A otro año de su desaparición física, usamos el plural no casualmente. El tema de la trascendencia del pensamiento político e histórico de Chávez debe ser tratado en plural y no en singular.
Varias son las razones. Una primera, derivada del hecho que cómo toda acción humana, el pensamiento de Chávez no es simple y pasa por diversas etapas y momentos, y al hacerlo, encontramos en él diversidades que deben ser consideradas.
Hay una 1era etapa, entre la conformación del MBR-200 y la insurrección civil y militar del 4F-92. En esa etapa, el pensamiento de Chávez se encuentra influenciado por una visión historiográfica que lo acerca a una interpretación del pasado reciente, como un mecanismo de lejanía ante el ”fracaso del pensamiento socialista”, experimentado en el mundo entre 1989-1993. Por eso, en el Libro Azul, habla del Sistema EBR (Ezequiel Zamora, Simón Bolívar y Samuel Robinson). Esta etapa, signada por la impronta del peso historiográfico y heroico, característico del sistema de enseñanza de la Academia Militar de Venezuela, le permitirá escarbar en sus raíces históricas y nutrirá su pensamiento de ese gusto por la historia nacional y Nuestra-americana que tanto incómodo a la Academia Nacional de la Historia y otras instituciones, que se han manejado con una visión tradicional de la historia, así como la perspectiva geoestratégica-militar.
El fracaso militar, pero el éxito político de los sucesos del 4F, abren una 2da etapa que se extenderá hasta el año 2002. Ese momento, se encontrará marcado por la conformación de un Bloque Histórico, en el sentido gramsciano, de amplia y diversa composición social y política. Eso explica la presencia a su alrededor de personajes como Luís Miquelena, Pablo Medina, Jorge Olavarria, Alfredo Peña, entre otros. En esa etapa, no se puede entender a Chávez como claudicando con su proyecto histórico de emancipación y subversión, por el contrario debe ser asumido como un momento de acumulación de fuerzas (diversas, heterogéneas, disímiles), pero importantes para “tomar el poder” e iniciar la transmutación dialéctica del mismo. En ese instante, Chávez no tiene la claridad y decisión política tan característica de otros momentos, pues la naturaleza del frente amplio que conformo, se lo impedían.
Con el intento de golpe de Estado de abril de 2002, Chávez radicaliza sus posiciones y se deslastra de las lógicas de conciliación que lo mantenían atado. Ese alejamiento, significó una profundización de su búsqueda ideológica y la mayor proximidad a la influencia personal de Fidel Castro. No significa, que se afirme que se transformó en un “títere cubano”, como lo acusó incansablemente la oposición, pero sin lugar a dudas la impronta y la experiencia y perspectiva histórica de Cuba lo marcó. Tenía que ser así, pues la única experiencia de resistencia y praxis liberadora con éxito en su disputa con las ideas y doctrinas del liberalismo, era (y es) la revolución Cubana.
Hay quienes señalan que Fidel Castro y Cuba, son los que dictaban su accionar. Qué Chávez nunca habló de socialismo, de democracia popular y de ampliar las formas de participación. Quienes así lo afirman, sin duda, jamás leyeron el Libro Azul y la progresiva introducción en su discurso de las ideas de ruptura con las formas características de la democracia representativa, la profundización del planteamiento acerca de una democracia desde “abajo” y con ella, la articulación de formas de participación que se expresaron en múltiples iniciativas (Comités de tierras, agua, energía, consejos comunales, círculos bolivarianos, entre otras).
El legado de Chávez, adquiere un mayor carácter latinoamericanista en esa etapa, principalmente afianzado en la influencia generada a través de la aplicación de los Acuerdos Energéticos de Caracas (2000), que emplean el petróleo como un arma diplomática, dando origen a la denominada “diplomacia petrolera”. Entre 2002 hasta 2007, Chávez dibujará las características generales de uno de sus más importantes aportes para el pensamiento político –y el debate actual- latinoamericano: el Socialismo del Siglo XXI.
Ese aporte debe ser entendido en su contexto histórico: era necesario proponer una alternativa al pensamiento liberal y su impronta en el pensamiento político venezolano y eso solo lo podía aportar desde el paradigma marxista, revisitado y discutido, no con toda la profundidad necesaria, pero sí con la decisión de construir una respuesta contra-hegemónica.
Entre 2007 y 2013, Chávez se dedicará –en marchas y contramarchas- a darle carácter a los planteamientos esbozados, comprobando aquello que una vez repitió el Ché Guevara: que para la construcción del socialismo no hay recetas. Asimismo, indicará una de sus grandes advertencias acerca de la construcción de este camino: el peligro de las etiquetas. Lo señalaba en su última alocución: “Por allá alguien le quería poner a una avenida “socialista”, panadería socialista, Miraflores socialista. Eso es sospechoso, porque uno puede pensar que con eso, el que lo hace cree que ya, listo, ya cumplí, ya le puse socialista, listo; le cambié el nombre, ya está listo”.(20 de octubre de 2013). La actual coyuntura, muestra que el mayor peligro para el punto de no-retorno no está en la oposición recalcitrante, sino en las desviaciones liberales internas, existentes en el PSUV. Cómo señaló Simón Rodríguez: o Inventamos o erramos.
Creo que este nuevo aniversario del cambio de curso en la vida de Chávez, debe servir para discutir sobre sus legados, en plural. Hasta ahora la discusión ha sido en singular y esto tiene el peligro de una perspectiva “reduccionista” de un pensamiento político tan complejo, que desde sus inicios se caracterizó por una ruptura discursiva importante y la introducción de nuevos referentes simbólicos e históricos en el debate político en la Venezuela de principios del siglo XXI, aspecto esté sobre el cual hemos reflexionado en otras contribuciones anteriores.
La segunda razón para usar el plural, es que no se trata de un “culto a la personalidad”, es una realidad palpable. Su pensamiento se construye referenciado en torno a un conjunto general de temas, que proponemos agrupar en siete (7) grandes líneas: 1) la exaltación del discurso subversivo e insurgente, 2) la reivindicación de los “sujetos subalternizados”, 3) la asignación de un “nuevo rol” a los militares en el proceso político de Nuestra América, 4) la desritualización del “culto a Bolívar”, 5) la actualización del pensamiento anti-capitalista, desde una visión histórica de lo “propio”, 6) una propuesta de trazado de una “geopolítica independiente” y 7) las ideas en torno al socialismo del siglo XXI.
Veamos la concreción breve de cada uno de estos elementos. Con respecto a la primera característica de los Legados de Chávez, el discurso político de Chávez encaja dentro de la idea que expresa Orlando Fals-Borda con respecto a la subversión: “como aquella condición o situación que refleja las incongruencias internas de un orden social descubiertas por miembros de éste en un período histórico determinado, a la luz de nuevas metas (utopía) que una sociedad quiere alcanzar”. El hacer de Chávez (antes, durante y después del 4F/1992) es un “hacer subversivo”. Chávez percibió las incongruencias del sistema de conciliación político que había caracterizado a la democracia venezolana desde su instauración en 1958.
Para Chávez, las formas de participación de la “democracia conciliatoria” no alcanzaban a cubrir las expectativas de cambio y reivindicación social e histórica del pueblo venezolano. Por ello, en su discurso político, la crítica al pasado (el puntofijismo) es una constante. Era necesaria una ruptura simbólica con ese pasado, que representaba una contravía a las “nuevas utopías” trazadas por él, desde su experiencia vital, tal como queda expresado en el texto de Ignacio Ramonet (Mi primera Vida). El propio Chávez asume que la rebeldía (la idea de subversión de Fals-Borda) era parte de su vida: “Desde muy niño fui llenándome de rebeldía contra todo lo establecido” (MI primera Vida, pág 158).
Esa primera característica de sus legados, se explica por la 2da: el carácter de sujeto subalternizado. Este concepto proviene del pensamiento de Antonio Gramsci, en sus Cuadernos de la Cárcel, específicamente en el texto “Historia de la clase dominante e historia de las clases subalternas”, ahí asume que la clase subalterna es aquella sometida a la dominación. No cabe duda que Chávez representa efectivamente al sujeto subalternizado por excelencia en la historia social de Nuestra América. Chávez es un “zambo”, es decir, el resultado del sincretismo cultural y físico entre afrodescendiente e indígena. Así Chávez es la concreción del sujeto excluido, explotado, subordinado, sometido, dominado en la historia de los vencedores. Representaba –por su propio origen- a los dos sujetos ahistóricos ( afrodescendientes e indígenas). Ahistóricos, no porqué carezcan de historia. Ahistóricos por las formas de colonialidad del ser y el saber que caracterizan la historia formal, no sólo en Venezuela sino en Nuestra América. La voz de Chávez, como sujeto subversivo – pero también subalternizado- era la voz de los excluidos, por ello la fácil identificación en todo el mundo con su discurso. Chávez hablaba desde su condición de excluido, de segregado socialmente por su origen humilde y al hacerlo, se “identificó” con todos aquellos que cómo él, habían sufrido segregación y discriminación.
El tercer elemento, es la asignación de un nuevo papel a los militares, más allá del cerco que representó la Doctrina de Seguridad Nacional, impuesta a través de la denominada Doctrina Truman, a los ejércitos en Nuestra América después de 1945. El pensamiento militar, la formación con la impronta e influencia de la Doctrina de Seguridad de los EEUU, marcó la formación del estamento militar con característica anti-populares, anti-democráticas y por ello el conjunto de “golpes de estado” a partir de la década de los años 50 del pasado siglo XX. La doctrina militar de Seguridad y defensa de los EEUU, impactó el tipo de formación del militar, asegurándose que este fuera una parte importante en la “contención” de la amenaza “comunista”, que según la Doctrina Truman, se ceñía sobre Nuestra América. Chávez al insurgir en 1992, conjuntamente con un grupo de militares, “rompe” ese paradigma que los militares en política actuaban siempre para reprimir y perseguir. Hay una revisión de las tesis acerca de la relación entre militares y poder civil, en la propia praxis de Chávez, que ha generado un amplio debate teórico sobre las formas de esa relación en Venezuela. Sobre este tema, hemos escrito en algún momento. Se esté de acuerdo o no con la presencia de militares en el ejercicio del poder político, en la praxis el accionar de Chávez mostró que la intervención de los militares en política, no siempre significa represión, persecución de los movimientos populares y mucho menos, golpes de estado.
El 4to legado, está también relacionado con su carácter insurgente y subversivo, está vinculado a una forma de deconstrucción simbólica del “culto a Bolívar”. El valor representativo del pensamiento de Bolívar para las élites políticas en Venezuela es clave. Al respecto, los estudios de Germán Carrera Damas muestran como ese culto ha sido parte esencial del ejercicio del poder. Chávez “rompe” esa forma de dominación simbólica de las elites del poder sobre el pensamiento de Bolívar. Genera una “desritualización”, que al mismo tiempo es una “popularización” del pensamiento de Bolívar como parte esencial del llamado a la “movilización y la participación”. En el discurso político de Chávez, el uso de la historia y particularmente del pensamiento bolivariano es clave en el propio carácter subversivo de su accionar político. Por ello, hay que entender el valor simbólico, en términos de confrontación política del accionar del Diputado Henry Ramos Allup, al asumir la Presidencia de la Asamblea Nacional en enero de 2016 y “sacar” al Bolívar “falseado” por Chávez. Chávez “popularizó” el uso y referencia de Bolívar, más allá de las elites políticas. De alguna manera “liberó” a Bolívar de su secuestro simbólico y con ello, generó un malestar importante en las elites políticas tradicionales.
El 5to legado, representado en la actualización del pensamiento anti-capitalista con una perspectiva histórica, se entiende en vinculación con los legados anteriores. La propia configuración de sujeto excluido, subalternizado por las prácticas – y controles legales e institucionales- de las formas de poder liberal en Nuestra América, impulsaron a Chávez a actuar en su propia dinámica histórica. Sin embargo, pronto comprendió Chávez que los problemas de dominación y explotación, ante los cuales insurgió el 4F, estaban presentes no sólo en Venezuela sino en todo el sur histórico, en eso que se ha dado en llamar una epistemología del sur. Esa propuesta de acción, es profundamente anticapitalista, antiimperialista pero con un sentido esencialmente histórico. Chávez inaugura una forma de lucha antineocolonialista que se basa en una búsqueda de las raíces históricas de la subversión emancipadora. Por ello su constante referencia a otros actores en la historia de Nuestra América y el mundo. Ello conecta las luchas de liberación de Chávez, con las luchas del Sur Global, sometido y en resistencia activa contra la dominación, volviendo su discurso una referencia en el mundo, desde las prácticas anti-hegemónicas.
El 6to legado, es una consecuencia del anterior. En esa epistemología del sur, queda incorporada una teoría geoestratégica y geopolítica propia. No es posible que el Sur Global “insurja” contra el “Norte Global”, sin la formulación de una geopolítica basada en la defensa de los recursos naturales, de lo “propio” ante la amenaza de los imperialismos colectivos. El pensamiento estratégico de Hugo Chávez al respecto, se transforma en una referencia para la lucha política, al sostener valores como la soberanía, la autodeterminación y la independencia. El pensamiento geopolítico de Chávez se concretó en un conjunto de acciones de integración de diversa índole, que adquieren valor en la perspectiva de las tensiones que experimenta el sistema-mundo en la actualidad.
Finalmente, para sellar los Legados de Chávez (en plural), hay que señalar sus aportes en torno a las ideas del Socialismo del Siglo XXI. Comenzó por una crítica al modelo del “socialismo real o soviético”, que pocos han reconocido, pero siguió con un debate sobre las características de esa búsqueda a una alternativa al capitalismo, desde la propia experiencia histórica. Chávez planteó una vía de construcción de lo que se ha dado en llamar un “socialismo democrático-participativo”, para diferenciarlo del socialismo burocrático-despótico. La transición al socialismo debe asumirse como una “radicalización” de la participación, evitando el “secuestro” de las elites dirigentes. Es este sin lugar a dudas, un legado que ha quedado plasmado en el denominado “Golpe de Timón”, lo que fue su última intervención pública en Consejo de Ministros.
Ante la coyuntura crítica que se experimenta en Venezuela, hoy más que nunca es necesario el rescate deliberativo y no dogmático de los Legados de Chávez. El peligro que una parte de la nomenklatura del PSUV se empeñe en encajonar en singular estos aportes, le resta alcance a un pensamiento que aún debe discutirse y debatirse, para evitar un punto de quiebre producto de la fosilización del impulso revolucionario.
Dr. Juan E. Romero. Historiador y politólogo. Diputado Asamblea Nacional. Director Centro de Investigaciones y Estudios Políticos y Estratégicos (CIEPES).
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