Eduardo Camín
El aumento de las tensiones geopolíticas y las crisis constantes de los últimos años —la pandemia de Covid-19, la guerra en Ucrania, las crisis climáticas y las consiguientes perturbaciones del comercio— han suscitado interrogantes sobre si el sistema multilateral de comercio sigue funcionando.
En su intervención de fondo pronunciada en el 13er Congreso Mundial de Cámaras de Comercio llevado cabo en la ciudad de Ginebra (21- 23 de junio), la Directora General de la Organización Mundial del Comercio (OMC) Ngozi Okonjo-Iweala allanaba el terreno y advertía que el sistema multilateral de comercio funcionaba, pero que algunas partes debían reformarse. Asimismo, subrayó el riesgo que suponía para la prosperidad mundial la fragmentación del comercio en bloques rivales y reiteró su llamamiento a la “reglobalización” más que a la desglobalización.
Sin bien es cierto que la desglobalización del comercio internacional está lejos aún de ser una realidad, no es menos cierto que están apareciendo «los primeros signos de fragmentación», volvió advertir la OMC, preocupada por los efectos de este fenómeno en el crecimiento y el desarrollo.
Históricamente defendida por los movimientos antiglobalización, la idea de «desglobalización» ha vuelto a cobrar fuerza ante la profunda desorganización de las cadenas de producción. En su informe anual sobre el comercio mundial, presentado el 12 de setiembre, los economistas de la OMC abogan por la «reglobalización» en un contexto donde, dicen, «los primeros signos de fragmentación del comercio amenazan con frenar el crecimiento y el desarrollo».
«El orden económico internacional posterior a 1945 se basó en la idea de que la interdependencia entre las naciones a través del aumento de los lazos comerciales y económicos promovería la paz y la prosperidad compartida», dijo Ngozi Okonjo-Iweala en su informe. «Hoy, esta visión está amenazada, al igual que el futuro de una economía global abierta y predecible», advierte. Según la OMC, dividir el comercio mundial en dos bloques separados representaría un costo global estimado en alrededor del 5% del ingreso real, y algunas economías en desarrollo enfrentarían pérdidas de dos dígitos.
Primeras grietas del sistema
Durante varias décadas, la expansión del comercio internacional superó el crecimiento del PIB mundial, pero «esta tendencia de alguna manera se detuvo en el momento de la crisis financiera mundial de 2008-2009 y, desde entonces, se ha estancado», explicó el economista jefe de la OMC, Ralph Ossa.
Después de esta fase de desaceleración de la globalización (slowbalization), la pregunta que debemos hacernos es la de saber «si nos estamos moviendo hacia una fase de desglobalización», dijo, mientras que el informe muestra que las tensiones geopolíticas están comenzando a tener un impacto en los flujos comerciales en todo el mundo. «Todavía estamos lejos de la desglobalización, pero estamos empezando a ver las primeras grietas en el sistema», dijo Ossa, señalando que esta fragmentación comercial tiende a seguir las divisiones geopolíticas, especialmente desde la guerra de Ucrania.
Tal vez la conclusión más sorprendente de esta parte del Informe es que la OMC ha hecho cálculos que muestran que, desde la guerra en Ucrania, el comercio entre los dos principales bloques geopolíticos mundiales ha variado. La organización identificó sobre la base de los votos de los países en la Asamblea General de la ONU, que los flujos comerciales de bienes entre estos «bloques» han crecido entre un 4 y un 6 por ciento más lentamente que dentro de ellos desde el inicio de la guerra en Ucrania, lo que indica un cambio sustancial hacia la búsqueda de amigos.
«Estamos realmente en una encrucijada. Tratamos de volver al camino de la globalización o continuaremos en este camino de fragmentación», dijo otro economista de la OMC, Víctor Stolzenburg, quien coordinó el informe que también muestra que ha habido un aumento de las tensiones comerciales en la OMC, incluido un fuerte aumento de las «preocupaciones comerciales» planteadas por los países ante diversos comités.
Stolzenburg agregó que otra fuente de preocupación es la aparición de «primeros signos de desacoplamiento» en las relaciones comerciales entre China y Estados Unidos. Si bien el comercio entre estas dos potencias alcanzó un nivel récord en 2022, es innegable que su composición ha sufrido los efectos de la guerra arancelaria chino-estadounidense, que ha llevado a una fuerte desaceleración del comercio en ciertas categorías de productos, como los semiconductores.
En el Informe también se examina el papel de la OMC en el fomento de la reglobalización ya que los miembros de la OMC ya han avanzado hacia este objetivo en los últimos años. Entre los ejemplos figuran los acuerdos multilaterales como el Acuerdo sobre Facilitación del Comercio y el Acuerdo sobre Subvenciones a la Pesca, así como los resultados plurilaterales sobre la reglamentación nacional de los servicios y la facilitación de las inversiones para el desarrollo.
Para citar sólo un número, las estimaciones de la OMC muestran que el Acuerdo sobre Facilitación del Comercio dio lugar a un aumento del comercio de 231.000 millones de dólares. Los países menos adelantados han obtenido aumentos comerciales en particular, y sus exportaciones aumentaron un 2,4%, con un aumento del 17% en el sector agrícola. Pero para lograr un futuro seguro, inclusivo y sostenible, es necesario hacer más, sostiene el informe.
Por otra parte, el Índice de Costos del Comercio de la OMC muestra que los costos en los países de ingresos medianos y bajos son un 27% más altos que en los países de ingresos altos. Los costos del comercio de servicios son un 34 por ciento más altos que en el sector manufacturero. Y los costos del comercio en la agricultura son un 46 por ciento más altos que en las manufacturas. Esto apunta a que las reducciones de los costos del comercio para los países en desarrollo en la agricultura y los servicios, incluidos los servicios prestados digitalmente, son prioridades naturales para el futuro.
Un deja vu: de la desglobalización a la reglobalización
El informe continúa examinando la relación entre la integración económica y tres desafíos principales que enfrenta el orden económico mundial actual: seguridad y resiliencia, pobreza e inclusión, y sostenibilidad ambiental, áreas en las que han ganado terreno argumentos de que la globalización no ha cumplido con lo esperado o expone a los países a riesgos excesivos.
Al examinar la evidencia, el informe argumenta que la «reglobalización», es el impulso renovado hacia la integración de más personas, economías y problemas apremiantes en el comercio mundial, es una solución más prometedora para estos problemas que la fragmentación. El informe muestra que la apertura comercial está estrechamente vinculada con una menor probabilidad de conflicto y ha dado lugar a fuertes disminuciones de la pobreza durante más de cuatro décadas. Aimismo, las mejoras tecnológicas permitidas por el comercio han tenido un fuerte impacto en la reducción de las emisiones de carbono.
El comercio es un poderoso multiplicador de fuerza para las políticas climáticas. Las simulaciones muestran que más de un tercio de las reducciones de emisiones logradas por un impuesto global al carbono se deberían a las ganancias ambientales del comercio. Así como hay beneficios económicos del comercio de países especializados en lo que son relativamente buenos, también hay beneficios ambientales del comercio de países especializados en lo que son relativamente verdes.
Pero esto requiere un comercio abierto junto con una acción climática coordinada y, en ese sentido, una expansión de la integración comercial a más temas. Esto también ilustra bien la necesidad de ampliar la integración comercial a más cuestiones. Pero, como siempre, el capitalismo en todo esto sigue ausente de los debates.
A muchos de estos expertos les debe resultar muy perezoso recordar que en la inmensa mayoría de los países del mundo se vive, se trabaja y se comercia bajo un sistema capitalista, un detalle que suele olvidarse con demasiada frecuencia, tal vez por ignorancia o bien por un premeditado cinismo académico. Bajo la lógica y la esencia del modo de producción capitalista, se debe abordar las crisis comerciales, financieras o laborales, como un momento necesario e inevitable de la dinámica de acumulación de capital.
En ese sentido, la semántica poco importa, la realidad es la transferencia de la soberanía jurídica y política de los Estados, hacia los actores claves de la globalización o reglobalización: las corporaciones transnacionales y la banca financiera mundial, para salvaguardar la seguridad jurídica de los inversionistas privados.
¿Qué bloque cambiará esta lógica? Éste es el otro gran ausente de marca; ¿cuál es ese bloque que no se nombra, pero inquieta a la lógica del dólar?… Acaso los BRICS, innombrables convidados de piedra, son ese bloque que perturba la reglobalización capitalista.
*Periodista uruguayo residente en Ginebra exmiembro de la Asociación de Corresponsales de Prensa de Naciones Unidas en Ginebra. Analista Asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
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