El final es en donde partí

 Nicolás Sampedro

Los desbarajustes de un mundo en caos luego de una pandemia que agravó las contradicciones existentes previas a su aparición. Una Argentina que discute a contrareloj cómo salir a flote y una región que puede estallar entre casos de corrupción y disputas entre gigantes.




Como se ha analizando en reiteradas oportunidades, las condiciones actuales del sistema capitalista, se recrudecieron luego de la llegada del COVID 19 que puso patas arriba al mundo. Pero a no equivocarse, este ya era un mundo caótico que estaba al borde del colapso por las inmensas desigualdades generadas por un sistema que excluye, hambrea y asesina.

Occidente ya estaba en franco retroceso ante el avance de potencias emergentes como Rusia o China y ya las más altas esferas del poder económico global (occidental) habían comenzado a hablar del gran reseteo mundial.

La pandemia del COVID 19 agravó el escenario y hoy de lo que algunes analistan habla es del cuello de botella que se generó por las bajas y altas en distintos productos y por los quiebres en las cadenas de suministros. Los grandes aumentos: alimentos e insumos para su producción, y combustibles. El gran faltante: los contenedores atascados en los puertos de EEUU que no vuelven a China (la gran fábrica del mundo).

La crisis global de suministros ha golpeado particularmente a EEUU. Un país que ya venía arrastrando una fuerte crisis producto del mal manejo de la pandemia y el debilitamiento de las relaciones con sus socios occidentales durante la administración Trump, por la olla a presión que significa la disputa interna en ese país y por años de fogonear la globalización y la consiguiente relocalización de sus empresas en países con “menor costo de mano de obra”.

Como si fuera poco, a esto debe sumarse la consolidación de Rusia y China como un bloque emergente que disputa el tablero mundial y la hegemonía de EEUU en alianza con otras fuerzas occidentales. Tal como lo señala el analista Pepe Escoba, la consolidación del bloque euroasiático con instituciones como la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) o la Iniciativa de la Franja y la Ruta (en sus múltiples niveles), hacen casi imposible que la potencia del norte pueda revertir su caída en picada.

La pérdida de hegemonía a nivel global de los EEUU viene de la mano con la consolidación de China como el mayor socio comercial con gran parte del mundo, incluida Nuestra América. Así lo retrata en su último artículo el analista mexicano Alfredo Jalife (EEUU pierde Latinoamérica ante China por su pésimo manejo migratorio y su falta de inversiones), quien resalta que “en tan solo 20 años, el comercio chino con la región se incrementó de 12.000 millones a 315.000 millones. ¡26 veces más!

Si se analiza el área claves de este momento histórico (las telecomunicaciones) se puede observar que el desarrollo Chino en el sector aventaja por décadas al hegemón del norte. Al respecto el economista Alfredo Zaiat señala que “entre 2015 y 2020, empresas privadas y estatales (chinas) invirtieron alrededor de 74.850 millones de dólares en la región”.

Pero, cual bestia herida, los EEUU han dado continuidad a diversas modificaciones de su estrategia global. Saben que China es su mayor disputa y hacia allí apuntaron algunos de sus cañones, por eso el acuerdo AUKUS y sus intenciones de controlar el indo-pacífico, dejando a Europa expuesta al ridículo. Al mismo tiempo, su paranoia no les permite confiar en casi nadie y por ello la posible ampliación de la alianza “Cinco Ojos” que se dedica a espiar las telecomunicaciones de todo el mundo.

En todos los escenarios a lo largo y ancho del mapa, lo que EEUU despliega es una Guerra Híbrida, pese a que sus medios de propaganda se esfuercen para hacernos creer que quienes ejercen el terrorismo o trabajan deslealmente son potencias no occidentales que disputan el lugar de poder que otrora ocupara Washington.

Particularmente en nuestra región EEUU sabe que no puede seguir perdiendo terreno ante sus competidores, ni puede permitirse un revivir del proyecto de unidad continental que se viviera durante la primera parte del siglo XXI. Es por ello que utiliza herramientas archi conocidas como las ONG`s, las medidas coercitivas unilaterales (como sanciones o bloqueos), la difusión de mentiras mediáticas y a través de redes sociales e incluso el endeudamiento planificado de los países con organismos multilaterales de crédito (como el FMI o el BM) para acorralar y ahorcar a nuestros pueblos.

En medio de estas movidas en el tablero, estallan escándalos globales como los Pandora Papers que ponen al descubierto los entramados de corrupción de representantes de la derecha regional como Lasso, Piñera, Duque o Macri, pero que también deja en evidencia a muchos empresarios y sus prestigiosas compañías, a artistas, escritores (como Vargas Llosa) deportistas y ex funcionarios.

Y como no podía ser de otra manera, la reacción de la derecha continental es la de siempre: mentir o desviar el tema con algún chivo expiatorio. Lo hizo Lasso decretando el estado de excepción en todo el territorio ecuatoriano, lo hizo Piñera volviendo al conflicto con el pueblo Mapuche, lo hizo Duque (entre otras cosas) con la detención de Rodrigo Granda (ex comandante de las FARC y firmante de los Acuerdos de Paz).

Como lo hemos señalado en reiteradas oportunidades, es fundamental que los pueblos de Nuestra América y el mundo comprendamos que lo que sucede en cada uno de nuestros países está íntimamente relacionado con lo que sucede fuera de nuestras fronteras. Conocer los estrechos vínculos entre las oligarquías y los poderes locales y los poderes foráneos nos permitirá tener una mirada más compleja y amplia de la realidad que nos toca vivir.

El mundo es cada vez más caótico, los sectores de poder buscan permanentemente invertir los hechos y responsabilizar a los sectores populares y a sus gobiernos a través de los medios y las campañas en redes. La única medicina contra este cáncer es la conciencia colectiva y ésta se adquiere con discusión, con formación, con organización y luchando por construir un mundo más justo.

El dominio norteamericano sobre nuestro continente históricamente se sostuvo a través de la fuerza, de la guerra, de las invasiones, de los golpes de Estado o de ahorcarnos con deudas impagables contraídas por los sectores reaccionarios de nuestros países (sean civiles o militares). Y cuando algunes sostenemos que el imperio le declaró la guerra a perpetuidad a los pueblos no es otra cosa que señalar que la guerra es la política por otros medios y viceversa. En definitiva, como dice la canción, el final es en donde partí.

Nicolás Sampedro
Nicolás Sampedro

Prefiero escuchar antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.

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