Por Adrián Gimenez
Antecedentes: Fragmentación actual de la izquierda en Uruguay
Desde hace décadas, las principales expresiones de la izquierda en Uruguay se presentan electoralmente por separado, desde que el progresismo llegó al gobierno en 2005.En las elecciones de 2009, la Asamblea Popular se presentó por primera vez por fuera del Frente Amplio y, en 2014, logró acceder al Parlamento. Sin embargo, aún hay sectores de izquierda que continúan presentando listas de candidatos dentro del Frente Amplio y acatando su disciplina partidaria.
En 2019, con el crecimiento y el triunfo de la derecha, la Asamblea Popular perdió la representación parlamentaria, y los sectores de izquierda dentro del Frente Amplio retrocedieron electoralmente.
Resultados: Debacle electoral y reconfiguración de fuerzas
El domingo 27 de octubre, la debacle electoral de la izquierda fue total: la Asamblea Popular perdió la mitad de los votos obtenidos en 2014 y las agrupaciones de izquierda dentro del Frente Amplio quedaron reducidas a su mínima expresión electoral.
Esto ocurrió porque los sectores más avanzados políticamente del movimiento obrero concentraron su voto en la Lista 609, liderada por Mujica y Yamandú Orsi, y en la lista 1001, de Oscar Andrade y Marcelo Abdala, quienes capitalizaron políticamente la campaña del PIT-CNT con un millón de votos contra la privatización del Sistema de Seguridad Social y el aumento de la edad de retiro de los trabajadores de 60 a 65 años.
Desobediencia y apoyo masivo al "Sí" de la Papeleta Blanca
Un hecho relevante es que muchos votos de la Lista 609, de la "tradición tupamara", se emitieron junto a la papeleta del "Sí", en desobediencia a la recomendación de Mujica y del candidato presidencial Yamandú Orsi.
Esto constituye un fenómeno político de gran importancia, ya que muestra una desobediencia masiva de centenares de miles, quienes decidieron actuar en contra de la orientación de sus líderes.
Tal es la magnitud de la crisis que la ex vicepresidenta Lucía Topolansky se quejó amargamente en la prensa de que "hubo gente que agarró nuestra lista para repartirlas con cosas -léase papeletas por el SI- que nosotros no recomendábamos" (M24 - 28/10/24).
Tal es la magnitud de la crisis que la ex vicepresidenta Lucía Topolansky se quejó amargamente en la prensa de que "hubo gente que agarró nuestra lista para repartirlas con cosas -léase papeletas por el SI- que nosotros no recomendábamos" (M24 - 28/10/24).
Esta queja de Topolansky admite, indirectamente, que el porcentaje de votos indisciplinados a la 609 con la Papeleta Blanca del SI fueron una gran cantidad más de los esperados.
La dirigencia progre-woke de la Lista 609 se ha visto obligada a aceptar, muy a su pesar, esta desobediencia de sus propios votantes, un hecho que tiene pocos precedentes históricos. Incluso si analizamos la situación a nivel del Frente Amplio en su conjunto, es muy probable que una amplia mayoría de sus votantes, en todas sus listas, hayan apoyado la reforma promovida por el sindicalismo obrero.
También es significativo el dato de que entre 100.000 y 150.000 votos al "Sí" se emitieron junto a hojas de votación de los partidos del gobierno, o que hubo 30.000 votos en blanco para la elección de representantes, pero con la papeleta blanca del "Sí".
Resumen político
Claramente, la diversidad política de este millón de votos al "Sí" demuestra que no existe un alineamiento ideológico común, sino una reivindicación económica con un gran respaldo popular.
Sin embargo, es importante recordar que este movimiento tiene su origen en el sector más clasista, combativo y con tradición política de izquierda del movimiento sindical, y que, para que el PIT-CNT lo asumiera como propio, fue necesario neutralizar a -casi- un tercio centrista (Lista 1001-FA) para poder derrotar al sector más subordinado al progresismo y la socialdemocracia dentro del Frente Amplio.
Donde la izquierda se une, avanzamos y somos útiles para las causas populares. Es contradictorio, pero Real como la vida misma: los sectores más avanzados del movimiento obrero apoyaron, militaron "orejana" y masivamente por el "Sí", aunque al mismo tiempo votaron por la 609 y la 1001, abandonando a las expresiones de la izquierda "radical" que anteriormente apoyaban.
Resumen político
Claramente, la diversidad política de este millón de votos al "Sí" demuestra que no existe un alineamiento ideológico común, sino una reivindicación económica con un gran respaldo popular.
Sin embargo, es importante recordar que este movimiento tiene su origen en el sector más clasista, combativo y con tradición política de izquierda del movimiento sindical, y que, para que el PIT-CNT lo asumiera como propio, fue necesario neutralizar a -casi- un tercio centrista (Lista 1001-FA) para poder derrotar al sector más subordinado al progresismo y la socialdemocracia dentro del Frente Amplio.
Donde la izquierda se une, avanzamos y somos útiles para las causas populares. Es contradictorio, pero Real como la vida misma: los sectores más avanzados del movimiento obrero apoyaron, militaron "orejana" y masivamente por el "Sí", aunque al mismo tiempo votaron por la 609 y la 1001, abandonando a las expresiones de la izquierda "radical" que anteriormente apoyaban.
La mayoría de los trabajadores sindicalizados que respaldan dirigentes combativos en sus gremios votaron a la Lista 609, que se opuso al plebiscito NEGÁNDOSE a ensobrar la papeleta blanca del "Sí". También votaron por la Lista 1001, cuyos dirigentes sindicales, durante toda la campaña de recolección de las más de 430.000 firmas, no dejaron de señalar sus diferencias políticas con la redacción y los contenidos de la propuesta, aunque luego durante la campaña si ensobraron la papeleta blanca junto a su Lista.
Perspectivas para los próximos cinco años: La izquierda ante el desafío de la unidad política
Los dirigentes sindicales que lideraron el triunfo interno en el PIT-CNT para iniciar la recolección de las 430.000 firmas, las cuales hicieron posible este Plebiscito con casi un millón de votos, están en posición de reemplazar a los dirigentes políticos de la izquierda que fracasaron en las elecciones del domingo 27.
Es probable que, si el Frente Amplio gana, con Gabriel Oddone en el Ministerio de Economía se implementen nuevos ajustes. Además, si Mario Bergara u otro "astorista" ocupa el cargo en Relaciones Exteriores, Uruguay podría volver a alinearse con Estados Unidos y la OTAN en un contexto de tensiones bélicas. Sin embargo, los procesos políticos internos que durante los 15 años de gobierno del Frente Amplio requerían más tiempo, ahora podrían desencadenarse en cuestión de semanas.
Hace dos años que el mundo ha ingresado en una nueva fase de "guerra fría", y una parte del Frente Amplio expresa abiertamente su intención de alinearse con Occidente y la OTAN, lo dice abiertamente para quien lo quiera escuchar, lo que entra en una contradicción cada vez más profunda con su base activa, la cual deposita grandes esperanzas en los BRICS+ y la resistencia Latinoamericana de Cuba, Venezuela y Nicaragua.
La nueva dirigencia de izquierda tiene la tarea de lograr la Unidad Política entre las agrupaciones dentro y fuera del Frente Amplio, lo cual exige una autocrítica rigurosa.
La izquierda por fuera del Frente Amplio debe romper definitivamente con el sectarismo que equipara al gobierno de Lacalle Pou con los gobiernos del Frente Amplio. Este sectarismo, que le pasa una Tabla Rasa a todo el sistema político, generaliza sin matices todo el sistema político, se autoproclama "antisistema", pero, en la práctica, resulta funcional al sistema, ya que termina siendo resumido por figuras como Gustavo Salle o, en el peor de los casos, Manini Ríos.
En tiempos de crisis del capitalismo, asumir que "es lo mismo" izquierda y derecha, o un gobierno socialdemócrata del Frente Amplio y uno neoliberal de la Coalición Republicana, acaba favoreciendo a la derecha reaccionaria, independientemente de las intenciones proclamadas.
Pero también deben hacer una severa autocrítica las agrupaciones de izquierda dentro del Frente Amplio, que fracasaron CON TODO ÉXITO en sus presentaciones electorales. Es absolutamente comprensible que sus exvotantes opten por el VOTO ÚTIL a la 609, la 1001 o incluso la 90, que también respaldó el "Sí", aunque incluyera en segundo lugar al Senado a Mónica Xavier (cultora de la alternancia liberal-democrática).
Si "lo único" viable políticamente es acumular dentro del Frente Amplio acatando su DISCIPLINA PARTIDARIA ¿Por qué votar a una Lista que no tiene posibilidades de obtener ninguna representación? Es más probable que votando a una "Lista Grande" que aspira a disputar el voto de izquierda haya más posibilidades de integrar la "mayoría disciplinadora" que la "minoría acatadora".
Este tipo de razonamientos, por más prosaicos que puedan parecer, son los que prevalecen frente al vacío de política contra hegemónica. Es normal que en condiciones de Paz Social, la lógica del Voto Útil traccione hacia el centro político y las ideas hegemónicas del Liberalismo clásico.
La izquierda debe comprender que desde 1996, cuando la derecha impuso el balotaje, para mantener el gobierno en 1999, ya no existe una obligación política de acatar la disciplina partidaria de la Socialdemocracia, ni de ningún otro "grupo de opinión" centro-izquierdista. De la misma forma que presentarse electoralmente, fuera del Lema Frente Amplio no impide llamar a votar al candidato progresista en el balotaje, con política insubordinada.
Este próximo quinquenio es el período en el que los compañeros que impulsaron la unidad sindical, que dio origen a este Plebiscito, deben dar el salto a la militancia política para liderar a la izquierda, ya que lo poco que quedaba de autoridad desapareció el domingo pasado.
Será una tarea difícil y es probable que a muchos les cueste dar este paso, pero, como en toda lucha, cuando unos pocos "hacen punta" al comienzo, le muestran perspectivas de triunfo a todos los compañeros.
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