Por: Gabriel Vera Lopes
En un escenario marcado por grandes incertidumbres, Argentina finalmente elegirá este domingo (19) quién gobernará el país por los próximos cuatro años. Fueron cuatro meses de una larga y sinuosa carrera electoral que llega a su punto final enfrentando al oficialista Sergio Massa con el ultra-derechista Javier Milei.
Quien resulte ganador asumirá la banda presidencial el próximo 10 de diciembre, cuando se cumplan 40 años desde el retorno de la democracia en el país sudaméricano. Paradójicamente, es la primera vez, en estas cuatro décadas, que una fuerza política negacionista de la última dictadura militar tiene posibilidades de llegar al Sillón de Rivadavia.
La tensión y ansiedad se palpita en cada discusión. Las charlas familiares, los grupos de amigos, los eventos culturales y deportivos, se fueron tiñendo del debate electoral a medida que se fue acercando la fecha.
La mayoría de las encuestas advierten un escenario reñido, marcando una leve ventaja para el candidato de ultraderecha Javier Milei. Sin embargo, las encuestas también perciben una gran cantidad de indecisos. No es casual. Los argentinos enfrentan una elección entre dos candidatos que mantienen una alta imagen negativa. Y sin embargo, pocas elecciones han tenido tanta intensidad como esta.
En su último estudio de opinión, la consultora Zubán Córdoba marca que Javier Milei tiene un 54,3% de imagen “mala” o “muy mala”. Por su parte, en el caso del actual ministro de economía y candidato oficialista, Sergio Massa, la cifra trepa a 56,7%. No obstante, el mismo estudio le da una intención de voto para el ballotage superior a Massa, situándose en el 49,9%, mientras que Milei aparece con el 46,9%.
Las segundas vueltas electorales, luego de haber reducido la posibilidad de candidatos a la dicotomía entre dos opciones, se definen en gran medida por los “voto contra”. Es decir, la elección pasa principalmente por quien no se quiere que gane.
En un sugerente estudio del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG) frente a la pregunta “¿Quién produce más miedo?”, se observa que el 49,4% de los encuestados responden que Milei les produce más miedo. Por otro lado, la cifra baja al 44% entre quienes responden que Massa les produce más temor. A su vez, interrogados por “¿Quién es más cercano a la gente común?” casi el 50% de los encuestados responde que Massa, mientras que tan solo el 35,9% respondió Milei.
Miedo y rechazo son las claves con las que se han ordenado estas elecciones. Dos sentimientos que pueden generar mucho fervor pero se mantienen lejos de ser adhesiones entusiastas.
La secuencia electoral que de agosto a octubre trazó el escenario del balotaje se desarrolló contra todos los pronósticos de políticos, periodistas y analistas. Todos los errores de pronósticos son parte de la propia crisis que atraviesa la política argentina. Un sistema político que, cada vez más, se dedica a hablar consigo mismo y se muestra descalibrado en su capacidad para dialogar con una sociedad cada día más cansada, que sufre las consecuencias de una crisis económica que pareciera interminable.
La crisis económica del país es la gran protagonista silenciosa de la contienda. La inflación mensual es actualmente la más alta de los últimos 32 años, superando el 142% interanual. Una inflación que ha producido un deterioro económico cuya consecuencia es que dos salarios mínimos no lleguen a cubrir la canasta básica de una familia tipo de 4 personas. Al mismo tiempo, la pobreza ha alcanzado a 4 de cada 10 personas y la indigencia a casi el 10% de la población.
Mientras tanto, las reservas brutas del Banco Central han caído a la mitad en los últimos cuatro años. Al mismo tiempo, el cronograma de pagos al Fondo Monetario Internacional (FMI), con el que ex-presidente Mauricio Macri endeudó al país por 44.000 millones de dólares, resulta impagable según todos los estudios.
“¿De qué riesgo me hablan?, ¿De qué salto al vacío? ¡Si estamos yendo al infierno!” sintetizó ante una multitud, Javier Milei, este jueves (16) en su cierre de campaña. La efusividad con la que Milei subraya la idea de “cambio” es parte de la estrategia que se dieron los “libertarios” para la segunda vuelta.
“Esta elección se trata de elegir entre la continuidad o el cambio” dicen desde los equipos de campaña de Javier Milei. Al hacerlo, esconden deliberadamente todas las propuestas que habían hecho hasta este momento: desde la privatización de la salud y la educación, hasta la venta del patrimonio público, pasando por la dolarización.
Luego de ser derrotada en las elecciones generales, Patricia Bullrich junto al ex-presidente Mauricio Macri hicieron implosionar su alianza Juntos por el Cambio (JxC), la oposición tradicional que había gobernado el país entre 2015 y 2019, y que en estas elecciones no pudo siquiera entrar al ballotage.
se advierte que el 60% de los encuestados considera que Milei ya se transformó en “un político más”.
Sin embargo, desde el equipo de campaña de Milei aseguran que ese no será un problema, ya que en el ballotage hay que apostar por tan solo dos opciones y que su electorado antes que nada votará contra Massa.
Desde la derrota del intento de conseguirla reelección en 2019, Macri está convencido de que el fracaso de Juntos por el Cambio se debe a que no fue “lo suficientemente decidido” en el cambio, responsabilizando así al ala “moderada” y “dialoguista” de la coalición. Macri ve en Milei a un representante de lo que a él mismo le hubiera gustado hacer y no pudo por estar encerrado en su propia coalición.
Mientras tanto, el “ala moderada” de Juntos por el Cambio ven en Milei un peligro para la democracia. Principalmente el sector vinculado a la Unión Cívica Radical, partido que hace 40 años se convirtió en la primera fuerza política en llegar a la presidencia luego de la dictadura militar.
Que Sergio Massa, el ministro de economía de un gobierno en crisis, sea competitivo para estas elecciones se explica en gran medida por los peligros que entraña su adversario. Y las razones para percibir a Milei como un peligro autoritario sobran.
A la prédica anarco-capitalista de Milei, que hace del mercado una religión, se le suma la militancia de su compañera de fórmula Victoria Villarruel, de reconocidos vínculos con los militares que protagonizaron la última dictadura militar argentina.
Desde el 2006 Villarruel preside el Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (CELTYV), que nuclea a distintos funcionarios civiles de la ultima dictadura militar -principalmente abogados de las empresas benefactoras del terrorismo de estado-, y tiene por objetivo luchar por el indulto a los genocidas condenados.
Entretanto, lejos de los aparatos políticos, se multiplica una especie de campaña electoral popular improvisada. Afiches contra Milei, cantos en recitales y teatros, intervenciones grabadas en transportes públicos, publicaciones en redes sociales, y una larga lista de intervenciones que llaman a votar contra el candidato de ultraderecha, “en defensa propia”.
Fue en las últimas horas que la campaña de Massa logró remontar el resultado de las primarias y posicionarse en primer lugar para las elecciones generales. El sprint final. Será cuestión de horas ver si se repetirá para la segunda vuelta, alejando a la extrema derecha -por ahora- de una victoria electoral.
No hay comentarios:
Publicar un comentario