Publicado el 28 de octubre de 2019
La primera vuelta de las elecciones uruguayas ha hecho sonar las alarmas en un país donde el progresismo ha gobernado sin muchas zozobras en los últimos 15 años. El Frente Amplio tuvo su peor votación desde el 1999. El Partido Nacional mermó su participación así como el Partido Colorado, aunque se mantienen casi estables. Entonces, ¿cómo se explica que la oposición toda sume más del 50% de los votos?
La primera vuelta de las elecciones uruguayas ha hecho sonar las alarmas en un país donde el progresismo ha gobernado sin muchas zozobras en los últimos 15 años. El Frente Amplio tuvo su peor votación desde el 1999. El Partido Nacional mermó su participación así como el Partido Colorado, aunque se mantienen casi estables. Entonces, ¿cómo se explica que la oposición toda sume más del 50% de los votos?
El factor del candidato ultraderechista (el general) Guido Manini es
el quid de la cuestión. El eje electoral se corrió hacia la derecha. No
hubo desprendimientos por izquierda; es más, la Unidad Popular no renovó
su banca de diputados al Parlamento.
Lo que los politólogos llaman gobernabilidad, va a ser muy difícil de
llevar adelante para cualquiera de los dos partidos que tiene
aspiraciones de gobierno. Aunque el panorama se presenta mucho más
favorable para una coalición conservadora, que si vota en conjunto suma
55 bancas.
Segunda vuelta (de los mismos de siempre)
Otro elemento que estuvo en debate fue el plebiscito Vivir sin miedo
que pretendía militarizar la sociedad y que no obtuvo el 50% requerido.
Aunque también representa una alarma importante, ya que fue votado por
el 46% del electorado.
Una de las consignas fue «Ni un voto a las botas» y la reforma no
prosperó, pero las botas llegaron al parlamento con Cabildo Abierto para
quedarse, de la mano de una familia de la oligarquía nacional desde
hace más de 100 años en la política de nuestro país, dueña de medios de
comunicación, con gran ascendencia en los estamentos militares, donde se
han sumado fascistas y nazis confesos. Reviste un carácter mesiánico,
un artiguismo déspota y conservador, o sea una contradicción en sí
misma.
Pero no menos peligros trae aparejado el Partido Nacional que será el
que encabezará el Frente Anti Frente Amplio. Lacalle Pou, es un
legislador que no ha acompañado ni un solo proyecto de la Agenda de
Derechos y que por supuesto ha votado a favor de la burguesía nacional y
los terratenientes locales.
Se muestra preocupado por lo que pasa en Venezuela y habla de
Derechos Humanos, pero convoca a su «gobierno multicolor» a un
encubridor de torturadores como Manini Rìos.
Los lìmites de la socialdemocracia.
El proceso que viene desarrollando el Frente Amplio es de franco
retroceso en conquistas, organización popular y en lo electoral. El
tránsito de su camino es de similar corte al del PSOE español, donde ha
tendido al centro y ha perdido pilares ideológicos por transformarse en
una maquinaria electoral. Podemos estar hablando de una PSOEtizaciòn del
Frente Amplio.
La socialdemocracia, al no profundizar ni radicalizarse, le da fuelle
a partidos y movimientos de derecha que se presentan como opción de
cambio, pero realmente son la opción del sistema. Una especie de vuelta
de 360 grados. Donde parece que se hace algo, pero solo se vuelve al
principio.
La autocrítica que debe realizar el Frente Amplio es seria y
profunda. Desde las bases a la cúpula. Los sectores del quietismo y la
burocracia no estarán interesados en esto, pero los que entienden que
este sistema debe ser cambiado y que este avance de la derecha le va a
dar un golpe brutal a los sectores que están al borde del precipicio de
este sistema, deben de bregar por sacudir las raíces de todo esto.
Muchos y muchas dejaron su vida literalmente por el proyecto del
Frente Amplio y otros tantos han querido borrar del diccionario de la
izquierda al proletariado, a la lucha de clases, al capitalismo, al
internacionalismo y a la conciencia de clase.
Hoy que Bolivia respira aliviada, hoy que Argentina vuelve por la
senda de la justicia social, hoy que Chile y Ecuador están en pie,
Uruguay parece no acompañar este ritmo continental. El 24 es la
próxima disputa contra la derecha, frente a frente, pero la batalla es
día a día, porque, como cantaba el Indio Solari, cuando la noche es más
oscura, se viene el día en tu corazón.
** Estudiante de Licenciatura en Psicología, Universidad de la
República, Uruguay. Analista asociado al Centro Latinoamericano de
Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)
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