Mucho se ha hablado del cimbronazo político que significó la derrota electoral para el Frente de Todos en las PASO y el posterior debate interno que se hizo público. Pero en la arena internacional no dejaron de suceder hechos de gran peso para el devenir político. Analicemos algunos de ellos.
A mediados de septiembre, el presidente francés Emmanuel Macron se desayunaba que ya no vendería a Australia una docena de submarinos de producción gala dado que el país de los canguros había firmado un tratado de cooperación militar con sus socios británicos y norteamericanos.
Lejos de significar un enojo por la pérdida de una venta de más de 90 mil millones de dólares, este acontecimiento marcaba que Francia ya no era considerado un actor de relevancia en la estrategia de Estados Unidos.
El hecho es que la alianza anglosajona da cuenta de que Europa, casi en su conjunto, ya no es un actor de relevancia para la estrategia global del, hasta ahora, hegemón mundial. Y decimos casi porque solo Alemania está contemplada a priori como uno de los posibles países que se acoplen a la llamada alianza de espionaje “Cinco Ojos” (The Five Eyes). Una organización explícitamente llamada al espionaje masivo de las comunicaciones internacionales.
La nueva alianza entre Australia, Gran Bretaña y EEUU (AUKUS por sus siglas en inglés) está llamando a la contención de China en la región indopacífica. Europa pasa a un segundo plano y el grupo de países del grupo llamado Quad (EEUU y Gran Bretaña secundados por Australia, India y Japón) se eleva al podio ¿para preparar una futura guerra contra el gigante asiático?.
Más allá del malestar galo y las expresiones de solidaridad del bloque europeo, es claro que Bruselas quedó fuera de jugada. Creyeron que lamiendo la bota de Washington lograrían revertir la quebrantada relación luego del paso de Trump, pero lejos de que esto suceda, los gringos los dejaron pagando. Impusieron a la Unión Europea frenar los acuerdos comerciales con China y les pagaron bajándoles el precio.
Si se mira esta jugada desde un mapamundi, los países secundantes de la alianza Quad (Japón, Australia y la India) forman una especie de “V” que marca el triángulo de contención sobre el indopacífico, lugar estratégico al que EEUU parece direccionar muchos de sus cañones.
Si se continúa una línea imaginaria desde la India hasta Gran Bretaña, lo resultante es que gran parte del territorio oriental a ella parece la parte europea sacrificable para la estrategia de contención de los anglosajones. ¿Será por ello que tanto Francia como Borrell insistían en la necesidad de crear un ejército europeo propio? Pese a las declaraciones, ¿se animará el bloque a romper con Estados Unidos ante semejante burla?
Pero la traza de este bloque no solo está asociado a la UE. ¿Cuántos golpes de Estado hubo en los últimos meses en África? ¿Es mera casualidad que estos hechos se dieran luego de la retirada de EEUU de Afganistán y de estar dando muestras de no querer seguir entrampado en guerras eternas? ¿Serán la República Popular Democrática de Corea y Taiwán las fichas predilectas del nuevo bloque anglosajón?
Nuevamente mirando el mapa, esa línea paralela entre Australia, India y Gran Bretaña podría significar la intención de las potencias anglosajonas (sobre todo EEUU) de recuperar terreno en los continentes africano y nuestroamericano. Lo hemos analizado en otras oportunidades: tanto China como Rusia han comenzado a jugar cada vez más fuerte tanto en África como en Medio Oriente y en Nuestra América y el Caribe, y la supervivencia de EEUU como potencia global depende del control sobre todo de nuestro continente.
¿Será por ello que los gringos enviaron al títere Lacalle Pou y al hijo del secretario del dictador paraguayo Alfredo Stroessner a despotricar contra Cuba, Nicaragua y Venezuela a la VI Cumbre de la CELAC? Allí los norteamericanos también sufrieron algunos reveces: Nicolás Maduro participó presencialmente del encuentro en México pese a las presiones para que no lo hiciera, la declaración final del encuentro abogó directa o indirectamente por el fin del Bloqueo contra Cuba y las sanciones unilaterales a ésta, a Venezuela y a Nicaragua; además de contar con la participación de Xi Jimping por invitación de Andrés Manuel López Obrador.
Entre tanto, en la CELAC y en la ONU (porque aunque en Argentina no se haya hablado mucho del tema sucedieron ambas Cumbres) Venezuela continuó denunciando la guerra multidimensional que EEUU lleva adelante contra la nación bolivariana.
En cuanto a la CELAC, las novedades no solo estuvieron marcadas por el faltazo de Duque (que mientras tanto se juntaba con el mandamás del Comando Sur que visitó Colombia) y Bolsonaro, por los desplantes de Uruguay y Paraguay contra Cuba, Nicaragua y Venezuela, los reveces cubano y venezolano contra éstos, sino también por el intríngulis entre la Nicaragua Sandinista y el papelón argentino.
Nicaragua se despachó contra nuestro país, calificando al gobierno de Alberto Fernández como peón del imperialismo norteamericano, en tanto el ahora ex Canciller, Felipe Solá, se anotició en pleno viaje, en su escala en El Salvador, que ya no era el responsable de la Cancillería Argentina y, molesto por el hecho, decidió volverse.
Mientras tanto en la ONU, Alberto tiró una de cal y otra de arena: por un lado, volvió a ratificar el trabajo argentino contra el “terrorismo” (agenda gringa si las hay) al tiempo que hizo un llamado a la República Islámica de Irán para que coopere en el esclarecimiento de lo sucedido en la AMIA. Por el otro, se despachó contra el FMI al hablar de “deudicidio”, abriendo la puerta a que efectivamente se consolide una investigación sobre el escandaloso endeudamiento otorgado por la entidad durante la presidencia de Macri. Además, nuevamente instó a la ONU a que haga los esfuerzos necesario para que Gran Bretaña se vuelva a sentar a la mesa de debate respecto a la ocupación en Malvinas.
Claramente lo que el pueblo argentino se juega en las elecciones de noviembre no es solamente el partido doméstico, también está en juego el lugar que tenga nuestro país en las aspiraciones de integración regional y de reformulación de las relaciones internacionales, apostando por el multilateralismo y la solidaridad en detrimento de las aspiraciones norteamericanas de continuar siendo el mandamás del mundo.
En el cortísimo plazo, el gobierno argentino tiene el desafío histórico de recomponer la esperanza en un pueblo que hace algunas semanas le dijo con contundencia “por acá no”, al mismo tiempo que continúa las conversaciones con el FMI y reevalua sus orientaciones geopolíticas para poder aportar en la reconstitución de una Patria Grande unida, donde ningún país del continente lo vete calificándolo de peón del imperio.
A mediano y largo plazo, las discusiones se vuelven más complejas, y coincidiendo con los interrogantes planteados por el profesor en geopolítica Adolfo Koutoudjian, lo que Argentina debe evaluar es si efectivamente tiene una visión geopolítica concreta o si se van tapando parches a medida que aparecen los agujeros. El futuro de nuestro pueblo dependerá de hacia dónde vaya la respuesta.
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