por Utopix
Patrice Lumumba (1925-1961) fue el líder del movimiento por la independencia de la República Democrática del Congo, una ex-colonia belga. Una de las principales referencias de las luchas de liberación del continente, Lumumba se convirtió en primer ministro del Congo luego de la independencia en junio de 1960. Sin embargo, sus posiciones pan-africanistas y el acercamiento a la Unión Soviética lo convirtieron inmediatamente en una amenaza intolerable. Lumumba fue víctima de un golpe de Estado encabezado por Joseph-Désiré Mobutu, con apoyo de Estados Unidos y Bélgica, en septiembre de 1960, y sería ejecutado pocos meses después. Sin embargo, el joven líder se transformó en un mártir y una referencia en la lucha por la (verdadera) independencia y justicia social en África. En este discurso que dio en el Congreso por la Libertad de la Cultura en 1959, titulado «Unidad Africana e Independencia Nacional», Lumumba expuso los desafíos que enfrentaban los movimientos de liberación africanos, en las esferas política, social, económica y cultural, y insistió en la importancia de la unidad africana.
ABRE COMILLAS
Quisiera agradecer al Congreso por la Libertad de la Cultura y a la Universidad de Ibadan (Nigeria) por la amable invitación que me hicieron a participar en esta conferencia internacional donde se debate el futuro de nuestra amada África.
Ha sido muy gratificante para mí reunirme con una cantidad de ministros, intelectuales, sindicalistas y periodistas africanos, y figuras internacionales interesadas en los problemas de África. Es a través de estos contactos y reuniones personales de este tipo que los líderes africanos pueden conocerse y acercarse para crear la unión que es indispensable para la consolidación de la unidad africana.
En verdad, la unidad Africana tan ardientemente anhelada por todos los que se preocupan por el futuro de este continente sólo será posible y sólo será lograda si los políticos y líderes de nuestros respectivos países demuestran un espíritu de solidaridad, armonía y colaboración fraternal en la búsqueda del bien común de nuestros pueblos. Es por eso que la unión de todos los patriotas es indispensable, especialmente en esta época de lucha y liberación.
Las aspiraciones de los pueblos colonizados y esclavizados son las mismas en todas partes; su destino también es común. Más aún, los objetivos que persiguen los movimientos nacionalistas en territorio africano son los mismos. El objetivo común es la liberación de África del yugo colonial. Una vez que los objetivos son los mismos, los lograremos más fácil y rápidamente unidos que separados.
Estas divisiones, que las potencias coloniales siempre explotaron para dominarnos mejor, han jugado – y siguen jugando – un papel importante en el suicidio de África.
¿Cómo superar este impasse? En mi opinión, sólo hay un camino: uniendo a todos los africanos en movimientos populares o partidos unificados.
Todas las tendencias pueden coexistir en estos partidos que unan a todo el pueblo, y cada una tendrá su voz, tanto en la discusión de los problemas que enfrenta el país como en las relaciones públicas. Una democracia genuina funcionará en estos partidos y todos los miembros tendrán la satisfacción de expresar sus opiniones libremente.
Cuanto más unidos estemos, mejor resistiremos contra la opresión, la corrupción y las maniobras que los expertos de la política de “dividir para reinar” siguen empleando. Este deseo de tener partidos o movimientos unificados en nuestros jóvenes países no se debe interpretar como una tendencia hacia el monopolio político o un cierto tipo de dictadura. Nosotros mismos estamos en contra del despotismo y la dictadura.
Quisiera subrayar que sería más que sensato detener desde el primer momento cualquier maniobra por parte de quienes buscan aprovecharse de nuestras aparentes rivalidades políticas para ponernos unos en contra de los otros y así retrasar nuestra liberación de los regímenes coloniales.
La experiencia demuestra que en nuestros territorios africanos la oposición que algunas personas crean en nombre de la democracia no suele estar inspirada en una preocupación por el bien común. La búsqueda de la gloria y las ambiciones personales son las principales, sino las únicas, causas de este fenómeno. Sólo cuando logremos la independencia de nuestros países y cuando nuestras instituciones democráticas estén estabilizadas estará justificada la existencia de un sistema político plural.
La existencia de una oposición inteligente, dinámica y constructiva es indispensable para contrapesar la acción política y administrativa del gobierno en el poder. Pero este momento no parece haber llegado todavía, y dividir nuestros esfuerzos hoy sería altamente perjudicial para nuestros países.
Todos nuestros compatriotas deben estar convencidos que no estarán defendiendo el interés del país si se dividen o alientan estas divisiones. Sería el equivalente de balcanizar nuestro país y dividirlo en pequeños y débiles Estados. Una vez balcanizado el territorio, sería difícil volver a conquistar la unidad nacional. Llamar a la unidad africana para luego destruir sus bases no demuestra ningún deseo genuino de alcanzar esa unidad.
En esta lucha que desarrollamos pacíficamente hoy para conquistar nuestra independencia no tenemos intenciones de expulsar a los europeos de este continente, confiscar sus bienes o perseguirlos. No somos piratas. Al contrario, respetamos a cada individuo y el derecho al bienestar.
Lo que sí estamos determinados a hacer – y nos gustaría que quedara claro – es erradicar el colonialismo y el imperialismo de África. Hemos sufrido durante mucho tiempo y hoy queremos respirar el aire de la libertad. El Creador nos dio este pedazo del planeta que lleva el nombre de África: nos pertenece y somos sus únicos amos. Es nuestro derecho transformar este continente en un continente de justicia, derecho y paz.
Toda África está indoblegablemente empeñada en una lucha implacable contra el colonialismo y el imperialismo. Queremos despedirnos de la esclavitud y de la discriminación que tanto daño nos hicieron. Un pueblo que oprima a otro pueblo no es civilizado o cristiano. El Occidente tiene que liberar a África lo más pronto posible. Tiene que examinar su conciencia y reconocer el derecho de cada territorio a la libertad y la dignidad.
Si los gobiernos coloniales entienden rápidamente nuestras aspiraciones, negociaremos con ellos. Pero si tercamente insisten en considerar a África como su posesión, seremos forzados a considerar a los colonizadores como enemigos de nuestra emancipación. En esas circunstancias, desafortunadamente dejaremos de ser amigos.
Quiero aquí públicamente agradecer a todos los europeos que no han ahorrado esfuerzos para ayudar a nuestros pueblos en mejorar sus condiciones. Toda la humanidad les agradecerá por la magnífica misión de humanización y emancipación que llevan a cabo en algunas partes de África.
No queremos desconectarnos del Occidente, ya que sabemos que ningún pueblo en el mundo puede ser auto-suficiente. Estamos a favor de la amistad entre pueblos, pero el Occidente tiene que responder a nuestro llamado. Los occidentales tienen que entender que la amistad no es posible cuando la relación que tenemos es de subyugación y subordinación.
Los disturbios que ocurren actualmente en algunos territorios africanos seguirán ocurriendo si las potencias occidentales no acaban con el régimen colonial. Este es el único camino posible hacia una verdadera paz y fraternidad entre pueblos africanos y europeos.
Tenemos una necesidad urgente de asistencia financiera, técnica y científica del Occidente hacia un rápido desarrollo económico y la estabilización de nuestras sociedades. Pero el capital que nuestros países necesitan tiene que ser invertido de forma mutuamente beneficiosa. Los gobiernos nacionales en ese caso darán al capital foráneo todas las garantías necesarias. Los técnicos occidentales, a quienes hacemos un llamado urgente, vendrán a África no para dominarnos sino para servir y ayudar a nuestros países.
Los europeos tienen que aceptar la idea de que el movimiento de liberación que estamos levantando en todo el continente no es contra ellos, ni contra sus posesiones, ni sus personas, pero pura y simplemente contra el régimen de explotación y esclavitud que ya no estamos dispuestos a tolerar. Si aceptan poner un fin inmediato a este régimen instaurado por sus ancestros, viviremos en amistad y hermandad con ellos.
Hace falta un esfuerzo redoblado para acelerar la industrialización de varias regiones y el desarrollo económico de los países. Para eso, hacemos un llamado a los países aliados para que nos ayuden con capital y mucho personal técnico.
Las condiciones de los trabajadores negros mejorarán considerablemente. Los sueldos actuales son claramente insuficientes. La pobreza extrema de la clase obrera es la raíz de muchos de los conflictos sociales que existen actualmente en nuestros países. Los sindicatos tendrán un papel importante que jugar, un papel protector y educador. No es suficiente simplemente exigir un aumento de sueldo; hay una necesidad de formar a los trabajadores para que se hagan conscientes de sus deberes profesionales, cívicos y sociales, y también para que adquieran una concepción clara de sus derechos.
En el plano cultural, los nuevos Estados africanos deben hacer un gran esfuerzo para avanzar la cultura africana. Tenemos una cultura propia, valores morales y artísticos sin parangón, un arte de vivir y patrones de vida que son únicos. Todos estos esplendores africanos tienen que ser fielmente preservados y desarrollados. Tomaremos de la civilización occidental lo que sea bueno y bello, y rechazaremos lo que no nos sirva. Esta mezcla dará a África un nuevo tipo de civilización, una civilización auténtica que se corresponda con las realidades africanas.
Así mismo, hacen falta esfuerzos para liberar a nuestros pueblos psicológicamente. Se nota un cierto conformismo en muchos intelectuales, y los orígenes son bien conocidos. Este conformismo surge de las presiones morales y represalias a las que los intelectuales negros han sido sujetos a menudo. En el momento en que hablan la verdad les tildan de revolucionarios peligrosos, xenófobos, agitadores, elementos que hay que vigilar, etc.
Estas maniobras para intimidarnos y corromper nuestra moral deben cesar. Necesitamos una literatura genuina y una prensa libre que refleje las opiniones del pueblo, en vez de más afiches de propaganda y una prensa amordazada. Espero que el Congreso por la Libertad de la Cultura nos ayude en ese sentido.
Extendemos una mano fraterna al Occidente. Que eso demuestre el principio de igualdad y fraternidad que sus hijos siempre nos enseñaban en la escuela, un principio escrito con letras mayúsculas en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Los africanos deben ser tan libres como los demás ciudadanos de la familia humana y disfrutar de las libertades fundamentales establecidas en esta declaración y en los derechos proclamados en la Carta de las Naciones Unidas.
La época de los monopolios raciales está llegando a su fin. La solidaridad africana debe basarse en hechos y acciones concretas. Debemos formar un bloque para demostrar nuestra hermandad al mundo. Para eso, sugiero que los gobiernos que ya han alcanzado su independencia brinden todo su apoyo a los países que todavía no la han logrado.
Para profundizar los intercambios culturales y el acercamiento entre países franco- y anglo-parlantes, la enseñanza de tanto francés como inglés debe ser obligatoria en todas las escuelas africanas. El dominio de los dos idiomas pondrá fin a las dificultades de comunicación que africanos franco- y anglo-parlantes se enfrentan cuando se encuentran. Este es un factor importante para su interacción.
Las fronteras territoriales también se deben eliminar, para que los africanos puedan viajar libremente entre los diferentes Estados africanos. De igual modo, se deben crear becas para los estudiantes de los países colonizados.
Quiero aprovechar esta oportunidad para públicamente rendir honor al Dr. Kwame Nkrumah y al Sr. Sekou Touré por sus éxitos liberando a nuestros hermanos en Ghana y Guinea. África no será verdaderamente libre e independiente mientras alguna parte de este continente permanezca bajo dominación extranjera.
Termino mi intervención con este grito apasionado:
¡Africanos, levantémonos!
¡Africanos, unámonos!
¡Africanos, demos las manos y caminemos junto a quienes nos quieren ayudar a transformar este bello continente en un continente de libertad y justicia!
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