El sociólogo Tomás Moulian retoma sus investigaciones sobre el gobierno de la Unidad Popular, esta vez al calor de uno de los momentos más importantes de la historia de Chile.
El nuevo libro del sociólogo chileno Tomás Moulian, El Gobierno de la Unidad Popular. Para comenzar (Palinodia, 2021) aparece en uno de los momentos más importantes de la historia de Chile. A diferencia de otros libros, que se han dedicado a glorificar la Unidad Popular (UP) como un objeto de cultura o incluso de pieza de decoro de los museos de la historia, Moulian ha escrito un libro que tiene la velocidad del apasionado que registra las imágenes de la historia sin renunciar a su vínculo con el presente. Conocido por inventar un conjunto de conceptos, Moulian va abriendo la palabra que compone su análisis de la experiencia de la UP a la actualidad de una historia y de unas heridas que no se han cerrado.
Este arte de alojar la interpretación del pasado en el presente y del presente en el pasado es lo que le permitió escribir el libro más importante de la crítica a la Transición Democrática. Su Chile actual. Anatomía de un mito (1998) perdura hasta hoy como el mejor libro para entender la matriz de la reproducción del neoliberalismo en Chile. Sin el conjunto de libros de Moulian, el arte de la crítica y la memoria viva harían de la escritura una mera operación destinada a la circulación de élites, de grupos de interés académicos o de acomodación de las castas que reproducen la «ciudad letrada» del Chile actual.
A Moulian le debemos los primeros conatos de rebelión ante la miseria de las ciencias sociales y la ciencia política cuando, en medio de los debates de los años noventa, declaraba que había que abandonar el lenguaje grave y circunspecto de la sociología. En este abandono habría que ubicar la vida criaturera de conceptos que emanan de la fuerza ensayística que tiene su obra. A través de una escritura que no renuncia a la interpretación exhaustiva de la realidad política y social de Chile, Moulian es quien ha inventado la manera de criticar pensando que siempre hay un por venir desde el cual puede irrumpir la historia.
Fue uno de los primeros en usar la vida conceptual de tradiciones críticas al modo en que lo proponía Michel Foucault. La idea de que la teoría es una «caja de herramientas» para el análisis del presente le permitió convocar el concepto gramsciano de transformismo, cuyo complemento metafórico lo intensifica con el de gatopardismo o democracia travestida. Con estos conceptos, la potencia crítica del ensayo crítico de Moulian des-ocultó las verdades de la democracia neoliberal. La escritura de Moulian no ha sido acomodaticia hasta el punto que sus análisis no pudieron ser apropiados por la lengua de los pactos y los consensos con los que se ha construido el paradigma neoliberal más exitoso de América Latina.
La belleza de El Gobierno de la Unidad Popular. Para comenzar es la del intelectual público. Moulian se entrega a las causas justas de la Unidad Popular sin dejar que estas causas se conviertan en un dogma y, a su vez, sin entregar la potencia crítica del ensayo a la parálisis de la memoria viva, cuya más significativa y difícil pulsión es la apertura de futuro. La UP es aquí para Moulian urgencia de un recuerdo que, como en Walter Benjamin, puede volverse intempestivo precisamente porque su destello fue el de la justicia social de las clases oprimidas.
Una experiencia singular
Con la prolijidad que lo caracteriza, Moulian explica que a medio siglo de la experiencia de la UP es necesario seguir interpretando la dimensión popular de este acontecimiento. En el libro se evocan figuras que hoy han medio-desaparecido de los debates académicos. En el capítulo de los «Antecedentes» de la UP, Moulian cita al ideólogo francés Jacques Maritain como una fuente de inspiración del pluralismo cristiano.
El libro de Maritain, Humanismo integral (1936), nos dice Moulian, rechaza la tesis de la unidad política de los católicos y enfatiza el pluralismo. Pero, además, critica «el capitalismo liberal y la modernidad burguesa». Esta fuente teórica será fundamental para entender que se trata de una época en que la contención al liberalismo y al capitalismo es el horizonte compartido de marxistas y cristianos. Esto explica las distintas posturas que van a terminar escindiendo el partido de la Democracia Cristiana (DC), pero sobre todo explica el carácter plural que tenía el gobierno de la UP. El socialcristianismo, explica Moulian, «trata de pensar la superación del capitalismo». Este es el horizonte que mueve a la época en que toma lugar la experiencia popular y, a su vez, los desgarros entre las fuerzas políticas.
Para Moulian, son los conflictos ideológicos entre cristianos y marxistas los que darán nacimiento al MAPU (Movimiento de Acción Popular Unitaria). Este partido político, en el que militó el propio Moulian, cobra cierta importancia en el libro. El MAPU es un efecto del entusiasmo que había en la izquierda por radicalizar la oposición al capitalismo. Pero también, la referencia de Moulian importa porque Rodrigo Ambrosio fue uno de sus fundadores. Este personaje de la historia política del país, junto con Marta Harnecker, es uno de los principales movilizadores de la teoría althusseriana en Chile.
En el capítulo dedicado al análisis del gobierno de la UP y del golpe, Moulian nos dice que el MAPU «intentaba ser una fuerza marxista inspirada (especialmente por Rodrigo Ambrosio) en las tesis de Louis Althusser». Esto es, según Moulian, lo que en Chile va a permitir un marxismo más abierto y menos ortodoxo como el que podía haber en el Partido Comunista Chileno o en otros partidos de la izquierda. La crítica al determinismo económico y a las leyes históricas sería algo fundamental para entender que la UP no solo triunfó el 4 de septiembre de 1970, sino también que pudo haber sido el paradigma exitoso de un Estado socialista por la vía pacífica.
Además de analizar los errores de la UP como alguien que también creyó —y quizá sigue creyendo— que el socialismo es posible por la vía de elecciones democráticas, Moulian evoca la visita de Fidel Castro. En noviembre de 1971, el más importante de los dirigentes socialistas de ese momento llega al aeropuerto de Pudahuel. Castro, fascinado con el proceso político de la UP, recorre el país de Sur a Norte. La derecha lo demoniza y lo usa para decir que era él quien realmente estaba detrás del gobierno de Allende. Sin embargo, Moulian recuerda lo que incluso a veces la izquierda radical olvida: Fidel Castro «se manifestó siempre a favor de la vía chilena al socialismo. Se mantuvo fiel a la vieja tesis de Ernesto Che Guevara, quien había dicho que Chile, y también Uruguay y Costa Rica, constituían excepciones históricas por su larga tradición democrática». Esta fidelidad a los postulados del Che convirtió a Fidel en un activo propagandista de la vía chilena al socialismo.
Un interesante momento de este breve tratado sobre las justas causas del modelo allendista al socialismo es lo que Moulian llama impasses de la UP y la forma pasional de la política. Las pasiones han sido, de Spinoza a Gramsci, el lugar de realización de la potencia creadora. Pero también el lugar desde el que un proceso creativo y plebeyo de la experimentación política como el de la UP se neutraliza por fuerzas externas o internas.
Una fina sensibilidad política y un exhaustivo conocimiento de la historia le permiten a Moulian analizar con precisión uno de los proyectos que presenta la DC apoyado por el PN (Partido Nacional). Este proyecto estaba destinado a derogar un decreto formulado por la República Socialista declarada por Marmaduque Grove en 1932. Este decreto era utilizado, nos comenta Moulian, «para realizar intervenciones de empresas». La derogación de este decreto se convierte en un impase y nos permite como lectores de este libro sostener la hipótesis de que Moulian da con las claves del giro de protección oligarca de la política parlamentaria. El gobierno sigue con las expropiaciones y el impase se torna en una imposibilidad de diálogo entre la oposición y el gobierno tanto por las expropiaciones, una vez derogado el decreto, como por el carácter pasional de la política.
En adelante, la UP tendrá enormes dificultadas para intervenir industrias y entrará en conflicto con el poder judicial. Pero también los impases darán lugar a esa dimensión festiva y de organización del poder popular. Esas organizaciones emergen por el entusiasmo del proceso de plebeyización de la política. Pero también, nos dice Moulian, son efecto de la política del gobierno de Allende: «Ellas estaban constituidas para favorecer la participación desde la base, de manera que todos y, por lo tanto, cualquiera pudiera integrarse a esas instituciones».
No es casual que Moulian llame a estas organizaciones de base «instituciones». En la base, entendida como el conjunto de un «cualquiera puede», está la sustancia del proyecto plebeyo de democracia (y, para los partidos que defendían el orden de la propiedad burguesa, el peligro de que se convirtieran en instituciones con una acumulación de poder imposibles de derrocar). Las organizaciones que más resalta Moulian son los comandos comunales y los cordones industriales. Estas organizaciones estaban dotadas del poder de la palabra y de una potencia asamblearia que, de acuerdo con Moulian, «favorecía el nivel de argumentación, permitiendo esclarecer las ideas. ¡Tome la palabra! era el eslogan que usaba».
Se trata, sin duda, de organizaciones más cercanas a la experiencia de las instituciones políticas en las que la palabra es el arma de la transformación. Sin embargo, «estaban muy lejos de ser ámbitos de preparación para la lucha armada, como planteaba la oposición». El poder popular no era un poder militar, sino la experiencia de la fiesta y de la palabra. Esto hará más fácil la derrota de la UP y la preparación del golpe de Estado de 1973.
El 29 de junio de 1973 se produce una sublevación militar conocida como el Tanquetazo. Esta acción, tal como se puede leer en los archivos desclasificados de la CIA, fue realizada por la sedición de los militares golpistas y orquestada por la administración del gobierno de Nixon. El Tanquetazo será la antesala para que el 11 de septiembre del mismo año se produzca el bombardeo a La Moneda.
De Allende a Octubre: las causas justas del pueblo chileno
Esta historia es bastante conocida y, quizá, las llamas de ese ignominioso día habían sido la identidad de Chile hasta la revuelta del 18 de octubre del 2019. En otras palabras, el golpe como el lugar más reconocible de la historia de Chile ha perdido su espectacularidad. Moulian no escribe sobre esta ruptura y, sin embargo, se puede decir que la sugiere cuando evoca que el golpe es un fenómeno comunicacional o, más bien, un exceso de la crueldad con la que se puso fin a la experiencia de un gobierno popular.
La crueldad se prolongó a través de los enclaves autoritarios entre 1989 y 2005. Todo ese vergonzoso periodo de los senadores designados y de pactos a espaldas de la sociedad civil explica que Moulian sostenga de manera enfática que el gobierno de Salvador Allende es «el periodo más democrático del siglo veinte chileno». El vínculo que este breve libro sobre las justas causas del gobierno de la Unidad Popular tiene con la revuelta del 18-O es hoy el modo en que su herencia se prolonga en la Convención Constituyente.
Si Allende (y, contenidas en su figura, una pluralidad de expresiones y demandas populares) no ha dejado de ser un ícono es porque su legado y el de las experiencias asamblearias hoy se prolonga —no sin dificultades— en la Convención Constituyente y su voluntad de abrir la vida de Chile a la pluralidad de mundos de vida que se alojan en el seno de una nación. En el último capítulo de este libro, «Para comenzar», Moulian revela toda su admiración por la política que interrumpe y promete un nuevo porvenir.
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