Nicolás Centurión
El carnaval uruguayo, el más extenso del mundo, está llegando a su final. El concurso oficial se acaba y el pueblo conocerán los cinco ganadores de cada una de las categorías (murgas, parodistas, sociedad de negros y lubolos, humoristas y revistas). La murga es por un lado, un género coral-teatral-musical, y por otro, la denominación que se le da a los conjuntos que lo practican, sobre todo en Carnaval.
Lucecitas de colores invaden las calles. Montevideo y otras tantas ciudades del Uruguay se tiñen de colores, lentejuelas y gargantas que espetan a voz en cuello las verdades de los de a pie. Un megáfono de 40 días con escenarios en todos los barrios, desde los más acomodados hasta la periferia montevideana donde muchas veces el carnaval termina siendo el único acceso a la cultura de los habitantes del barrio.
Las murgas uruguayas más conocidas son Los Patos Cabreros, Los Diablos Verdes, Araca la Cana, Asaltantes con Patente, Contrafarsa, Falta y Resto, Curtidores de Hongos y en los últimos años han aparecido nuevos conjuntos que han revolucionado el carnaval y traspasado fronteras como Agarrate Catalina, Queso Magro y La Mojigata.
El de este año ha sido un carnaval atípico, atravesado por la sequía, donde se suspendió solamente una etapa del concurso. Usualmente el carnaval finaliza los primeros días de marzo, superponiéndose al inicio del año lectivo escolar. Este año la competencia y los tablados barriales finalizarán en la última semana de febrero.
Han habido temas que atravesaron muchos libretos de conjuntos y a su vez de categorías. El aumento de las tarifas, combustibles y alimentos ha sido figurita repetida en varios repertorios.
Los narcos han sido tema recurrente por la cantidad de hechos que han sucedido en el país: grandes incautaciones de cocaína, ajustes de cuentas y el caso más sonado, el de Sebastián Marset donde el gobierno uruguayo facilitó su pasaporte para poder fugarse de Dubai y seguir prófugo hasta el día de hoy.
Otro de los temas que no pasó inadvertido, e incluso hasta un punto llegó a ser muy reiterativo, es el de Alejandro Astesiano, exjefe de seguridad del presidente Luis Lacalle,. Incluso conforme transcurría el concurso y aparecían más chats, audios y conexiones en la investigación, los conjuntos carnavaleros iban agregando la nueva información a su libreto de dura crítica al gobierno neoliberal.
La reforma de la educación fue otro de los puntales de crítica por parte de las agrupaciones carnavalescas. El presidente del Codicen, órgano rector de la Administración Nacional de Educación Pública, Robert Silva, ha sido blanco de furibundas críticas. Para contextualizar, Silva es la cabeza de turco de este gobierno para llevar adelante la reforma educativa. Se está inmolando por un proyecto sumamente regresivo, mercantil, ajustador y desprolijo.
Otra de las reformas predilectas por los letristas de las murgas para denunciar es la de la reforma a la seguridad social, que intenta que los trabajadores precisen más años de servicio para poder jubilarse… y todavía cobrar menos.
La causa de los desaparecidos y la consigna “Nunca más” se mantiene vigente y a lo largo del tiempo por cada vez más conjuntos que la incorporan a su repertorio. Vale decir, que si cada vez más conjuntos la toman es porque la impunidad sigue campante a sus anchas en este Uruguay.
La salud mental se hizo eco en el templo de Momo en conjuntos como la Revista House y las murgas Asaltantes con Patente y Nos Obligan a Salir. Encarado desde distintas ópticas, el hospital siquiátrico Vilardebó, la terapia, el sufrimiento personal, la depresión y el suicidio; el trasfondo es el mismo, con las consecuencias de una pandemia como agravante de una sociedad que enferma por sus exigencias, mandatos y lógicas mercantiles de relacionamiento.
Por parte del oficialismo, como en años anteriores, siguió señalando al carnaval y sobre todo a las murgas, exigiéndole equidistancia y críticas tanto para la derecha como para la izquierda. Una vieja reyerta que al volver la derecha al gobierno cobró mayor vigor.
Un señalamiento que desconoce que durante los quince años de progresismo frenteamplista, existieron sendas críticas a los gobiernos de centroizquierda en el carnaval y que además desconoce el origen de la murga y el público que lo consume.
La fiesta del dios Momo llega a su fin. Versos de despedida cantan sus últimas bajadas en los tablados de cada barrio. Bajo el asfalto de la ansiosa ciudad se van guardando los trajes, los micrófonos se apagan, los grandes artistas cotidianos que por 40 días y mil noches prenden el megáfono de los sin voz ante miles de personas esquina a esquina, van haciendo mutis por el foro.
Por un año, los uruguayos repetirán los cantos de sus murgas preferidas. La murga, alegre y mistonga, crítica y fatal, campeó más de un vendaval como para que un gobierno oligarca pueda hacer callar la fiesta popular.
Hasta el próximo carnaval.
* Licenciado en Psicología, Universidad de la República, Uruguay. Miembro de la Red Internacional de Cátedras, Instituciones y Personalidades sobre el estudio de la Deuda Pública (RICDP).Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)
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