Por Gonzalo Armua
Cuando el autor me regaló esta obra, en
un viaje frenético entre aeropuertos y estaciones de buses, me predispuse a
leer sus páginas en el día. Lo terminé esa misma noche y al día siguiente volví
sobre sus páginas para escribir esta humilde reseña. Ayi
Bobo de Lautaro Rivara no es solo un libro de poesía; es una declaración
política, un grito desde las entrañas de la historia y una expresión visceral
de solidaridad con Haití, un pueblo que, como pocos en el mundo, ha sido tan
despojado como rebelde a lo largo de su historia. La obra de Rivara tiene el
raro privilegio de mezclar el arte con la denuncia sin caer en el panfleto, y
eso es lo que la hace valiosa y necesaria.
Lautaro Rivara no es un poeta que observe
el sufrimiento ajeno desde la comodidad de su escritorio. Es un militante, un
cronista de las luchas populares, y, en este caso, un testigo comprometido con
las luchas del pueblo haitiano. Este libro es un acto de amor y de
compromiso, una forma de devolver algo a esa gente que le ha dado tanto en términos
de enseñanzas sobre la resistencia y lo mejor de la humanidad.
El título mismo, Ayi
Bobo, introduce al lector en el universo cultural y espiritual de Haití.
Esta expresión en creole haitiano, que significa algo así como “así sea” o “que
así sea”, es una clave para entender el tono de la obra: una afirmación de vida
en medio de la adversidad, una resistencia vital que no se resigna ni se
entrega. Desde el primer poema, deja claro que su poesía no es neutral ni
distante. Cada verso está impregnado de una empatía radical y una comprensión
profunda de las heridas abiertas por siglos de colonialismo, imperialismo y
racismo.
En términos estilísticos, la poesía de
Rivara tiene una fuerza que proviene tanto de su economía de palabras como de
su potencia simbólica. Sus imágenes son, a la vez, desgarradoras y
esperanzadoras. Hay un cuidado exquisito en la elección de cada palabra, lo que
hace que cada poema sea un microcosmos de emociones y significados. Pero lo que
más impacta es la autenticidad de su voz. No pretende ser un salvador ni un
espectador superior; escribe como alguien que ha compartido su vida con las
personas sobre las que escribe, y esa honestidad se siente en cada línea.
Uno de los aspectos más destacados de Ayi Bobo es cómo logra vincular la historia de Haití con
las luchas contemporáneas de toda nuestra América Latina y el Caribe. En un
mundo donde las fronteras son usadas como barreras para dividirnos, Rivara
construye puentes con sus palabras. Nos recuerda que la revolución haitiana,
ese primer gran grito de libertad de los esclavos contra el colonialismo, sigue
siendo una luz que ilumina los caminos de los pueblos que luchan por su
autodeterminación. Nos invita a mirar a Haití no como una "tragedia"
o un "caso perdido", sino como un faro de dignidad. Esa porción de
isla que supo dar la primer revolución antiesclavista de la historia y que
pocos valoran en su magnitud y reverberaciones en el tiempo.
En Ayi Bobo,
también hay espacio para la celebración. Rivara no se detiene solo en las
heridas; canta a las alegrías, a la música, a la espiritualidad y a la cultura
haitiana. Hay poemas que parecen bailar al ritmo del tambó, que invocan a los
loas del vudú, que celebran la belleza de un pueblo que, a pesar de todo, sigue
creando, resistiendo, viviendo:
“Cantan para comer. Cantan para amar.
Cantan para luchar. Cantan para dormir.
Cantan para Creer. Cantan para morir.
Cantan para parir. Cantan.
Siempre Cantan.”
Esta celebración no es ingenua ni
superficial; es una afirmación política de que la cultura y la espiritualidad
son formas de resistencia.
Como alguien que ha dedicado su vida a
las luchas populares y a construir una América Latina más justa, me siento
profundamente identificado con la perspectiva de Rivara. Este libro es un
recordatorio de que la poesía puede ser una herramienta de la emancipación tan
poderosa como una movilización, una barricada o una asamblea popular. Ayi Bobo no solo nos invita a reflexionar sobre Haití,
sino también sobre nuestras propias luchas, nuestras propias heridas y nuestra
capacidad de resistir y soñar con creatividad.
Tal vez, el privilegio de la cercanía
personal con el autor permite detectar esas experiencias vitales, donde no se
sabe bien si primero fue la poesía o primero existió el suceso; algunas
atravesadas por enfermedades, otras por viajes surrealistas, otras por gestos
de dignidad pocas veces vistos, que han marcado su vida:
“A veces me duele el dolor.
Y a veces hasta encuentro un cuerpo
debajo del dolor.”
“Largo camino,
aun si magnífico,
cansas lo mismo.!
“Admito que he visto cosas inverosímiles,
pero nunca a un árbol
tijeretearse las barbas.”
En estos tiempos de crisis, guerras,
algoritmos y deshumanización, donde las estructuras de opresión parecen más
arraigadas que nunca, libros como Ayi Bobo son
indispensables. Nos ofrecen una visión del mundo que no niega el dolor ni la
injusticia, pero que también nos muestra la belleza de la resistencia y la
posibilidad de un futuro diferente. Lautaro Rivara ha escrito una obra que no
solo merece ser leída, sino también discutida, compartida y llevada a las
trincheras de nuestras luchas cotidianas. Es un manifiesto militante que también
propone una ética y una serie de debates sobre el rol de los intelectuales
orgánicos:
“Siempre odié a los buenos especialistas,
a los contadores de una sola rúbrica,
a los viajeros de alforja impar,
a los de poco asunto
y escueta batalla.
Prefiero entrar al mar siendo un mal curioso
que un versado en versos cortos.”
Si tuviera que resumir este libro en una
palabra, sería “dignidad”. Dignidad para Haití, para América Latina y para
todos los pueblos que se niegan a arrodillarse ante el poder colonial- y
neocolonial- . Ayi Bobo es un canto de esperanza
en medio de la tormenta, una declaración de que, a pesar de todo, seguimos de
pie. Gracias, Lautaro, por recordarnos que la poesía también es una forma de
lucha, y que las palabras, cuando se usan con verdad y con amor, pueden ser tan
poderosas como cualquier arma.
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