar el eurocentrismo.”
Para Thuram, decir que la crítica al pensamiento blanco es “racismo antiblanco” es una trampa que busca escapar y negar el debate: “Cuando hablan de ‘racismo antiblanco’ lo hacen para detener el debate. Te dicen que eres amenazante. No, el verdadero amenazante es aquel que no quiere igualdad, el que se cree superior. Cuestionar la blanquitud es cuestionar un sistema de dominación. Entonces van a intentar descalificarte. Los dominantes tienen el hábito de ver a los otros, de juzgar al otro, pero no quieren ser observados o juzgados. Es por eso que es necesario cuestionar esta dominación. Y cuando cuestiona usted esta dominación no está cuestionando a todas las personas blancas, cuestiona usted el concepto de blanquitud.”
“Es la misma situación de la relación hombre-mujer: se ha construido por siglos la idea de que el hombre es superior a la mujer”, refiere Lilian. “Hay gente que no quiere cuestionar la masculinidad. Se ha construido una dominación del hombre sobre la mujer y cuando hablamos de dominación hablamos de violencia.”
Cierra Thuram: “¿Por qué las cosas no avanzan como deberían? Porque hay mucha gente que tiene miedo. Si el racismo, el sexismo, la homofobia perduran en la sociedad es porque para que existan es necesario violentar a la gente. No hay sistema racista que perdure sin violencia y, créeme, hay gente que fue educada en pensar que la violencia es normal, que el mundo les pertenece, creer que los otros y el mundo están a su servicio”.
Para Lilian, quien se considera francés pero consciente de su historia (la propia y la del país) y por ello crítico de los discursos dominantes, los actuales procesos de descolonización que se viven en todo el mundo no deben verse como derrotas o amenazas para las potencias sino como victorias para la humanidad.
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