El filósofo frances Jacques Ranciere decía: “La extrema derecha está volviendo a ser exitosa en su evocación de símbolos identitarios muy primitivos” En un capitalismo en llamas, los fascistas son los bomberos que lanzan combustible al fuego. Por más que parezcan personajes bizarros, no hay que subestimarlos. En Europa gobiernan y conforman los parlamentos. En Uruguay y Argentina sacaron más de 10% en las elecciones y en Brasil gobiernan. La pregunta que surge ante tanta mezcla y perfiles de derecha: ¿Por qué confluyen neoliberales radicales, o como se denominan ahora libertarios, con neofascistas (o en América del Sur) neofranquistas? Quizá porque ambos apuestan al capitalismo dirigido por ellos mismos, atendidos por sus propios dueños. Unos mediante sus empresas, otros mediante la alianza de algunas empresas de ellos con el Estado al servicio de ellos.
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