Por | 16/07/2021 | Ecuador
La pandemia de la violencia destruye muchas vidas por todas partes y en cantidades cada vez mayor en los países pobres. Si no hacemos nada para revertir esta situación en nuestro Ecuador, ese será nuestro destino fatal.
Lo vemos ahora en el caso desesperanzador de Haití. Este país que fue el primero en América Latina en deshacerse de la esclavitud colonial, es castigado con el hambre generalizada, la destrucción de la naturaleza, los asesinatos desde el mismo gobierno, las ambiciones mortales por el poder, la dominación sin fin de las potencias extranjeras que no quieren otra cosa que una acumulación de riquezas a costa de las muertes de personas, de pueblos y de países enteros.
Lo vemos en Colombia donde la violencia estatal es descarada… desde más de 50 años, ahora con la embestida policial, militar y paramilitar de casi 2 meses contra las manifestaciones pacíficas en todo el país. El aparato represivo del gobierno fascista ya había manifestado su opción con los “falsos positivos”: el ejército nacional decidió matar a sangre frías la juventud de su país -¡unos 6 a 10,000 según se dice!- haciéndolos pasar por guerrilleros muertos en enfrentamientos armados… sólo para defender un sistema diabólico y beneficios financieros. Se prefiere la muerte sistemática cuando se reclama vivir y convivir más humanamente.
Lo vemos también en Brasil donde un presidente enfermizo entrega la Amazonía a las multinacionales de la destrucción inmisericorde del medio ambiente, con la complicidad de los gobiernos neoliberales del Norte que prefieren aumentar indefinidamente su privilegios a costa de la supresión de la vida en el planeta. Es la locura imperial fomentada por el anterior presidente de los Estados Unidos Donald Trump, de muy triste memoria.
Lo vemos igualmente en Ecuador donde hemos elegido un presidente que fomentó un feriado bancario catastrófico hace 20 años… Su costo fue equivalente al presupuesto anual del Estado y provocó la migración forzada de una cuarta parte de la población ecuatoriana. Pero no hemos aprendido la lección porque ya nos quejamos de que no cumple lo que soñamos equivocadamente. Si protestamos pacíficamente, se nos da balas como pasó en los protestas de octubre de 2019: 12 muertos indígenas, jóvenes mutilados en sus ojos, más de un millar de heridos y otro tanto de apresados. Y ahora se nos impone más de lo mismo que en el gobierno de Lenin Moreno que en 4 años hizo aumentar la miseria y la pobreza en 20% y un desempleo que llega al 47%, o sea, una familia sobre dos, sin hablar de la destrucción del país.
A pesar de todo, sí, hay caminos para enfrentar y superar esta violencia mortal del neoliberalismo y el colapso seguro de la vida planetaria. Pero para convencernos hay que quitarnos los lentes de contacto que nos hemos dejado poner por la escuela, las iglesia, la TV y ahora las redes sociales, que nos trastornan y tergiversan la realidad. Hay que recordar a Mahatma Gandhi que mediante la no violencia activa y colectiva de su pueblo logró sacar sin derramamiento de sangre al imperio inglés afincado en su país, India. También están los pueblos zapatistas del sur de México que, en 1994, lograron hacer respetar por el gobierno sus modos de gobernarse y organizarse según sus costumbres, normas y sabidurías ancestrales.
Desde más de 50 años, a pesar del bloqueo criminal de Estados Unidos, Cuba conserva la libertad lograda en 1959… y, a pesar de todos los boicots, es capaz de rivalizar con los más grandes laboratorios internacionales para fabricar varias vacunas contra el coronavirus, recién aprobadas por la máxima autoridad mundial en salud, la OMS (Organización Mundial de la Salud). Desde casi 30 años Venezuela sigue valientemente sus pasos.
Otros caminos de vida y mejor convivencia están en la ola de gobiernos progresistas que recorrió América latina, mientras el imperio del Norte y sus socios europeos se apresuraron en derrumbarlos: Honduras, Paraguay, Argentina, Brasil, Bolivia, Ecuador… En América Central, Nicaragua y El Salvador resisten a su manera al imperio.
Después de 1 año de gobierno de facto, de fracasos y corrupción, apoyado por pastores evangélicos y jerarquía católica, los bolivianos restablecieron un gobierno multinacional iniciado en 2,006 por el aymara Evo Morales. En Chile, después de soportar durante 50 años una Constitución nacida de la dictadura pinochetista, los chilenos han logrado elegir a sus representantes para redactar una nueva Constitución y han nombrado a una mujer mapuche, Elisa Loncón, a la cabeza de la Asamblea Constituyente. En Perú, acaban de elegir como presidente a un profesor de izquierda contra las élites y sus mañosos medios de comunicación comerciales.
En Ecuador, después de una viciada campaña electoral y unas elecciones vergonzosas, la CONAIE (Confederación de las Nacionalidades Indígenas del Ecuador) reconoce en palabras de su nuevo presidente, Leonidas iza, sus errores, sus divisiones, sus complicidades con las ONGs (Organizaciones No Gubernamentales… pero sí, neoliberales). Además llama a la conformación de un gran frente nacional de oposición para poner en marcha un país más acorde a sus herencias ancestrales.
¿Y nosotros, qué?… nos preguntan los 7 indígenas zapatistas que están recorriendo Europa para compartir sueños y experiencias afín de sustituir juntos el neoliberalismo. ¿Vamos a seguir tranquilos, cobardes, cómplices, individualistas y egoístas, desorganizados y aprovechados? Es hora de vivir de verdad y no agachados, de convivir equitativamente y no corruptos, de recobrar nuestra dignidad y no arrodillados.
¿Tendrá algo que ver esta frase con todo lo anterior? «Dios y nosotros tenemos en el corazón un mismo sueño y llevamos en las manos el mismo reino».
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