Nicolás Centurión|
El 15 de setiembre la central única de trabajadores del Uruguay, PIT-CNT convocó a un paro general y una gran movilización con la consigna “Con Artigas, ¡por las grandes mayorías nacionales! Que los más infelices sean los más privilegiados»”. La exitosa concentración se llevó a cabo frente al Palacio Legislativo.
Los reclamos principales rezaban sobre la salud, por la vivienda digna y contra el hambre. “Es hora de que el gobierno se haga cargo”, cerraba la convocatoria. Miles llenaron las avenidas que desembocan en el Parlamento con caballos, banderas de Artigas, cánticos, pancartas y reclamos al gobierno.
El clima meteorológico acompañó y el clima político demuestra que el movimiento popular y sindical se está consolidando y amalgamando. El rumbo es claro: resistir los embates del gobierno neoliberal y acumular fuerzas de cara al referéndum de marzo de 2022 contra la Ley de Urgente Consideración (LUC) para frenar el ajuste a las clases postergadas.
Paralelamente al acto del PIT-CNT, el presidente Luis Lacalle Pou visitó la Expo rural del Prado, una convención de productos y animales que nuclea a los grandes terratenientes del campo. Allí, el presidente derechista cuestionó al paro argumentando que se “está frenando a parte del país” y que el mismo es “un paro político”.
Curiosa intervención la de un presidente que se ha dedicado y ha vivido de la política toda su vida. Esta sentencia con visos de antipolítica no es novedosa en un gobierno que un día sí y otro también intenta socavar al movimiento popular y sindical. El intento pretende despegar a la central sindical de sus reclamos y que pase a ser una mera contención instrumental y burocrática entre los trabajadores y el ajuste de este gobierno.
En la Expo Prado lo esperaban los directivos de la Asociación Rural del Uruguay (ARU), el embajador de Israel y varios dirigentes y militantes del Partido Nacional. Vale recordar que el mandatario eligió para el cierre de la Expo 2020 la frase que utiliza el movimiento de autoconvocados Un solo Uruguay: “Tranco y tranco. Yo estoy con el campo”. Eso también es política, eso es tener una postura y no es pecado ni tropelía.
Lacalle agregó que su gobierno es “de puertas abiertas” y dijo que ha tenido más reuniones con los sindicatos que con las cámaras empresariales. Ante tal afirmación, que pretende mostrar un gobierno de diálogo, es preciso puntualizar que los poderes económicos concentrados forman parte de su gobierno y tienen representantes directos. No precisan reunirse, están gobernando.
Colonos, pequeños productores y trabajadores rurales también se movilizaron en el paro que convocó a miles desde distintos departamentos de todo el país, suceso que no ocurre asiduamente y que marca la pauta de que el descontento crece en todas las latitudes del suelo oriental.
Los reclamos puntuales en educación son por un presupuesto educativo del 6% del Producto Interno Bruto para la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) y la Universidad de la República; asegurar la alimentación de niños y niñas a través de los comedores escolares; asegurar la continuidad del Programa de Maestros Comunitarios (PMC), y trabajar para cubrir todas las escuelas del país.
Asimismo, la creación de cargos para universalizar tres años con grupos de hasta 25 niños; la creación de cargos y ampliación de horario de auxiliares de servicio para cubrir a todas las escuelas; la recuperación del salario perdido; y un ajuste salarial del 100% del Índice de Precios al Consumidor (IPC).
Desde el gobierno, el ministro de Educación y Cultura, Pablo da Silveira, criticó la medida porque considera que habrá “problemas” para la “alimentación de miles de alumnos”. El jerarca dijo que también habrá “costos sociales” en materia educativa, por la “pérdida de aprendizaje” para los alumnos que “hace un año y medio” están perdiendo horas a causa de la pandemia.
Silveira y Robert Silva (director de la Administración Nacional de Educación Pública, Anep) juegan un tándem de cinismo tanto en redes sociales como en medios de comunicación. Sus políticas desde sus cargos han sido la de castigar y medrar a los sindicatos, retirándolos de todo ámbito de decisión, además de culparlos por falta de alimentación cuando hay un paro u otras medidas.
Lo que esconden las declaraciones de Da Silveira y Silva, es que desde que gobiernan y por recortes de presupuestos, las horas-aula se han reducido en un millón, la alimentación escolar no siempre llega a tiempo y las porciones han mermado.
Gabriel Molina, dirigente del PIT-CNT, dijo que se trata de un paro especial porque incluye trabajadores de Montevideo y del interior. El sindicalista insistió en romper con esa distinción entre el campo y la ciudad: “El campo no es el que el presidente abraza y defiende, hay otro campo que es el que no creció, que no ha tenido salario, al que no le quieren reconocer las ocho horas. Ese es el campo de los trabajadores, que mantiene el ganado para que otros se enriquezcan. Ese campo olvidado es el que salió a la calle”.
Esta semana las cámaras empresariales volvieron a la carga en su afán de aumentar su tasa de ganancia, proponiendo pagar salarios de un 70% del laudo estipulado por ley. Mientras tanto el salario real bajó un 3% según el Instituto Nacional de Estadística.
Ahora empieza la segunda ola de ajuste. Claro: hasta donde el movimiento popular lo permita.
* Licenciado en Psicología, Universidad de la República, Uruguay. Miembro de la Red Internacional de Cátedras, Instituciones y Personalidades sobre el estudio de la Deuda Pública (RICDP). Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).
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