Manipur en llamas

 Es plena noche y el zumbar de los grillos constante resulta ensordecedor. En el piso hay un joven sentado con las piernas estiradas. Conforme el plano se abre, podemos apreciar que tiene las manos atadas. La oscuridad de la noche es sajada no solo por los flashes de los celulares apostados frente a la cámara que iluminan la macabra escena, sino por el color plateado violento de un revólver que resplandece apoyado en la nuca del joven. Casi sin aviso, el clank metálico que hace el arma al descargarse cesa abruptamente el tronar de los grillos, que a los pocos instantes resumen su incesante sonido, ajenos a lo que acaba de ocurrir.



La cabeza del jóven se sacude brevemente tras el impacto de la bala pero su cuerpo queda en la misma posición por unos segundos. Finalmente, el ejecutor, impaciente, le propina una patada en la espalda, haciéndolo caer en una fosa cavada en el suelo con un palo atravesado horizontalmente. El cuerpo del ejecutado se enrosca alrededor del palo para luego caer al piso de tierra, donde se revela la imagen de otra persona, también con las manos atadas, que corrió su misma suerte, seguramente segundos antes de que comenzara la grabación. Al tocar el fondo de la fosa, todos los presentes estallan en celebración, expresándose en un idioma desconocido.


Durante los restantes dos minutos de video, un sonido gutural emana del recientemente disparado, indicando que tal vez aún esté vivo, por lo que el grupo de hombres allí presente se da a la tarea de asegurarse que efectivamente haya muerto. Primero le incrustan con violencia un pico en su cabeza, luego le dan otro disparo en la nuca y finalmente le propinan múltiples patadas. Todo bajo el sonido constante de los grillos y de la risa de los allí presentes.  


Al final del vídeo -filmado en baja calidad y en horizontal, me faltó agregar- un fotograma estático permite darle contexto a tal barbarie. Es una foto tomada de cerca de tres cabezas: la del medio, sonriente, abraza atrayendo hacia sí a las otras dos en lo que si no fuese por la expresión de consternación en sus rostros se podría interpretar como un gesto de camaradería. Debajo de la misma se lee en inglés: “Un hombre kuki abraza burlonamente a dos meiteis antes de asesinarlos”. 


Recibir el video previamente descrito abrió para mí las puertas de un mundo desconocido, el de los kukis y meiteis, y me presentó la oportunidad de adentrarme en un conflicto étnico, cultural, económico y político que, a pesar de su larga existencia y su reciente escalada de violencia, ha quedado eclipsado en el panorama internacional donde parece que las únicas vidas que tienen valor son las de ucranianos o israelíes.


El valle de Imphal


El video al que tuve acceso es solamente una muestra -y pronto descubrí que ni siquiera es la más escabrosa de las grabaciones que circulan filmadas en la zona- de un conflicto que estalló en el corriente 2023 en el estado indio de Manipur, el más oriental de los 28 que integran a dicho país.


Su alejamiento geográfico de la capital ha propiciado un sentimiento histórico de abandono y de confrontación para con el gobierno central, que tras ver el surgimiento de distintos grupos separatistas étnicos en la región, en septiembre de 1980 declaró a Manipur y al resto de los estados del Noreste como “Zona de Disturbio”, imponiendo en la misma un acta que da poderes especiales a las fuerzas armadas para “mantener el orden público”.


Dicho evento acrecentó las diferencias entre los locales y el gobierno central y comenzó una insurgencia de baja intensidad contra fuerzas gubernamentales que duró hasta el cese al fuego pactado entre Nueva Delhi y algunos de los principales grupos separatistas étnicos en el año 2008.


Sin embargo, en el año 2023, la frágil paz lograda entre la población local y el gobierno central se desmoronó, dando paso a un conflicto local que, teniendo en cuenta el vasto tamaño de la India y las notables diferencias entre sus distintas regiones, podría considerarse casi como una guerra civil.


Para entender el por qué de la reciente ola de violencia entre kukis y meiteis, es importante entender primero la geografía de la zona.


La capital del estado, la ciudad de Imphal, se encuentra situada en el medio de un valle rodeado por distintos grupos montañosos, incluyendo la parte más baja de los himalayas.


De los 2.8 millones de habitantes que tiene el estado, aproximadamente el 60% de la población vive en la capital y pertenece a la etnia meitei, practicando la religión hindú. El 40% restante, que reside en las zonas montañosas circundantes, es de etnia Kuki y profesa la religión cristiana. Esta división demográfica es fundamental para comprender la dinámica en la región. Sin embargo, el reciente conflicto, además de tener un trasfondo principalmente étnico y en segundo lugar religioso, también posee un componente político.



Los parias de las montañas

Desde hace más de 2.500 años en la India, rige un sistema hereditario de estratificación social conocido como el sistema de castas, que se origina en la religión hindú, la cual es mayoritaria en dicho país. 

El mismo divide a la población en cuatro castas, siendo los brahmanes (sacerdotes y maestros) la casta más alta. Por debajo de ella se encuentran los chatrias (políticos y soldados), luego los vaishyas (comerciantes y artesanos) y debajo del todo los shudrás (esclavos, obreros y campesinos).

Por encima de la pirámide se encuentran los dioses, y por debajo de la misma los dalits, también conocidos como parias.

Los parias, la gente más empobrecida de la región, según textos hindúes antiguos representan una clase tan baja que los posiciona al nivel de los animales, y los relega a ejercer las profesiones más inhumanas e indeseables por el resto de la población. También llamados “intocables”, no solo no pueden casarse ni tener relaciones de ningún tipo con miembros de castas superiores sino que la gente intenta evitar pisar su sombra por considerarlos impuros.


En el año 1937, mientras India todavía estaba bajo el dominio británico, se introdujo el concepto de "castas y tribus registradas" (CC.RR y TT.RR de ahora en más) con el propósito de identificar y agrupar a las comunidades consideradas como "intocables" bajo un término unificado. En la primera Constitución de la India independiente, promulgada en 1950, se enumeraron un total de 1,108 castas registradas y 744 tribus registradas en todo el territorio nacional.


Para mejorar la situación de CC.RR y TT.RR, la constitución plantea una estrategia compuesta por tres partes


1- Implementación de medidas de protección, diseñando leyes que pretenden erradicar prácticas discriminatorias hacia las CC.RR y TT.RR que perpetúan la desigualdad. Pese a las nuevas medidas legales, la discriminación social y las atrocidades hacia las CC.RR y TT.RR sigue vigente, sobretodo en zonas rurales como lo es Manipur.


2- Aplicación de discriminación positiva, comúnmente conocida como política de reserva, con el objetivo de asegurar la representación política, el acceso a la educación, empleos y tierras para los miembros de las CC.RR y TT.RR.


3- Establecimiento de planes de desarrollo destinados a reducir la brecha económica entre las CC.RR y TT.RR y el resto de las castas. Se estima que el 27% de las CC.RR y el 37% de las TT.RR viven por debajo del umbral de la pobreza, un valor desmesurado en comparación con el 11% de la población general del país.


En Manipur, los kukis son designados como tribu registrada mientras que los meitei, al ser hindúes y habitar mayoritariamente en la ciudad, no. Esto ha ampliado aún más una brecha étnica, religiosa y cultural ya significativa entre ambos bandos, y ha llevado a que los meitei intenten lograr la designación de tribu registrada para sí mismos.


Obtener la designación de tribu registrada no solo les otorgaría a los meitei los beneficios de la discriminación positiva establecidos en la constitución previamente mencionados, sino que también les permitiría acceder a las tierras montañosas que actualmente solo pueden ser habitadas por los kukis, ya que se consideran "tierras tribales designadas", de acuerdo con lo establecido en el Acta de Reforma Territorial y Agraria de 1960.


Un problema transnacional 


La tensión inevitable que surge de la convivencia de casi 3 millones de personas, divididas en dos grupos étnicos con religiones distintas y trato diferencial por parte del Estado, en un territorio más pequeño que Haití o la provincia de Tucumán, se ve aún más complicada por factores regionales que agravan el asunto.


La guerra civil en Myanmar, país limítrofe con Manipur, propició que una gran cantidad de refugiados cruzaran la porosa frontera entre las dos naciones asentándose en las zonas montañosas, siendo muchos de ellos incluso de la propia etnia kuki pero nacidos en Myanmar.


Esto no sólo agravó la sensación de inseguridad dentro de la comunidad Meitei, que ya se encontraba superada en número, sino que también llamó la atención tanto del gobierno estatal de Manipur como del gobierno central del país.


Así fue que en noviembre de 2022, el gobierno estatal realizó un desalojo masivo de granjeros kukis con la participación de cientos de policías y fuerzas paramilitares. Esta operación tuvo lugar en un área declarada como "bosque protegido", y se argumentó que la aldea había sido establecida recientemente por inmigrantes de Myanmar, en contravención de las regulaciones vigentes. 


Los grupos tribales locales argumentaron que la inmigración es solo una excusa para expulsar a los kukis de sus tierras, señalándolo como una más de las varias medidas tomadas por el gobierno estatal de Manipur en su contra.


La versión estatal difiere considerablemente, y podría ofrecer una explicación sobre las tensiones en la zona, que van más allá de las diferencias étnicas, religiosas o de reconocimiento oficial. Esta versión apunta al control de la producción de adormidera, la planta de la que se obtiene el opio y posteriormente la heroína.


Al igual que en el Triángulo Dorado, a pocos kilómetros de Manipur (la segunda región de cultivo de opio más grande del mundo, que abarca gran parte del sur de Myanmar, norte de Tailandia y Laos), el cultivo y la distribución de esta planta no solo constituye una fuente de ingresos para los granjeros locales, sino también la principal fuente de financiación de los grupos independentistas étnicos. Estos grupos son señalados por las fuerzas estatales como organizaciones narco-terroristas que usan la lucha por la independencia como escudo para el narcotráfico.


Fármacos incluidos en la lista de medicinas esenciales de la Organización Mundial de la Salud tales como la codeína, la morfina, el tramadol, la oxicodona o el recientemente popular fentanilo, también son productos derivados de dicha planta. Si a esto le sumamos las drogas recreativas como la heroína o el opio, podemos hacernos una idea de la demanda global de adormidera y el interés por controlar las áreas de cultivo de la misma.


No es casualidad que las dos zonas de mayor producción de opio del Mundo, el previamente mencionado triángulo dorado y el creciente dorado, ubicado en Afghanistan y Pakistan, estén en constante conflicto entre grupos étnicos designados como narco terroristas por gobiernos que intentan recuperar el control de tierras que reclaman como propias, en base a líneas trazadas sobre un mapa décadas atrás por los poderes coloniales, sin respetar los pormenores étnicos, históricos y culturales de una región milenaria. 


Resulta difícil imaginar un mundo sin el consumo de opiáceos; de hecho, su uso está en constante aumento. Este incremento ha traído consigo un reguero de muertes por sobredosis, marcando un hito histórico en el 2022 con más de 100,000 fallecimientos tan solo en Estados Unidos.

Es por eso que cuesta creer que las intenciones del gobierno y de la mayoría meitei sean erradicar el cultivo de adormidera en la región, sino más bien hacerse con su control. 


Fuente: National Institute on Drug Abuse (NIH)


Escalada de la violencia


El pedido de los meitei para ser designados como TR llegó a la Suprema Corte de Manipur el 20 de abril de 2023, cuando un juez de la misma presentó el pedido al gobierno estatal.


El Foro de Líderes Tribales Indígenas (ITLF, por sus siglas en inglés) convocó a un paro total el 28 de abril en protesta no solo por la avanzada legal de los meitei, sino también por otro desalojo reciente llevado a cabo por el gobierno local, en el cual tres iglesias kukis fueron destruidas al considerarse construcciones ilegales en tierras gubernamentales.


El día del paro, el ministro en jefe de Manipur, N. Biren Singh, tenía previsto inaugurar un gimnasio al aire libre en Churachandpur, un distrito mayoritariamente kuki. No obstante, el lugar fue vandalizado y prendido fuego la noche anterior, lo que llevó a la cancelación del evento y a la declaración de un estado de emergencia en todo Manipur, incluyendo un apagón de internet por cinco días.


Sin embargo las protestas no terminarían allí, ya que el 3 de mayo siguiente fue la Unión de Estudiantes Indígenas de Manipur (ATSUM por sus siglas en inglés) la que convocó a una “Marcha de Solidaridad Indígena”, en oposición al pedido de los meitei de ser reconocidos como TR, y de la cual participaron aproximadamente 100.000 personas.


Esto provocó una respuesta por parte de los meitei, quienes se dirigieron en grupo a las zonas montañosas. Allí, saquearon y prendieron fuego casas, además de establecer bloqueos en las carreteras para emboscar a los manifestantes a su regreso de la marcha. A medida que se difundía la noticia de lo sucedido, kukis de distintas partes de la región se dirigieron a las zonas de conflicto para participar en las reyertas.


Los conflictos siguieron durante toda la noche en distintos puntos del valle de Imphal dejando un saldo de 1.500 desplazados de ambos grupos, más de 100 heridos y tres personas fallecidas.


En las siguientes veinticuatro horas, el gobierno de la India desplegó aproximadamente 10,000 unidades de respuesta a la zona, incluyendo varias unidades del grupo paramilitar Fusileros de Assam. Aunque la presencia militar contribuyó a calmar la tensión entre los dos grupos en conflicto, en los días subsiguientes, militantes kukis llevaron a cabo repetidos ataques contra las fuerzas del orden, resultando en la muerte de soldados y policías en diversas emboscadas.


Al día de la fecha se estima la cuenta de fallecidos en 181 y de desplazados en más de 60.000. 


Los Protagonistas


El Primer Ministro de la India, Narendra Modi, no se pronunció sobre el conflicto hasta tres meses después de iniciado el mismo, y no fue por motus propio sino por el clamor popular tras la viralización de un video particularmente grotesco.


En el mismo, el cual no pude -ni quise- ver por lo que me guio por distintos relevamientos del mismo en diversos portales, se puede observar cómo una turba de hombres obliga a dos mujeres de entre 20 y 40 años, a caminar desnudas por una calle en el distrito de Thoubal, mayoritariamente kuki. Algunos de los hombres las manosean y las arrastran violentamente hacia un terreno baldío lindero al camino.


Luego de diversas violaciones por parte de los hombres identificados como meitei, las mujeres lograron escaparse y radicar una denuncia policial horas más tarde.

En su testimonio, relataron que todo comenzó cuando unos 1.000 hombres invadieron su aldea portando armas de gran calibre, incendiando y saqueando casas. Desesperadas, huyeron al bosque junto a otra mujer (también víctima de violaciones pero que no fue grabada) y dos familiares masculinos. Allí se encontraron con fuerzas policiales que patrullaban la zona y las evacuaron rumbo a la comisaría, sin embargo a dos kilómetros de llegar, se toparon con un retén meitei que superaba en número a los efectivos policiales, resultando en su captura y sometimiento al atroz crimen previamente mencionado.


El discurso de Modi, pronunciado frente al Parlamento, se refirió a los hechos vistos en la grabación como “una verguenza para toda la Nación” y prometió usar todo el peso de la ley para traer justicia a “las hermanas de Manipur”. 


No obstante, diversas voces criticaron la tardanza de su pronunciamiento sobre un conflicto que al día de su discurso ya se había cobrado más de 100 vidas, así como el hecho de que no se haya hecho presente en la zona de conflicto.


Algunos fueron más allá, como el arzobispo del estado de Kerala, Joseph Pamplany, que acusó a Modi de callar sobre los acontecimientos durante tanto tiempo en un intento por destruir las comunidades cristianas en Manipur y el resto de la India, en pos de favorecer a la religión hindu mayoritaria en toda la región.


En el video mencionado al comienzo del presente artículo, que dió inicio a mi investigación sobre el tema, omití un detalle. El joven ejecutado, al caer en la fosa, revela la camiseta que viste: negra, con un logo rojo en la espalda, apenas visible producto de la oscuridad de la filmación.


Con el tiempo, descubrí que dicho logo pertenece a Arambai Tenggol, una organización social catalogada por algunos como un grupo extremista que busca restablecer el sanamahismo, la religión étnica de los meitei.


Del lado Kuki, la Organización Social Kuki (KNO por sus siglas en inglés) parece ser el conglomerado principal bajo el cual se agrupan diversos grupos armados, siendo el Ejército Nacional Kuki (KNA) el más importante de ellos. 


Contrario a los meitei, con límites étnicos bien definidos, los kukis tienen un apoyo más amplio y difícil de precisar. En 2002, el historiador Willem van Schendel, de la Universidad de Ámsterdam, acuñó el término geográfico 'Zomia' (proveniente de la palabra “zomi” que significa montañés en diversos idiomas indo-tibetanos) para referirse a la región más elevada del sur y sureste asiático. 


Esta zona de más de 2.500.000 km2 tiene límites difusos pero alberga en la rugosidad de su terreno a un grupo amorfo de aproximadamente cien millones de personas de minorías étnicas marginalizadas, que sólo tienen en común su lejanía geográfica y sentimental con los países a los que se supone que pertenecen


Si bien los montañeses de Vietnam, por ejemplo, son de un grupo étnico completamente distinto a los de Tíbet o Pakistán, lo que los une es el hecho de ser de una minoría que al habitar históricamente terrenos elevados y de difícil acceso, les permitió mantener su cultura y sus costumbres casi intactas al estar al margen del control de los gobiernos nacionales.


El conflicto en Manipur refleja una puja más amplia y global entre lo rural y lo urbano, agravado en este caso por las diferencias étnicas y religiosas


Resulta difícil imaginar que los meitei renuncien a su búsqueda de reconocimiento como tribu registrada o que los kukis accedan a ceder tierras y derechos otorgados por la Constitución. Esta realidad dificulta ser optimista sobre una solución pacífica en un futuro cercano. Duele pensarlo, pero tal vez el estado natural de Manipur sea el de conflicto como lo marca su historia, especialmente dadas las fronteras establecidas por los británicos al retirarse de la zona y que obligan a grupos étnicos tan diversos a coexistir bajo un mismo gobierno nacional, apostado a miles de kilómetros en Nueva Delhi.



Rama Branch

Noviembre 2023, Chiang Mai, Tailandia


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