Claudio della Croce
Mientras el costo de los productos básicos aumenta al mayor ritmo de las últimas décadas y millones de personas van cayendo en la pobreza extrema este año, la riqueza de los milmillonarios de los sectores de la farmacéutica, la alimentación y la energía crece en mil millones cada dos días y se incrementó en 453 mil millones de dólares en los últimos dos pandémicos años.
Durante casi 25 años, el número de personas que viven en la pobreza extrema -con ingresos menores de 1,90 dólares al día- disminuyó constantemente, pero la tendencia se interrumpió en 2020, cuando la pobreza aumentó debido a las alteraciones causadas por la crisis de la Covid-19 y los efectos de los conflictos y el cambio climático. Unos 95 millones de personas se sumaron a la pobreza extrema en lo que va de 2022.
La disminución de los ingresos, la pérdida de puestos de trabajo y los ceses laborales durante la pandemia fueron especialmente perjudiciales para los hogares pobres. Las mujeres, los jóvenes y los trabajadores informales y de bajos salarios, en particular aquellos que viven en zonas urbanas, se encontraban entre los más afectados. La desigualdad aumentó tanto dentro de los países como entre ellos, causando impactos a largo plazo en el acceso a las oportunidades y la movilidad social.
Para el Banco Mundial, los efectos de las actuales crisis se harán sentir en la mayoría de los países hasta 2030 y así el objetivo de reducir la tasa absoluta mundial de pobreza a menos del 3 % para 2030 -comprometido antes de la pandemia- parece inalcanzable significativas.
Para Naciones Unidas, los efectos de las desigualdades no se limitan al poder adquisitivo. Las desigualdades repercuten en la esperanza de vida y el acceso a servicios básicos, como la atención sanitaria, la educación, el agua y el saneamiento, y pueden coartar los derechos humanos, por ejemplo, debido a la discriminación, el abuso y la falta de acceso a la justicia.
Las desigualdades afianzan la incertidumbre, la vulnerabilidad y la inseguridad, socavan la confianza en las instituciones y el gobierno, aumentan la discordia y las tensiones sociales, y desencadenan actos violentos y conflictos. Son las desigualdades de los ingresos y la riqueza las que impulsan el auge de las formas extremas de nacionalismo.
Superricos a expnsas del aumento de pobres
La riqueza de los milmillonarios aumentó más durante los 24 primeros meses de la pandemia que durante los 23 años que transcurrieron entre 1987 y 2010. La riqueza total que actualmente acumulan los milmillonarios de todo el mundo equivale al 13,9 % del PIB mundial, habiéndose triplicado desde el año 2000, cuando suponía el 4,4 %.
Casi un millón de personas podría caer en la pobreza extrema en 2022, al mismo ritmo al que la pandemia ha ido creando un nuevo milmillonario cada 30 horas. El informe se titula Beneficiarse del sufrimiento y se publicó con motivo de la reunión del Foro Económico Mundial en Davos.
Gabriela Bucher, directora ejecutiva de la ONG Oxfam Internacional afirmó que “Los milmillonarios se reúnen en Davos para celebrar el extraordinario aumento de sus fortunas. Para ellos, la pandemia, y ahora el astronómico aumento de los precios de los alimentos y de la energía, han supuesto, sencillamente, un periodo de bonanza.”
Otra cifra de referencia: 573 personas se convirtieron en milmillonarias durante la pandemia, a razón de un nuevo milmillonario cada 30 horas. En el lado opuesto, este año se espera que 263 millones de personas más se vean sumidas en la pobreza extrema, a un ritmo de un millón de personas cada 33 horas.
Bucher señala que las fortunas de los milmillonarios no han aumentado porque ahora sean más inteligentes o trabajen más duro. Las trabajadoras y trabajadores sí están trabajando más arduamente, pero por un salario más bajo y en peores condiciones.
“Las personas más ricas han manipulado el sistema con total impunidad durante décadas, y ahora están recogiendo los frutos. Se han embolsado una asombrosa parte de la riqueza mundial gracias a la privatización y los monopolios, aprovechando la desregulación y vulnerando los derechos de las personas trabajadoras mientras ocultan su dinero en paraísos fiscales, todo ello con la complicidad de los gobiernos», dijo.
Las empresas de los sectores energético, alimentario y farmacéutico están logrando beneficios sin precedentes, a pesar de que los salarios de las personas trabajadoras apenas han aumentado y tienen que hacer frente al mayor repunte de precios en décadas, en plena pandemia de la Covid-19.
Cinco de las principales empresas energéticas (BP, Shell, Total Energies, Exxon y Chevron) se embolsan en conjunto 2.600 millones de dólares en beneficios cada segundo. Por su parte, hay 62 nuevos milmillonarios en el sector de la alimentación.
La pandemia ha creado 40 nuevos milmillonarios en el sector farmacéutico. Empresas como Moderna y Pfizer se embolsan mil dólares en beneficios cada segundo gracias exclusivamente a su monopolio sobre la vacuna contra la Covid-19, a pesar de que para su desarrollo recibieron miles de millones de dólares de inversión pública. Estas empresas cobran a los gobiernos por las vacunas hasta 24 veces más del costo potencial de producción de vacunas genéricas.
En el área agrícola: junto a tan solo otras tres empresas, Cargill controla el 70 % del mercado agrícola mundial. El año pasado, Cargill logró los mayores beneficios de su historia (5.000 millones de dólares en ingresos netos) y se prevé que supere de nuevo en 2022 este récord. Solo en la familia Cargill hay 12 milmillonarios, cuatro más que antes de la pandemia.
Atrás de las cifras est´pa la aplicación de la desigualdad en el mundo. Los 10 hombres más ricos del mundo poseen más riqueza que los 3100 millones de personas que componen el 40 % más pobre de la humanidad. La riqueza de los 20 milmillonarios más ricos supera el PIB de todos los países de África subsahariana juntos.
Una trabajadora o trabajador que se encuentre en el 50 % más pobre del mundo tendría que trabajar 112 años para obtener los mismos ingresos que lo que una persona del 1 % más rico consigue en un solo año.
Ante este panorama hay tres posicionamientos. Uno, los que opinan que hay que seguir así e incluso profundizarlo (libertarios de ultraderecha). Hay quienes creen que hay que lograr frenar parcialmente esta voracidad, convencer a los millonarios que se autolimiten, que el sistema se autolimite, como forma de salvar el modelo liberal de desarrollo.
Y, también quienes consideramos que hay suficiente ilustración y experiencia como para terminar con este despojo. Falta decir ¡basta! y echarse a andar.
*Economista y docente argentino, investigador asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
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