Juan Guahán|
Desde hace largo tiempo y desde voces que reconocen diferentes orígenes y destinos se viene planteando la importancia del asistencialismo como una respuesta a situaciones de emergencia. Desde esos mismos lugares se advierte, con diferentes modalidades, que esas políticas asistencialistas no resuelven el problema social.
En algún momento la dirigencia política tendrá que entender que los males de la llamada “cuestión social” tienen su origen en las políticas económicas de los diferentes gobiernos y que sólo encontrarán respuesta en “otras” políticas económicas diferentes a las que provocaron dichos males.
Algunos pocos datos de la realidad argentina ilustran el hecho que el crecimiento del dinero afectado a las llamadas políticas sociales no ha logrado reducir la pobreza: por el contrario ésta y sus carencias siguen creciendo.
Si observamos la evolución de las inversiones en materia de políticas sociales en los últimos 40 años nos encontramos con que ellas pasaron de representar –aproximadamente- un 15% del PBI en 1980 a alrededor de un 30% en el 2019, en los tiempos anteriores a la pandemia. A pesar de ese crecimiento, la pobreza -a su vez- en los inicios de los 80 apenas superaba el 20% y finalizando el 2019 estaba cerca del 30%.
No apelamos a los datos del 2020 porque allí el crecimiento de los recursos aplicados a las políticas sociales es mucho mayor como producto de la necesidad de atender las consecuencias del virus y el parate económico. Por ese motivo la pobreza se exacerbó rozando el 41% para fines de ese año. Todo lo anterior es según las mediciones del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), que las hace sobre la base de los ingresos. Otro organismo estatal, el Siempro (Sistema de Evaluación y Monitoreo de Programas Sociales), que depende de la Presidencia, con mediciones con un criterio “multidimensional”, tuvo otros valores.
Este organismo, incorporando variables como acceso a la vivienda, hábitat y servicios básicos, educación, empleo y protección social, y salud llega a la conclusión de que la pobreza –para mediados del 2020- era del 47%, con 21 millones de pobres. En un año, unos ocho millones de argentinos/as habían sido empujados a la pobreza. La misma fuente indica que el 58,2% de los niños/as hasta 3 años viven en esa situación de pobreza multidimensional.
Los datos son rotundos, tan fuertes y profundos como la necesidad de comprender que se transita por mal camino. Nadie puede ser tan necio como para pensar que hay que dejar que los humildes no reciban ayuda, pero luego de décadas que han demostrado que ése no es el camino sí es de necios insistir en el mismo.
Es hora de comprender que la mejor política social es una buena economía. No ésta que sigue concentrando la riqueza y multiplicando las ganancias de banqueros y empresas trasnacionales.
¿El presidente recupera su idea de cogobernar con los gobernadores?
Alberto Fernández, a poco de asumir, anunció su idea de cogobernar con los mandatarios de las diferentes provincias. Con el paso de los días, semanas y meses, pandemia mediante, ese principio quedó en el olvidó. De ella quedó muy poco más que la formalidad de las 24 ciudades reconocidas como capitales alternas. Más aún, varios gobernadores están rumiando en soledad la falta de apoyo económico de la Nación a las provincias.
Pero ahora, agobiado por diversas circunstancias vinculadas a la gestión, cuando la vacunación muestra sus puntos débiles y quiere preparar las condiciones para disputar un nuevo mandato, el Presidente parece retomar aquella idea.
Eso pasó esta semana que termina. El motivo era un nuevo aniversario del natalicio del general José de San Martín y varios gobernadores se habían dado cita en Yapeyú, para recordar ese hecho y continuar con los encuentros del Norte Grande (noroeste y noreste). Sería su segunda reunión.
Hasta allí llegó el Presidente, luego de un maratónico viaje desde México y sin llegar a Buenos Aires pudo arribar a tiempo para dicha reunión. Reivindicó el federalismo de su gestión y halagó el oído de los mandatarios presentes con la frase que San Martín le escribiera al santafesino Estanislao López: “Unidos seremos in vencibles”.
El Presidente les hizo saber que utilizaría la obra pública como un factor que ayudará a un mayor equilibrio entre el rico centro del país y las zonas más empobrecidas y se preguntó si ésta desigual realidad es la que había imaginado el Libertador.
Los gobernadores tomaron nota de la oferta presidencial y seguramente volverán sobre el tema en el tercer encuentro que se realizará en Catamarca. Allí seguramente preguntarán por el destino y los peligros de la megaminería a cielo abierto y los riesgos que la misma trae para la producción futura y la saludad de los argentinos.
En algunas charlas bilaterales hubo gobernadores que también se preguntaron por el futuro de la hidrovía por la cual transita la mayor parte de la riqueza del país y de la parte sur del continente. En ese sentido exhibían sus dudas por las previsiones para una licitación internacional y los temores que la misma se constituyera en un riesgo para la soberanía económica argentina.
Vacunas: bien escaso que genera múltiples problemas
No hace falta ser un genio de la política, la medicina o las matemáticas para darnos cuenta que, por algunos meses más, que las vacunas, un bien escaso que no se pude satisfacer y que general múltiples problemas, es la pura y evidente verdad. Algunos de los efectos de esta realidad merecen unos breves comentarios.
Es evidente que ante la insuficiente producción de vacunas, las disponibilidades económicas y cuestiones geopolíticas forman parte de la disputa por ese bien escaso.
No le van en zaga variados temas internos de cada país, entre los que aparecen en el nuestro se destacan: La –todavía- baja cantidad de vacunados; la generalizada falta de trasparencia en la gestión de las vacunaciones y la vacuna como parte de la “grieta” que tanto les gusta cultivar a oficialismo y oposición.
Geopolítica y dinero en la pelea por las vacunas
Más allá de las naturales limitaciones para producirlas, las razones geopolíticas y los recursos son los dos factores que son claves en la distribución y venta de las vacunas en los diferentes países. Los cinco países que marchan a la cabeza de las vacunaciones –per cápita- en el mundo son Israel, Emiratos Árabes Unidos, Reino Unido, EEUU y Dinamarca.
Su sola enumeración nos da una idea de quienes más han podido avanzar en la vacunación. La pertenencia al mundo occidental desarrollado y una fuerte disponibilidad de divisas son las llaves que permiten acceder masivamente a esta necesidad y su posibilidad de uso inmediato.
Los llamados países emergentes y los más pobres tienen que andar haciendo malabares para lograr las vacunas indispensables. Solo un país pobre está creando las condiciones para escapar a esta regla. Se trata de la pequeña isla de Cuba. Allí han anunciado que “Soberana 02”, una de las cuatro vacunas en preparación, tendrá producidas 180 millones de dosis durante este año.
Brillante ejemplo de lo que puede una sociedad digna, libre y soberana cuando tiene objetivos claros a pesar de su pobreza y del criminal bloqueo que padece.
Argentina, escaso de divisas y fuertemente presionado desde diferentes lugares, trata de lograr el aprovisionamiento necesario. Debe moverse por un lado entre el mundo occidental y otras dos grandes potencias como China y Rusia y por el otro por los propios y distintos beneficios de estos últimos y sus múltiples intereses en juego en el país (represas, plantas nucleares, explotaciones de hidrocarburos).
Estas situaciones y algunos desórdenes en materia de gestión hacen que las vacunaciones marchen a un ritmo bastante lento.
La falta de transparencia afecta a la vacunación
Es sabido que la escasez de un bien acelera la demanda del mismo. Esto es particularmente impactante cuando de por medio está la vida de las personas. Es por eso que los acontecimientos que tomaron estado público la semana pasada, a partir de la “confesión” del periodista Horacio Verbitsky, de haberse vacunado por ser amigo del entonces ministro, produjeron una reacción contenida en buena parte de la sociedad.
La difusión de ese obsceno relato hizo que el rechazo contra la discrecionalidad del poder se masificara y tomara cuerpo. La cantidad de privilegiados, que parece extenderse por la geografía nacional y con toda la gravedad que encierra, es muy probable que sea una cifra mínima en relación con los millones que forman las cantidades globales a vacunar.
El problema está que ese dato se superpone con otros problemas, como el tema económico o los prolongados encierros de las cuarentenas y todo eso termina haciendo un combo frente al cual se rebela el sentido común de los millones, generando un malestar colectivo que atenta contra la buena marcha de la vacunación.
Parece adquirir vigencia el mal presagio anunciado por el escritor Jorge Asís cuando sostenía: “Nos fue mal con la pandemia, pero peor fue con la cuarentena. ¿Por qué nos va a ir bien con la vacunación?”.
La vacuna en la cultivada “grieta”
La mentada “grieta” que con tanto cuidado cultivan oficialismo y oposición ha encontrado en la vacuna una buena plataforma para desplegar todo su potencial. Parecen pocos los jueces y fiscales llamados a intervenir ante las denuncias de un lado y del otro.
Crecen las acusaciones y el Presidente, en su reciente viaje a México y siendo huésped de su colega de ese país, desplegó todo su potencial verbal para hablar de “payasadas” judiciales y otras yerbas. Mientras tanto desde el oficialismo denuncian al gobierno de la ciudad de Buenos Aires por “privatizar” las vacunaciones.
Ese torneo de “gestas” acusatorias -de nunca acabar- son la fotografía de un gobierno y oposición que, más que en la población, piensan en su posicionamiento electoral. Hay múltiples ejemplos de ello pero por respeto a nosotros mismos es mejor guardarlos y esperar que ambos sectores dediquen su mayor esfuerzo a los problemas reales que padece la mayoría de sus compatriotas.
*Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
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