Por Gonzalo Armua
En los últimos días, una serie de cumbres internacionales ha puesto de manifiesto la profunda crisis de un orden mundial incapaz de articular respuestas frente a los desafíos existenciales de nuestra época. Bakú, Lima y Río de Janeiro fueron escenarios de reuniones que, en lugar de alumbrar soluciones, revelaron las grietas de un sistema en implosión. Desde la cuestión palestina hasta el cambio climático, pasando por las tensiones geopolíticas entre Estados Unidos y China, lo que vemos es el ocaso de un modelo que ya no responde a las necesidades de los pueblos, sino a los intereses de un puñado de élites corporativas y políticas. Pero la crítica a este orden esta teniendo cada vez mas fuerza desde los sectores negacionistas y conservadores de mercado antes que de los sectores organizados por la felicidad de los pueblos.
Estos encuentros han puesto de manifiesto las profundas contradicciones de un orden que agoniza, así como los esfuerzos de algunos líderes, como Lula o Sheinbaum por plantear alternativas concretas. Sin embargo, el balance general es desalentador: un entramado global fracturado, incapaz de responder con eficacia a desafíos apremiantes como la justicia social, la emergencia climática y los reordenamientos geopolíticos. Porque si algo está claro es que este "orden global" no solo es ineficaz, sino profundamente injusto. Y mientras las potencias disputan su lugar en un tablero fragmentado, los pueblos de América Latina seguimos esperando, sin muchas esperanzas, que el discurso multilateralista se traduzca en acciones concretas.
Bakú: La impotencia contra Cambio Climático
La COP 29, realizada en Bakú, es otra muestra del divorcio entre los discursos y la realidad. En un mundo donde los glaciares se derriten a un ritmo alarmante y las catástrofes climáticas afectan cada vez más a los sectores vulnerables, las grandes potencias siguen apostando por un modelo económico extractivista. A esto se suma la designación por parte del presidente electo Donald Trump de Chris Wright como Secretario de Energía de Estados Unidos, un hombre ligado a la industria de los hidrocarburos. ¿El Sur Global, que aporta menos del 10% de las emisiones globales, es quien paga el precio más alto por la crisis climática. Sin embargo, en Bakú no se habló de justicia climática, ni de financiamiento para los países que enfrentan inundaciones, sequías y pérdida de biodiversidad. El cambio climático no es solo un problema ambiental, es un problema de justicia. Y mientras las grandes potencias discuten sobre metas a 2050, los campesinos, pescadores y pueblos originarios ya están sufriendo las consecuencias. Aun cuando las declaraciones y acuerdos impotentes sean criticables por su ineficacia, aun peor es el rechazo directo a la problemática que abordan, este ultimo caso es el de Milei que directamente ordenó retirar a la delegación argentina de esta cumbre. De un orden impotente a un orden “gore”.
Lula , Sheinbaum y el Esfuerzo por una Agenda Global con Sentido Social
En la Cumbre del G20 en Río de Janeiro, Lula da Silva demostró ser una figura destacada en medio de la descomposición del orden global. Sus propuestas no solo evidenciaron un análisis profundo de las problemáticas estructurales, sino que también presentaron soluciones concretas orientadas hacia la justicia social y climática. Uno de los puntos más significativos de su intervención fue la propuesta de implementar un impuesto global a los mega-ricos, una medida diseñada para financiar programas destinados a erradicar la pobreza extrema y combatir el cambio climático. Esta idea, aunque incómoda para las élites económicas que dominan el escenario internacional, plantea una salida viable y necesaria frente a la creciente desigualdad.
Asimismo, Lula lideró la creación de la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza, que incluye un enfoque integral que abarca transferencia de ingresos, alimentación escolar y mejoras en la salud materna. Esta iniciativa, respaldada por un análisis de necesidades en los países en desarrollo, representa un esfuerzo concreto por priorizar a los sectores más vulnerables en las discusiones globales.
En un contexto donde los discursos ambientales suelen quedarse en meras declaraciones, Claudia Sheinbaum, presidenta de México, presentó una propuesta innovadora y viable. Su idea de destinar el 1% del gasto militar mundial a programas de reforestación y sostenibilidad, inspirada en la iniciativa "Sembrando Vida", no solo busca mitigar los efectos del cambio climático, sino también transformar la economía rural. Sheinbaum subrayó que esta medida podría generar empleo para seis millones de personas y reactivar economías locales, especialmente en zonas rurales y desfavorecidas. Su discurso fue un llamado a repensar las prioridades globales: menos armas, más árboles; menos guerra, más vida.
El Doble Juego de la APEC: Entre el "Hackeo" de China y la Contradicción de Perú
La Conferencia Económica Asia-Pacífico (APEC), celebrada en Lima, es en sí misma un ejemplo de las ironías del sistema internacional. Creada por Estados Unidos en 1989 con el objetivo de bloquear la influencia de China en Asia-Pacífico, la APEC se ha convertido en un espacio donde Beijing no solo ha ingresado, sino que ha tomado un rol protagónico. La inauguración del Megapuerto de Chancay , financiado por China, simboliza este "hackeo" desde adentro. Este puerto, diseñado para ser un centro logístico estratégico, consolida la influencia de China en América Latina, una región históricamente bajo la órbita de Washington.
En contraste con este avance chino, el gobierno peruano, liderado por Dina Boluarte, muestra los peores vicios de un sistema político entreguista y cipayo. Mientras Boluarte intenta legitimarse a través de eventos internacionales como la APEC, en el interior del país su administración es denunciada por la represión violenta de protestas y el despojo de territorios indígenas. Esto se expresa también en los bajísimos niveles de aceptación, no solo de su gobierno, sino de todos los poderes de un estado corrompido y cleptócrata.
Este doble estándar refleja una contradicción fundamental: mientras Perú busca presentarse como un actor relevante en el escenario global, internamente enfrenta una crisis de legitimidad y derechos humanos. El modelo económico extractivista, respaldado por el gobierno, choca directamente con las demandas de justicia ambiental y social de las comunidades afectadas.
En paralelo, la gira de Xi Jinping por América Latina representa un punto de inflexión en el reordenamiento geopolítico. La inauguración del puerto de Chancay, reafirma la capacidad de China para construir proyectos de infraestructura que redefinen las dinámicas regionales. Hay que tener en cuenta que China, que se ha convertido en el principal socio comercial de América Latina, propone un modelo alternativo al liderazgo estadounidense. Sin embargo, este modelo también plantea desafíos, especialmente en términos de soberanía y sostenibilidad. La pregunta central es si la región puede negociar desde una posición de mayor autonomía o si continuará reproduciendo lógicas de dependencia, ahora bajo el paraguas chino. Pero siempre partiendo de la pregunta por “la región”, de pensarse solo desde cada país, la respuesta ya esta dada.
El Fracaso de Javier Milei: Belicismo, Sumisión e Incoherencia
El desempeño de Javier Milei en la Cumbre del G20 fue una muestra lamentable de cómo no se debe hacer política internacional. Tras una campaña electoral y una gestión cargadas de retórica belicista y declaraciones contra la “China comunista”, Milei se presentó en Río de Janeiro con una postura que osciló entre la incoherencia y la sumisión. “ un gatito mimoso” de los comunistas.
Su reunión con Xi Jinping, lejos de marcar una posición firme, mostró a un presidente argentino incapaz de sostener la mirada, mucho menos un argumento sólido, frente al líder chino. Este contraste entre el discurso incendiario de campaña y su comportamiento dócil en la arena internacional no es pragmatismo: es una falta de preparación y liderazgo.
Además, su insistencia en priorizar relaciones con Estados Unidos e Israel, mientras Argentina enfrenta una crisis económica que requiere diversificar alianzas, refleja una visión política limitada, sobreideologizada y peligrosa para los intereses nacionales. En un mundo que exige cooperación multilateral, el enfoque aislacionista y confrontativo de Milei solo exacerba las tensiones y aísla a Argentina de oportunidades estratégicas. Nunca en la historia de nuestro país, y de los países del tercer mundo, funcionó el juego del mimetismo estratégico con las potencias. Por el contrario, los mayores niveles de autonomía y soberanía se lograron en escenarios de disputa en el orden internacional. Tal vez la lectura mas clara de un estadista argentino en este tipo de escenarios fue la de Perón.
Un Nuevo Orden para los Pueblos, No para las Élites
Las cumbres recientes son un espejo de un mundo en transición: un orden global que se desmorona, mientras las alternativas aún no logran consolidarse. Mientras líderes como Lula da Silva y Claudia Sheinbaum plantean propuestas concretas y progresistas, otros, como Javier Milei y Dina Boluarte, representan el fracaso de la política como herramienta transformadora. La critica al orden internacional actual es válida pero no para quitar “los estorbos progres” a las elites mundiales en su desenfreno de acumulación sino para poner el eje en los problemas reales de miles de millones de personas que habitan este planeta y padecen las múltiples injusticias estructurales de un sistema económico y político que se basa en la desigualdad, la explotación y la destrucción.
¿Qué podemos esperar del futuro? El sistema internacional actual está diseñado para mantener el statu quo, no para transformarlo. Si bien el colapso de este orden también abre la posibilidad de construir algo nuevo, eso nuevo no necesariamente significa que sea mejor para los pueblos. Lo nuevo puede ser siempre peor. La pregunta por el futuro también tiene que acompañarse con el ¿ para quienes? Y con las propuestas que permitan organizar e implementar una transformación estructural que ponga el “freno de mano” bejaminiano ante el abismo. Un primer paso es que esos millones de seres humanos que padecen las consecuencias de este orden ,y del que las elites quieren construir, tengan voz. Chávez tenia una orientación clara: "Si quieres eliminar la pobreza, dale poder al pueblo."
América Latina tiene un papel clave en este proceso. Somos una región rica en recursos, pero también en historia y cultura de resistencia. Necesitamos una nueva "Patria Grande", una unidad que nos permita enfrentar juntos los desafíos del siglo XXI. Esto implica no solo resistir al imperialismo, sino también construir alternativas al modelo vigente.
La cuestión palestina, el cambio climático, las tensiones entre Estados Unidos y China: todos estos temas están conectados. Son síntomas de un sistema que ya no funciona. Pero también son una invitación a repensar el mundo desde los márgenes, desde las periferias, desde los pueblos que nunca fueron escuchados. El (des)orden mundial actual es insostenible. La pregunta no es si colapsará, sino qué lo reemplazará. Y aquí, desde América Latina, tenemos una responsabilidad histórica: ser la voz de los que no tienen voz, ser la fuerza que construya un nuevo orden basado en la justicia, la solidaridad y la dignidad humana. Porque, como dijo alguna vez Eduardo Galeano, "otro mundo no solo es posible, es necesario".
Gonzalo Armua es Coordinador de política internacional de la Fundación para el Desarrollo Humano Integral.
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