Por Matías Caciabue*
El 21 de Mayo, en la Cumbre de Salud del G20, el Director General de la OMS, el etíope Tedros Adhanom Ghebreyesus, fue claro respecto a la desigual distribución de las vacunas a nivel mundial: “Como se sabe, los países ricos tienen el 15% de la población mundial, pero el 45% de las vacunas. Los países de ingresos bajos y medios tienen casi la mitad de la población, pero acceso al 17% de las vacunas. La diferencia es realmente enorme”. Así es como la estructura económica internacional se vuelve, a partir de la Pandemia, más y más desigual.
Asistimos a un espectáculo de la desigualdad, donde Estados Unidos inventa estrategias de marketing y descuentos especiales para que sus ciudadanos acepten la vacunación, luego del daño hecho por los discursos antivacunas de las fracciones radicalizadas del trumpismo. Con depósitos rebosantes de dosis, Estados Unidos es el rostro de la vergüenza frente al estallido de casos en India e Indonesia, el continente nuevamente olvidado de África y las exultantes desigualdades entre las vacunas a cuentagotas de Palestina por un lado y, por otro lado el Estado de Israel que anunciaba el fin de los barbijos por alcanzar el objetivo de inmunidad mientras avanzaba en la ocupación territorial de Palestina.
Estados Unidos, el show de la abundancia y la disputa por el sentido común
El presidente Biden propuso como horizonte el día de la independencia estadounidense, el 4 de julio, como fecha para festejar el objetivo de la inmunidad por vacunación, fronteras adentro. Dijo en mayo: “Sabemos que hay millones de estadounidenses que necesitan un poco de estímulo para vacunarse”.
Desde el gobierno se desplegaron estrategias de marketing, en alianza con empresas privadas para lograr el cometido. Se lo vio a Biden anunciando descuentos en supermercados para vacunados o viajes gratuitos de Uber y Lyft a centros de vacunación. También los gobernadores, como el de Ohio, lanzando sorteos semanales de un millón de dólares o el alcalde de Nueva York promoviendo un vale de hamburguesas con papas fritas para quien recibiera el pinchazo.
Hasta las aplicaciones de citas se sumaron a la cruzada por la vacunación. El 21 de mayo el gobierno de EEUU informó que las apps Tinder, Hinge, Match, OkCupid, BLK, Chispa, Plenty of Fish, Bumble y Badoo ofrecían una nueva función para que los participantes señalaran si estaban o no vacunados contra el covid-19: “Según una encuesta de OKCupid, las personas que están vacunadas o planean vacunarse obtienen un 14 por ciento más de ‘matches’ que las personas que no planean vacunarse”.
El objetivo no se alcanzó, no por cantidad de dosis disponibles sino por la resistencia de los americanos alcanzados por las consignas “antivacunas”. El 6 de julio Biden anunció una nueva fase en la campaña de vacunación, con puestos en farmacias, oficinas, y hasta “vacunas puerta a puerta”, y les habló directamente a “los estadounidenses que se resisten a vacunarse”.
La cadena Fox News no transmitió los anuncios del presidente y según una encuesta del Washington Post-ABC News publicada el 7 de julio, 3 de cada 10 estadounidenses dicen que no es probable que se vacunen y el 20%, definitivamente no lo hará. El 86% de los demócratas se han vacunado, contra el 45% de los republicanos. La pandemia develando los problemas domésticos, y la disputa por el sentido común.
Israel, Palestina y la pandemia como un “crimen de guerra”
En oriente, el virus se sumó a una “pandemia” que azota a los pueblos desde hace décadas: la guerra desigual y miserable por la apropiación de sus recursos, encabezada por los mercenarios globales.
El 19 de abril, Yuli Edelstein, ministro de salud de Israel, anunció el retiro en todo el país de la imposición del uso obligatorio del barbijo al aire libre. “El nivel de morbilidad en Israel es muy bajo gracias a nuestra exitosa campaña de vacunación y, por lo tanto, podemos relajar más restricciones”.
El mismo día, la OMS confirmó la llegada a Palestina de 72.000 vacunas de la farmacéutica AstraZeneca, las cuales fueron enviadas a través del mecanismo de distribución gratuita COVAX. “OMS y UNICEF dan la bienvenida al segundo envío de vacunas COVAX que llega a los territorios palestinos ocupados: 43.200 dosis de vacunas AstraZeneca para la cámara frigorífica central de Nablus en Cisjordania, mientras que 28.800 dosis van a la Franja de Gaza”.
Israel se quita el barbijo y Palestina recibe a cuentagotas sus vacunas las limosnas. ¿No hay acaso una violación al Derecho Internacional Humanitario?
Nuevamente, la geopolítica de la desigualdad
Hay suficientes dosis para lograr la inmunidad de rebaño de toda la humanidad. Sin embargo, en vez de distribuirse de forma estratégica para alcanzarla, se concentran en pocos países para lograr extraordinarias ganancias en unas pocas manos: la de los laboratorios farmacéuticos y sus dueños, los fondos financieros de inversión de escala global.
Esos intereses fueron los que lograron imponer el programa dominante de gestión de la pandemia: un negocio entre privados y gobiernos afines, donde la prioridad no ha sido la vacunación sino la riqueza extraordinaria que ésta pueda proporcionar. Pocos se sorprendieron el pasado 18 de abril, cuando la OMSaseguró que el 75 % de las vacunas contra el Covid-19 se dieron en los 10 países más ricos del planeta. Como contracara, en esa misma fecha, unos 130 países, donde viven más de 2.500 millones de personas, no habían recibido ni una sola vacuna.
Por supuesto, hubo propuestas que reflejan otro conjunto de intereses, como es el caso de Rusia (con Sputnik) o China (conSinopharm ySinovac), que, desde iniciativas estatales con articulaciones público-privadas, buscan dar fin a la pandemia. En el enorme juego del tablero mundial, hay que decirlo, estas se encuentran subordinadas en la disputa. En otras palabras, estas iniciativas lograron comercializar una pequeña cantidad de dosis de vacunas a nivel mundial, si se comparan sus números con las propuestas monopólicas de AstraZeneca y Pfizer.
El desarrollo tecnológico está permitiendo resolver el problema y, sin embargo, el entramado de intereses y la estructura social basada en grandes poseedores y muchos desposeídos, impide una salida global de la pandemia y mucho menos una salida justa.
*Redactor-investigador argentino del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico de la Fundación para la Integración Latinoamericana (CLAE-FILA). Licenciado en Ciencia Política por la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC) de Argentina. Secretario General de la Universidad de la Defensa (UNDEF)
0 Comentarios