¿Intervención militar en el gobierno militar?

 Por Paulo Cannabrava | 16/09/2021 | Brasil

Fuentes: ALAINET [Imagen: Bolsonaro marchando con los ministros de su primer gobierno, ocho de los cuales eran generales. Créditos: Ricardo Moraes, tomada de ALAINET]

El proyecto de captura del poder ha sido planeado por más de una década. Ellos cuentan también con las masas afiliadas a las varias denominaciones evangélicas, particularmente las neopentecostales y las neopentecostales sionistas, con estrategia de captura del poder.


Ingenuidad hablar en riesgo de intervención militar ante un gobierno militar de ocupación. Entre 9 y 12 mil militares ocupan en Brasilia los principales centros de decisión. Lo que está en juego es la continuidad de la actual ocupación manteniendo un aire de legitimidad dado por el fraude electoral. 

Fuera de foco también quienes creen que Bolsonaro iba dar un golpe con apoyo de las Policías Militares estaduales y de las fuerzas armada y no lo logró, que fracasó. Equivocado porque era eso mismo que ellos querían: aumentar la confusión, tensionar la cuerda, mantener la estrategia del caos. ¿Ellos quién? Los militares que ocuparon el poder a través de una Operación de Inteligencia, “legitimada” por el voto en las elecciones presidenciales de 2018.

Ellos no quieren “romper”, pues ya rompieron en 2016, con el golpe que depuso la presidenta Dilma Rousseff, y rompieron en 2018, con la elección fraudada que impidió el ex presidente Luís Inácio Lula da Silva de participar. Ellos también necesitan del Congreso, de los partidos políticos, del poder Judicial y de los medios de comunicación. Y, al que parece, están todos se comportando a contento, para no decir, dentro de lo planeado.

Ellos manejan el Presupuesto de la Unión e también un Presupuesto Secreto. Son billones disponibles para alimentar a los feudos electorales. El Presupuesto para 2022, encaminado al Congreso, prevé la contratación de 74 mil nuevos puestos para la Administración Federal, a ser ocupados por civiles o militares, al costo d R$ 513 mil millones.

Estos serán “cabos” electorales que se sumarán a los 12 mil militares y centenares de miles de civiles engajados en el proyecto. Y también están los oficiales y plazas de los cuarteles de las tres fuerzas armadas además de las fuerzas policiacas flagrante e ilegalmente, descaradamente engajadas en el proyecto.

Ellos también cuentan con 530 parlamentarios del centrão, con sus feudos electorales, que suman millones de votos, muchos de los cuales comprados por R$ 100 o más. R$ 100 fue cuanto pagó un empresario de la ciudad de Pompéia, interior de São Paulo, a 250 ciudadanos que los embarcó en varios buses para engrosar las manifestaciones de apoyo al gobierno en el 7 de septiembre.

El proyecto de captura del poder ha sido planeado por más de una década. Ellos cuentan también con las masas afiliadas a las varias denominaciones evangélicas, particularmente las neopentecostales y las neopentecostales sionistas, con estrategia de captura del poder.

Todos esos agrupamientos mencionados hicieron un ensayo general en el 7 de septiembre. Ha sido un espectáculo grotesco de vilipendio a la Constitución y sus principios. Eso dicho por los supremos jueces de la más alta Corte de Justicia. ¿Y? ¿No pasa nada?

Esa es la máquina institucional con que ellos cuentan para facturar en 2022. Hay que agregar que ya están gastando millones en filmes y publicidad en diferentes medias, tratando de convencer el público de que este es un buen gobierno. Propaganda electoral anticipada es crimen, sin embargo, como todo el sistema es cómplice, inclusive la Justicia, nada acontece.

“Radar dos Fatos”, medio electrónico, en análisis que hizo sobre la utilización de las redes sociales, ha constatado el uso de robots en la movilización (manipulación) para el 7 de septiembre en apoyo al gobierno.  Eso cuesta mucho dinero, pero, ¿quien se importa? Como ya fue expresado, es un ensayo general más para la prójima elección. Los militares en el poder no contemplan la derrota, el regreso a los cuarteles.

Ese escenario deriva del hecho de no se haber logrado derrumbar el gobierno en las múltiples oportunidades de tempestad perfecta que se presentaron a lo largo de esos casi tres años de desgobierno, de desmantelamiento del Estado.

Luís Fux, en la presidencia del Supremo Tribunal Federal, en respuesta a las agresiones proferidas por Bolsonaro contra personas y el propio Poder Judicial, dijo estar hablando a nombre de todos los magistrados, jueces, fiscales, abogadas e abogados, y afirmó que nadie cerrará el Supremo. En ton monocordio y sin nombrar dijo que hubo crimen de responsabilidad a ser examinado por el Congreso. ¿Qué Congreso? ¿El de Arthur Lira?

Después de Fux, habló el Fiscal General de la República, Augusto Aras. A él cabe, por ejemplo, encaminar a la Justicia noticia crimen contra el presidente para que sea juzgado y depuesto por el STF. Dijo que desde Aristóteles la democracia se funda en la separación de los poderes. ¿Poder de quién? Aras simplemente argumentó que el poder Judicial no tiene que meterse con el poder Executivo.

Fux dijo que el crimen debe ser examinado por el Congreso. Ya son más de un centenar de pedidos de impeachment, además de un super pedido que consolida todos los anteriores. Todos en el cajón de Arthur Lira, presidente de la Cámara de Diputados, a quien cabe, constitucionalmente, tramitar el proceso. Varios partidos que estaban indefinidos con relación al impeachment, ante las demostraciones de truculencia de los apoyadores de Bolsonaro, se asustaron y se dispusieron a apoyar la causa. Ahora incluso los tucanos (PSDB) se dice en contra.

Celso de Mello, ex decano del STF, dijo en entrevista a la revista Veja, que el ocupante del Palacio “no está a altura del cargo que ejerce. Le faltan estatura presidencial y sentido de estadista. Triste figura la destorcida mente autocrática de un político mediocre y sin noción de los límites éticos y constitucionales”.

Señor decano, con todo el respeto, por favor, me diga: ¿cuánto de responsabilidad cabe a esa Corte por estar en Palacio ese gobierno?

Para Jânio de Freitas, periodista hace más de 50 años, en artículo publicado en Folha de S.P. (5/09/21), considera que “por más de dos años y medio Brasil ve, inerte, la construcción de un golpe. Por criminosos y sus comparsas. Golpe que lo tornará invisible quizás para siempre. Mitad, o más de la población medianamente informada está aturdida. El país parado, a espera. Es vergonzoso”.

Vladimir Safatle, filósofo, va más hondo en la interpretación de los hechos y personajes. En artículo publicado en la edición brasileña de El País (9/9/21), vaticina que “la izquierda necesita movilizar a partir de su propia noción de ruptura, en alto y buen sonido. Una ruptura contra la otra. No hay nada más a salvar o a preservar en este país. Él acabó. Un país en que la fecha de su independencia se conmemora de esa forma, simplemente se acabó. Si es para luchar que no sea para salvarlo, sino para crear otro”.

Históricamente, quizás un país no se acabe, pero si queda inviable. Colonizable.

¿Quién acabó? ¿Bolsonaro o la Democracia?

Ahora, los medios se juntan a los partidos políticos para crear una nueva expectativa en torno del día 12 de septiembre. Era para ser de los Ni-Ni (Ni Bolsonaro, Ni Lula), llamado por grupos financiados por Washington, que no quiere ni uno ni otro. Pero se ha tornado un llamado para un gran frente que une incluso partidos conservadores con los de izquierda y las organizaciones sindicales. Todos contra Bolsonaro. Bueno, menos mal, por lo menos uno de los enemigos de la patria ha sido identificado.

Pero, ¿Con qué objetivo? ¿Mostrar que somos más? ¿A ver quien grita más fuerte? ¿Cuál es la consigna?

Será una manifestación más de testimonio de que aquí hay democracia, libertad de expresión y de manifestación. Así interpretaron el 7 de septiembre los medios. El Juz Sperniandi (el derecho de protestar garantido, con la marcha fúnebre en el funeral de la democracia.

Los fascistas estaban allá, en Brasilia, invadiendo desde la víspera la Plaza de los Tres Poderes, gritando que “somos el pueblo”. Pueblo con mucho dinero que ocupó todos los hoteles de la Capital. Ese no es el pueblo que está haciendo el imposible para supervivir a cada mes, sin empleo, sin trabajo, pasando hambre. Los fascios ocuparon la Plaza con el beneplácito de la Policía Militar. ¿A quién importa eso?

Las pautas de los manifestantes favorables al gobierno de ocupación apuntan a la no aceptación del resultado de las elecciones. No solo con relación al voto auditable en la urna electrónica, pero con énfasis en la no obediencia a los Tribunales superiores, en que se incluye el Tribunal Electoral y el Supremo Tribunal, en que tramitan noticias crímenes contra Jair Bolsonaro y contra la nómina con que conquistó el poder en 2018 a través del fraude. Es eso lo que está en juego, pero, nada ocurre.

Realmente vergonzosa la exhibición de una fuerza que no es real y la truculencia con que el titular de la Presidencia de la República ataca a las instituciones y viola la Constitución. Lo que vale, no es la dimensión del acto. Es el acto en si, es lo que él significa y la repercusión del acto que es tremendamente mayor que el propio acto.

¿De qué vale se disculpar? El presidente emitió una nota diciendo que lo que dijo fue en el calor de la emoción pero que no quiso ofender a nadie, menos aún a los ministros del Supremo y que respeta la Constitución. Punto. Corre la cortina.

Hay una inmensa batalla que se traba en las redes, y son ellos que mantienen la ofensiva y dictan las pautas. Las reacciones de las oposiciones -tanto de la derecha como de la izquierda- son inocuas porque sobre las pautas que ellos dictan. No entendieron lo que es la técnica de diversionismo utilizada por el núcleo de inteligencia del gobierno militar de ocupación.

Una sola pauta debería nortear la oposición: la nulidad del pleito de 2018. Derrumbar el gobierno para que no sea quien presida las elecciones. Apuntar el camino: Independencia, Soberanía y Democracia.

¿Cómo enfrentar la ofensiva contra las instituciones, contra la democracia?

Llamar a todos a se unir en defensa de la Constitución. Democracia y Soberanía están consagradas en la Constitución. Esa es la gran arma para la grande frente de salvación nacional.

Es lo que faltó en el pronunciamiento que hizo el ex presidente Lula en el mismo 7 de septiembre. Lo que menos se esperaba en un momento tan grave como ese es un discurso de campaña, rememorativo de su pasado gobierno. Lo que se esperaba, una voz que aglutine en torno a la obediencia a la Constitución, contra la voz que pregona la desobediencia civil y el fin de las instituciones. Lo que el pueblo necesita es de una voz de comando, enérgica, que traduzca las angustias que lo agobian y les de confianza de que los fascios no pasarán.

Fuente: https://www.alainet.org/es/articulo/213815

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