Uruguay - Identificación facial prohibida, sesgos raciales y ‘falsos positivos’

El tema de las ́Tecnologías de vigilancia utilizadas por el Estado en América del Sur ́ es objeto de un podcast lanzado por las periodistas uruguayas Cecilia Osorio y Angelina De los Santos que ganó un llamado del Goethe Institut y al que Osorio se refirió en ́Mejor Hablar ́ de M24.



La investigación refiere al “uso de tecnologías cada vez más sofisticadas, cada vez más eficientes, que se utilizan también a nivel más masivo” y con las que “los Estados vigilan a la población. La excusa de este uso siempre es atender a los problemas de seguridad” y por esta vía “cada vez más los Estados de América del Sur empiezan a comprar tecnologías de vigilancia”.

Osorio precisó que “en el podcast (…) nos enfocamos en tres historias: una sobre el reconocimiento facial en el caso de Buenos Aires; otra sobre la vigilancia por el gobierno de Rafael Correa a un colectivo ambientalista” mediante “una oficina que hizo cibervigilancia”; “y la tercera” es sobre “la vigilancia que el Estado chileno” realiza “desde hace mucho tiempo” hacia “la comunidad mapuche” pero actualmente opera “con el uso de drones”.

“En el caso de Uruguay, está a estudio el uso de reconocimiento facial; ya se compró tecnología y hay aprobado la creación de una base de datos”. Resaltó que con De los Santos “siempre hacemos hincapié” en que “el problema no es la tecnología en sí, sino el uso que hacen los Estados”. Agregó el riesgo de que “en el caso de reconocimiento facial”, alertan “organizaciones de derechos digitales”, se trata de “software que no están maduros”, esto es que producen “ ́falsos positivos ́; incluso en (…) Estados Unidos hay muchas ciudades que lo dejaron de utilizar, se prohibió, porque que te identifique facialmente implica que te puedan llevar preso o no”.

En esta tecnología “hay sesgos raciales: es precisa con varones blancos, pero hay mucha más posibilidad de error con hombres y mujeres de piel oscura y con mujeres; entonces los algoritmos parten de quienes los construyen”. Por ejemplo, “en Estados Unidos era muy marcado que los latinos y afroamericanos eran los que más tenían la tasa de error”, así como “en Argentina está instalado en las zonas populares de trabajadores”, anotó. “Obviamente hay una mirada de dónde se cree que está la delincuencia”.

“En el caso de Chile, los drones se utilizan para ir monitoreando a las comunidades mapuches” y éstas ya saben que “cuando escuchan un dron, después viene un allanamiento de Carabineros, muchas veces sin ninguna autorización judicial”, lo cual “repercute en los niños, niñas y mujeres”. Recalcó que “los drones se utilizan en la comunidad mapuche, no en los barrios ricos de Santiago de Chile ni en las zonas más ricas del país”.

Más allá de fronteras, “las poblaciones más vulnerables, más pobres, son las que tienen ese seguimiento y ese hostigamiento mayor por parte de las tecnologías”. Luego la periodista añadió el cuestionamiento de carácter “filosófico” a la vigilancia masiva y permanente, “hasta dónde queremos estar híper vigilados” y lo ejemplificó con el hecho simple de “ir a una manifestación y que esté un dron, hasta dónde disciplina a la gente (…) si sabe que va a estar todo el tiempo registrada por las cámaras del Estado”.

Después reclamó que “no hay debate sobre estos temas” y cuestionó que “los Estados muchas veces se basan en el secreto de Estado para no dar información”. Recordó que “en Uruguay se le pidió al Ministerio del Interior, en el caso de ́El Guardian ́”, a través del recurso de “acceso a la información y no se dio”. “Después se empezó a dar a cuentagotas”, anotó.

Osorio advirtió que “ahora con la pandemia está el uso de las ́corona app ́, que también son uso de datos personales que les estamos dando a los Estados pero tampoco sabemos qué va a pasar con esos datos, de qué forma se están utilizando, qué va a pasar después de la pandemia”, se preguntó.

Lo mismo sucede “con los datos biométricos, nuestras huellas” y su uso por “las redes sociales”. Señaló que “en otros países con esas tecnologías se sigue a líderes y lideresas sociales, se persigue a determinado perfil de activistas”, es decir que “estas tecnologías nos impactan, no son inocuas”.

La entrevistada remarcó que si bien “la excusa de la seguridad es el gran paraguas sobre el que estas tecnologías se escudan (…) no necesariamente hay una baja del delito por la presencia de estas cámaras ni que ayuden”.


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