Por Carlos Amir González
Proseguimos en el presente artículo viendo y analizando importantes conceptos vertidos por la profesora – investigadora Beatriz Stolowicz en su trabajo “La estrategia conservadora <posneoliberal> para la estabilización capitalista”.
El neodesarrollismo ha permitido, en las últimas décadas, en el marco de sus crisis cíclicas y crónicas, reforzar al capital transnacional en América Latina, y en esta dimensión ha legitimado ideológicamente al imperialismo. Es verdad que hay un desplazamiento de capitales norteamericanos por capitales chinos, indios y brasileños, pero estos también están asociados o fusionados con capitales norteamericanos y de los demás centros imperialistas. La realidad indica que no se comportan de manera distinta para imponer sus intereses.
Pondría dos ejemplos de acciones de transnacionales en Uruguay que han generado perjuicios a la economía nacional, una sindicada como de origen hindú Zamin Ferrous (Aratiri, filial Uy) y la importación entre otros productos de vestimenta de origen chino, que terminó de fundir a la industria nacional de ese rubro.
En la recomposición del capitalismo en América Latina también se está procesando una reestructuración de la sociedad que favorece la dominación del gran capital, que ha logrado crear “consensos activos y pasivos” mediante “nuevas formas de mediación”, distintas a las clásicas contempladas por la sociología política, crean mediaciones explotando el miedo y haciendo de la pobreza y el desempleo una “oportunidad” para las estrategias conservadoras.
El tema de la inseguridad es alimentado deliberadamente … y una nueva Doctrina de la Seguridad Nacional … consustancial a la preservación de los derechos del gran capital, se está imponiendo en todo el continente, dando protagonismo mayor a las fuerzas armadas con ese fin incluso en países de gobiernos progresistas.
Se construyen mediaciones manipulando la pobreza, mediante el asistencialismo, que genera consensos pasivos, inmoviliza y disgrega a los sujetos colectivos, destruye la cultura de derechos y la sustituye con una degradada cultura mendicante.
Existe una multiplicación de las denominadas “estructuras intermedias”, asociaciones comunitarias, asociaciones solidaristas, cooperativas, que resuelven problemas inmediatos de sobrevivencia o de convivencia, pero que garantizan que esos pequeños grupos de referencia estén al margen de “la disputa distributiva” y se busca que quienes los integran crean que son formas “participativas” que los “empoderan”.
Al estar al margen de la pugna distributiva, estas organizaciones intermedias no presionan sobre el sistema político ni al gobierno, cuyo cometido es dar seguridad y financiamiento al gran capital.
Los “institucionales del sistema”
La estrategia conservadora concibe a los sindicatos como estructuras intermedias de gran utilidad y hasta promueve su existencia y reconocimiento, en la medida en que socialicen y reproduzcan la idea de la empresa como “comunidad de trabajo”, como “corresponsabilidad”. Los trabajadores, aunque sean sobreexplotados, deben sentirse parte de esa comunidad entregando su productividad. Se les llega a tratar como “asociados” y hasta en los cuadros del mes se exhiben las fotos de los más destacados en las reglas de la flexibilización. La contrapartida empresarial son las mínimas dádivas con apoyos, actividades deportivas o similares, con las que se deducen impuestos y que se presentan como “responsabilidad social empresarial”. Se crea una nueva forma de micro-corporativismo que produce consensos, que crea “capital social” – como dicen los muy conservadores teóricos de la acción social – sin modificar un ápice la concentración del ingreso. Pero es una “pobreza acompañada”.
La pugna distributiva es sustituida por la gestión de puntuales recursos para proyectos, gestión que da empleo a sectores de clase media profesional que se convierten en intelectuales orgánicos de la reestructuración conservadora.
El social liberalismo provee el instrumental teórico y el social cristianismo provee los argumentos sobre la moralidad del capitalismo munido con su conservadora doctrina social – que nada tiene que ver con las concepciones del Celam de Medellín de 1968 – la Iglesia Católica juega un papel protagónico en su ejecución … la “economía moral”, la “economía solidaria”, son también campos de acción conservadora.
Todo Legal
La recomposición de la dominación capitalista busca normalizarse mediante la creación de un Nuevo Estado de Derecho, que legaliza todas las formas de acumulación por desposesión y que legaliza las nuevas formas de “subsidiaridad del Estado” mediante el derecho positivo. Todo se hace con la ley, incluso mediante tratados internacionales de todo tipo, haciendo de ese embarnecido derecho público internacional una legal dominación imperialista que se convierte en legislación nacional obligatoria.
Al Poder Legislativo le corresponde un importante papel en la gestación de este Nuevo Estado de Derecho que privilegia los derechos del capital, para lo cual son necesarios los partidos y las elecciones.
Al Poder Judicial le corresponde un activo papel para sancionar su incumplimiento en la juridización de la dominación. Este es el reino del neoinstitucionalismo.
Se podrá argüir que no es el Estado de los derechos del capital porque es un “Estado Social”, que ha aumentado su gasto público social, que “garantiza” derechos sociales como salud, educación, vivienda. Sin embargo, este gasto público se dirige a fortalecer la acumulación privada porque, bajo los principios de la asociación público – privada y bajo los principios de un “Estado proactivo, chico, pero eficaz”, el Estado se retira de la provisión de los servicios que le entrega al capital, en tanto que sigue financiando esos servicios. Es así que una parte del fondo de consumo de los asalariados y de los consumidores pobres, que el Estado recauda mediante impuestos directos e indirectos, los transfiere al gran capital que es el que puede proveer este tipo de servicios, y que con ello “acumula sin riesgos ni inversión propia”.
Así que los que anteriormente eran sujetos de derechos sociales pasan a convertirse en clientes o usuarios incluso agradecidos por recibir algún servicio. La asociación público – privada, ahora extendida a la asociación Estado – Mercado – Sociedad, es un campo de acción gubernamental para transferir recursos de los asalariados y de los consumidores pobres, que no deducen impuestos, a la acumulación del capital.
Téngase presente que, por apelar al Estado y lo social, a este proyecto para favorecer la acumulación de capital y para estabilizar la dominación se le llamó “posneoliberal” desde comienzos de los noventa <Ni neoliberal ni Populista> se autodefinía, explotando las falsificaciones sobre el neoliberalismo como ausencia de la “intervención estatal”.
Siempre nos parece que el presente, nos trae el significado de los “Tiempos Modernos”, sin embargo cuando ciertas realidades “nos rompen la vista” nos parece volver a ver la misma película, gobiernos autodenominados de izquierda, centro o derecha, nuevas alianzas políticas que se configuran como progresistas o conservadoras, liberales, democráticas y hasta revolucionarias, luego de décadas de gobiernos no demuestran cambios esenciales en la elevación de las condiciones de vida de las masas populares y su hábitat natural y estructural físico e intelectual, sino que por lo contrario muestran un avanzado deterioro del mismo. Cabría entonces preguntarse, saliéndose de complicidades individuales o de conformismos colectivos, que estamos haciendo mal o que estamos permitiendo que se haga mal. El Estado, la Democracia, el Pueblo, la Libertad, la Revolución, la Igualdad, la Fraternidad, estructuras y principios fundamentales del afán realizador de la civilización humana y frustrados, truncados o aplazados por la lucha dialéctica de intereses de clases confrontadas con solo dos vías de solución. Una por lo anteriormente expuesto, por la que vamos y nos llevan de las narices … y otra que debemos abrir, habilitar para saltar a un futuro de posibilidades reales que nos permitan construir “presentes de públicas plenitudes ciudadanas”.
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