Eduardo Camin
La pandemia de la Covid-19 ha demostrado cómo las sociedades han infravalorado a los trabajadores clave y la importancia de ofrecer a estos trabajadores una remuneración adecuada y condiciones de trabajo decentes.Los países necesitan mejorar las condiciones de trabajo y los ingresos de los trabajadores clave – que fueron esenciales durante la crisis de la Covid-19 – para reflejar plenamente su contribución a la sociedad y su importancia en el funcionamiento diario de las economías, dice un nuevo informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
El informe, Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo 2023: El valor del trabajo esencial subraya lo mucho que las economías y las sociedades dependen de los trabajadores clave, y por otra parte se destaca lo infravalorados que están. Las malas condiciones laborales de éstos agravan la rotación de personal y la escasez de mano de obra, poniendo en peligro la prestación de servicios básicos. Según el informe, es necesario mejorar las condiciones laborales e invertir más en los sistemas alimentarios, la atención sanitaria y otros sectores clave para aumentar la resiliencia económica y social ante las crisis.
Los llamados trabajadores clave pueden encontrarse en ocho grupos ocupacionales principales que abarcan la sanidad, los sistemas alimentarios, el comercio minorista, la seguridad, la limpieza y el saneamiento, el transporte, las ocupaciones manuales y las técnicas y administrativas. En los 90 países en los que se disponía de datos, el 52% de todo el empleo lo realizan trabajadores clave, aunque en los países de renta alta, donde las actividades económicas están más diversificadas, la proporción es menor (34%).
Durante la crisis de la COVID-19 los trabajadores clave sufrieron en general tasas de mortalidad más elevadas que los otros. Entre las distintas categorías de trabajadores clave las tasas de mortalidad variaron; por ejemplo, en los países con datos disponibles, los trabajadores del transporte tuvieron tasas de mortalidad más elevadas que los trabajadores sanitarios. Los resultados revelan la importancia de la protección de la seguridad y la salud en el trabajo (SST), así como la mayor seguridad asociada al trabajo en lugares de trabajo formales, con representación colectiva.
Salarios más bajos, horarios más largos y otros déficits en las condiciones de trabajo
En todo el mundo, el 29% de los trabajadores clave están mal pagados (con un salario inferior a dos tercios del salario medio por hora). Por término medio, los trabajadores clave ganan un 26% menos que los demás empleados, y sólo dos tercios de esta diferencia se deben a la educación y la experiencia. En los sistemas alimentarios, la proporción de empleados clave mal pagados es especialmente elevada, un 47%, y en limpieza y saneamiento es del 31%.
Estos sectores emplean a una gran proporción de inmigrantes, especialmente en los países de renta alta.Casi uno de cada tres trabajadores clave tiene un contrato temporal, aunque existen considerables diferencias entre países y sectores. En la industria alimentaria, el 46% tiene un trabajo temporal. Uno de cada tres empleados en ocupaciones manuales y en limpieza y saneamiento, tiene un contrato temporal.
Los trabajos de limpieza y seguridad suelen subcontratarse, y otras ocupaciones clave se cubren habitualmente con trabajadores cedidos por empresas de trabajo temporal. Esto ocurre sobre todo en los almacenes, y cada vez más en la sanidad.
Más del 46% de los empleados clave de los países de renta baja trabajan muchas horas. Las jornadas largas son más frecuentes en el transporte, donde casi el 42% de los trabajadores clave de todo el mundo trabajan más de 48 horas semanales. Una parte sustancial de los trabajadores clave de todo el mundo también tienen horarios irregulares o jornadas reducidas.
Casi el 60% de los trabajadores clave de los países de renta baja y media carecen de algún tipo de protección social. En los países de renta baja, la protección social es mínima y sólo alcanza al 17% de los trabajadores clave. El panorama es aún más sombrío para los trabajadores clave autónomos en la mayoría de los países en desarrollo, ya que carecen casi por completo de protección social.
Garantizar un trabajo digno
«El personal sanitario, los cajeros de supermercado, los repartidores, los trabajadores postales, la gente de mar, los limpiadores y otras personas que suministran alimentos y artículos de primera necesidad continuaron desempeñando su trabajo, día tras día, incluso en el punto álgido de la pandemia, a menudo con gran riesgo personal,» declaró el Director General de la OIT, Gilbert F. Houngbo.
«Valorar a los trabajadores clave significa garantizar que reciben un salario adecuado y que trabajan en buenas condiciones. El trabajo decente es un objetivo para todos los trabajadores, pero es particularmente crítico para los trabajadores clave, que proporcionan necesidades y servicios vitales tanto en los buenos como en los malos tiempos».
El informe
Para garantizar la continuidad de los servicios esenciales durante futuras pandemias u otras crisis como catástrofes naturales, el informe recomienda una mayor inversión en las infraestructuras, la capacidad productiva y los recursos humanos de los sectores clave. La falta de inversión, especialmente en los sistemas sanitario y alimentario, contribuye a un déficit de trabajo decente que socava tanto la justicia social como la resiliencia económica.
Entre otras recomendaciones, el informe pide garantizar que los sistemas de salud y seguridad en el trabajo (SST) cubran todas las ramas de actividad económica y a todos los trabajadores, especificando claramente los deberes y derechos, mediante la colaboración entre el gobierno y los representantes de trabajadores y empresarios, y mejorar la retribución para compensar la infravaloración de los trabajadores clave y reducir la brecha salarial entre éstos y los que no lo son, incluso mediante salarios mínimos negociados o establecidos por ley.
Asimismo, garantizar horarios de trabajo seguros y predecibles a través de la regulación, incluida la negociación colectiva; adaptar los marcos jurídicos para que todos los trabajadores, independientemente de su situación laboral y sus acuerdos contractuales, estén cubiertos por la protección social, especialmente por la baja por enfermedad remunerada, y aumentar el acceso a la formación para que los trabajadores clave puedan realizar su trabajo de forma eficaz y segura.
El informe esboza un marco que los países pueden utilizar, como parte de un proceso de diálogo social, para identificar las lagunas en el trabajo decente y la resiliencia económica con respecto a sus trabajadores clave y servicios esenciales, y desarrollar una estrategia nacional para abordarlas con políticas e inversiones reforzadas.
Las fábulas del capitalismo trasnacional
En esta época marcada por un gran desajuste universal donde los poderes políticos son rehenes del consenso neoliberal, a nadie le viene a la mente explicar estas coyunturas, sin acudir a otra respuesta que no sea las fabulas del capitalismo trasnacional.Las confusiones voluntarias e «involuntarias» al interior de los estados capitalistas referentes a las condiciones laborales y al desempleo, nos llevan a interpelar y cuestionar sus métodos y esto a pesar de estar provistos de un consecuente arsenal informático.
Las crisis de los estados nacionales y la inoperancia, en muchos casos de las propias organizaciones sindicales o sociales renunciando a sus legítimas reivindicaciones,dejan hoy en manos de la lógica, de un sistema económico que impone la flexibilización, la desregulación y la competitividad a todos los niveles de una sociedad civil mundializada.
Los lamentables efectos del consecuente predominio de la economía sobre la política y del capitalismo sobre la democracia se hacen cada día más evidentes. En resumen, bajo los índices de la desocupación asistimos a una fase de explotación sin precedentes. Por lo tanto, creemosque son inútiles pues, los discursos moralistas y los lamentos reflejados en los informes de la OIT sobre los efectos sociales de tal situación. De lo que se trata es de salir de ella.
Pero los reclamos de sensibilidad social a los capitales inversores, suena a una versión laica de las encíclicas papales, por sí solos no pueden constituir la propuesta de los gobiernos, ya que la caridad no es vocación de las empresas. No obstante, los jefes de empresa y los operadores financieros tienen todos los motivos del mundo para felicitarse por el estado de cosas y vivir la vida que se presenta como una situación y una época bendita, ya que ninguna teoría, ninguna manera de pensar; ninguna acción seria se opone a ellos.
Entonces, ¿por qué continuar en la retórica discursiva de la «indignación» en foros sociales, en cumbres mundiales y renunciar a una acción seria en su país que se oponga a este estado de las cosas?¿No sería una estrategia más eficaz intentar ver las carencias de nuestro pensamiento y de nuestra acción política que han otorgado tal ventaja al sistema económico capitalista (y a la ideología neoliberal que lo sostiene y legítima) que parece ya irreversible?
Hasta que no se elabore una propuesta real y valiente para intentar salir de la situación presente – y no simplemente para paliar sus efectos más atroces–, estaremos deshojando la margarita en la eternidad de informes con planes de emergencia, y ayudas sociales, pero su destino político seguirá preñado de melancolía.
Cuando el nivel salarial de los trabajadores ya no llega a su mínimo vital, a la vez que la producción se duplica, en una sociedad cuyo desarrollo de la productividad haría posible la satisfacción de un número creciente de necesidades materiales con un esfuerzo de trabajo decreciente, cabría preguntarnos ¿qué justificación racional subsiste para la miseria extrema en la cual sobreviven miles de millones de seres humanos?
Recordaremos que otro Informe de la OIT nos señalaba que en 2020 sólo el 46,9 por ciento de la población mundial estaba efectivamente cubierta por al menos una prestación de protección social (indicador 1.3.1 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible), mientras que el 53,1 por ciento restante, es decir 4100 millones de personas, estaba totalmente desprotegido.
¿Por qué hoy en día, a un aumento del potencial productivo corresponde una disminución de la ocupación y de las condiciones materiales de vida? Se prevé que el desempleo mundial se sitúe en 208 millones en 2023, es decir, que supere en 11,3% su nivel de 2019 (unos 22 millones mas de desocupados), previo a la irrupción de la pandemia de coronavirus.
Bajos los signos del ritmo vertiginoso de transformación, el mundo globalizado, de complicación técnica, de automatización laboral, de creación científica, de mentiras reales, y verdades virtuales, impone una ráfaga de necesarias innovaciones en la convivencia social. Los informes constatan… pero las realidades no cambian.
*Periodista uruguayo residente en Ginebra, exmiembro de la Asociación de Corresponsales de Prensa de Naciones Unidas (ACANU) . Analista Asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
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