Por Nicolás Sampedro
¿Ficción o realidad? ¿Viajamos por la psicodelia de un mundo absolutamente adormecido que no dimensiona el peligroso momento que atravesamos? Como en toda transición, quien pierde, ante su desespero, se vuelve aún más agresivo, imprudente y peligroso; sobre todo en un mundo atómico.
Hace unos 5.393 días se estrenaba en las pantallas de la cadena norteamericana AMC, “The Walking Dead”. La serie, basado en la historieta escrita por Robert Kirkman, narra las vidas de un grupo de sobrevivientes en permanente movimiento y en búsqueda de un lugar en medio de un apocalipsis zombi.
Durante sus 11 temporadas -a lo largo de 12 años y seis días-, la tira protagonizada por Andrew Lincoln, relata la lucha permanente de un grupo de personas para mantenerse con vida en un mundo que cambió radicalmente de un momento a otro. Pero no sólo se ven obligados a enfrentar los horrores de ese mundo irreconocible; a medida que la presión aumenta, emerge la crueldad y el individualismo, una muestra de que en momentos críticos el miedo es letal y que los conflictos interpersonales pueden ser mucho más peligrosos para la supervivencia que los propios zombis que atestan en las calles.
Quizás lo hayan escuchado decir alguna vez pero, he escuchado en más de una oportunidad que la gran industria cinematográfica y de entretenimiento de Hollywood desde siempre ha servido al gobierno norteamericano para construir imaginarios, para naturalizar determinados actos y justificar, entre otras cosas, la violencia. Algo similar, se ha dicho respecto de los videojuegos, sobre todo los de guerras o, al igual que la serie, sobre mundos inimaginables, pero con algo que los hace “posibles”.
Bueno, la cuestión es que analizando la actualidad de este mundo cada vez más chiflado, aparecieron varios escenarios alusivos con los cuales se podría hacer un paralelismo con la serie:
El primero y más evidente (sobre todo para quienes la vieron) son las disputas de poder que se dan permanentemente. Tanto en el grupo principal como en los secundarios que van apareciendo a lo largo de cada temporada. Una visión (muy a lo norteamericano/providencial) del grupo protagonista que debe luchar contra el mal, no sólo de los zombis, sino de los demás grupos de seres humanos. La analogía tranquilamente podría ser, por un lado, la disputa al interior del imperio norteamericano con diferentes facciones que se disputan el poder y la conducción de su destino. Por el otro, la lucha contra los demás humanos: algunos buenos y futuros aliados (el paralelismo podría ser el Occidente Colectivo), y otros malvados y crueles, cuasi bestias (Rusia, China, Irán, o cualquiera que se plante).
¿Y los zombis? El paralelismo podría ser que éstos estarían representados por todo el resto de la humanidad. Seres que, a los ojos del imperialismo occidental, ni siguiera son seres humanos. Quizás lo más gráfico es lo que sucede en Gaza: Imágenes que llegan a diario de personas deambulando por calles de tierra, con las pocas cosas que les quedaron, buscando alimento para poder sobrevivir. Camiones con ayuda humanitaria sobre los que se avalanchan miles de almas desesperadas. Lo escalofriante de la metáfora es que, efectivamente, esa parece ser la forma en la que nos ven. Porque a no confundirse: lo que hacen a Palestina (desde 1948), le podría haber pasado a cualquiera. La única diferencia es que no nacimos en esa tierra. Quedó claro cuando esta semana EEUU impuso sanciones a la Autoridad Palestina por llevar a los tribunales a Israel.
El segundo paralelismo (también intentando ser lo más gráficos posibles) podríamos establecerlo con las calles de Los Ángeles. Cientos, por no decir miles de personas cual zombis producto de su adicción a las drogas. Una muestra palpable del desprecio por la vida (no sólo humana) de un sistema, desalmado y perverso que deja a su suerte a personas que evidentemente no tienen los recursos ni las posibilidades de salir de esa trampa mortal. Un sistema que destruye y mata para garantizar su reproducción.
Y por más gráfico que sea este ejemplo, no dista demasiado de la infinita cantidad de humanos zombis que pasan por este mundo sin ver lo que sucede. El fentanilo será la droga que golpea el pueblo de Los Ángeles, ahora: ¿Cuál es la droga que nos golpea en el resto del mundo? ¿El uso lucrativo de las religiones en otros? ¿La especulación financiera en otros? ¿Las redes sociales y la industria del entretenimiento? ¿El chupete electrónico que se le da a los chicos para que “no molesten? ¿Cuántas personas vemos a nuestro alrededor caminando cual zombis ante un mundo que se acerca cada vez más peligrosamente hacia el abismo?
La vorágine de la guerra multidimensional que vivimos, cada vez está más clara que antes:
El primer punto es Trump utilizando las tarifas y sanciones como arma geopolítica no sólo contra los BRICS, sino contra todos sus asociados. Porque como lo hemos mencionado en anteriores oportunidades (y siguiendo el análisis del analista mexicano, Alfredo Jalife), no se trata sólo del problema económico y los diferenciales comerciales de EEUU con el resto de los países, Trump está intentando re-industrializar al país (que las empresas se instalen en EEUU) y recalibrar las cadenas de suministros, y para lograrlo está promoviendo terremotos en el tablero en general. Algunos se plantan y le responden (como China[1], Brasil[2], India, México, incluso habrá que ver si lo hace Canadá), otros aceptan sumisamente sin chistar (como la talmúdica que conduce la Unión Europea, Ursula Von Der Leyen). La gran pregunta es si le saldrá y a qué costo.
El segundo, luego de fracasar en su intento de generar un G2 con Rusia y apartarla de China, ahora amenaza al oso euroasiático y coquetea con Xi Jimping. El magnate de peluquín reformuló el plazo que dio a Putin diciendo que si en 10/12 días no llega a un acuerdo de paz con Ucrania pondría tarifas secundarias (sanciones a quienes comercien con Rusia). No fue tan osado como el Congresista Republicano, Newt Gingrich, quien sostuvo públicamente que, si se lo “tomaban en serio”, Rusia iba a tener “muchas bajas” y que “va a ser aterrador”, o su colega senador (también republicano) Lindsey Graham. La respuesta rusa llegó de la mano del ex presidente Medvedev.
Lo trágico de este juego especulativo del imperio es que puede salir muy mal, y aquí entra la tercera analogía posible con la serie. En un extenso posteo, el ex inspector de armas de la ONU, ex oficial de inteligencia del USMC y analista norteamericano Scott Ritter, explicó el peligroso intercambio de palabras entre Trump y Medvedev: Trump está siendo asesorado y orientado a seguir la lógica israelí de decapitación de mandos medios y altos como hicieron con Hezbollah en Líbano, o como intentaron hacer (aunque fracasaron) con Irán. El problema es que en Rusia es la mayor potencia nuclear e hipersónica del mundo y entre sus doctrinas tiene una llamada “Mano muerta”.
Según explica Ritter, esta “es un mecanismo/plan de seguridad de larga data (se remonda a la época soviética) que garantiza una represalia nuclear a gran escala en caso de que alguna nación sea lo suficientemente tonta como para intentar un ataque de decapitación”. A lo cual añade que “La mención de Medvedev al respecto es un recordatorio nada amable a Trump y sus planificadores de que es un suicidio pensar en un ataque de decapitación preventivo contra Rusia”.
“Ojalá que este mensaje llegue” dice el ex oficial de inteligencia norteamericano. “De lo contrario, la alusión a ‘Walking Dead’ hecha por Medvedev será el futuro de Estados Unidos y del mundo”.
Referencias
[1] https://x.com/LadoNoticias/status/1951328195099140399
[2] https://x.com/ActualidadRT/status/1950744475396935770

Nicolás Sampedro
Prefiero escucha antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.
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