Eduardo Camín
La 111 Conferencia General de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), congregada en Ginebra , llego a su fin, con la perplejidad de siempre. donde las promesas siguen los viejos senderos del status-quo permanente. De cierta manera la falacia se perpetua con el sentimiento de que la presente criba del pasado, y lo que dé él toma, lo que en él ve, no suele ser más que la proyección de sus preocupaciones y el desahogo de sus fantasmas.
Aunque a veces ni siquiera eso, sino tan solo una rutina. Rutina admirable, por cierto, cómo no admirar la delicadeza de las resoluciones que se efectúan en las grandes salas del Palacio de Naciones Unidas en Ginebra, donde la OIT establece una serie de recomendaciones, constatando a la vez que el panorama es harto difícil en la coyuntura actual.
Pero el quid de la cuestión ese que no ingresa a los debates, se soslaya entre comentarios en el bar junto al cafecito de los delegados del mundo entero.
Y predomina el paradigma del desarrollo dominante/el verso/que descansa en el crecimiento incesante de la producción de bienes y servicios cuya finalidad última es el consumo, y cuya amplitud y profundización se realiza a través del juego de las fuerzas invisibles “libres” del mercado en espera que irradien a toda la sociedad estándares de consumo y niveles de ingreso superiores a las necesidades básicas.
Este tipo de desarrollo ha producido una realidad muy diferente a la pregonada por el modelo: desigualdad social, y entre géneros, violencia, destrucción del ambiente y contaminación general son algunas de las características más salientes.
Sin dudas que es un hecho real que los cambios transformadores en el mundo del trabajo traen consigo oportunidades y desafíos, y las crisis múltiples y actuales han tenido un profundo impacto en la protección de los trabajadores. Las tensiones geopolíticas, la pandemia de Covid-19, el impacto del cambio climático y las crisis económicas y financieras que afectan al costo de la vida han agravado los déficits preexistentes de trabajo decente, aumentado la pobreza y exacerbado las desigualdades, dentro de los países y entre ellos.
En este contexto, la segunda discusión recurrente sobre la protección de los trabajadores examina los progresos realizados y los desafíos pendientes, y traza el camino a seguir hacia una protección más inclusiva, adecuada y eficaz de todos los trabajadores.
Más allá delos deseos … una porfiada realidad
La protección de los trabajadores está en el centro del mandato de la OIT y del Programa de Trabajo Decente, y es fundamental para aumentar la resiliencia ante futuras crisis y facilitar la recuperación. Es decisiva para lograr el trabajo decente y contribuir a la justicia y la paz sociales, para asegurar una distribución justa y real de los frutos del progreso y del crecimiento de la productividad para todos y para reducir las desigualdades.
Todos los trabajadores deberían disfrutar de una protección inclusiva, adecuada y eficaz, con arreglo al Programa de Trabajo Decente. Las empresas sostenibles, como generadoras de empleo y promotoras de innovación y trabajo decente, contribuyen a la protección de los trabajadores, al aumento de la productividad y al buen funcionamiento y productividad de la economía.
Al mismo tiempo, al igualar las condiciones, la protección de los trabajadores contribuye a la sostenibilidad de las empresas, a las ganancias derivadas de la productividad y al desarrollo económico.
No obstante, persisten algunos desafíos y han surgido otros nuevos. En algunos estados miembros se han adoptado salarios mínimos obligatorios, establecidos por ley o negociados por los interlocutores sociales, y muchos han puesto en marcha mecanismos de ajuste de los salarios mínimos, que son decisivos para reducir las desigualdades.
Sin embargo, la falta de adecuación y de una aplicación eficaz de los salarios mínimos sigue siendo un desafío en muchos países, lo que contribuye al incremento del número de trabajadores pobres y a la desigualdad de ingresos.
Además, la participación de los trabajadores en las ganancias derivadas de la actividad económica ha seguido disminuyendo, mientras el crecimiento de los salarios ha ido a la zaga del aumento de la productividad. También se han adoptado medidas para hacer frente al impago de los salarios, inclusive mediante su pago por sistemas bancarios y digitales, y para promover el principio de igualdad de remuneración por un trabajo de igual valor, entre otras cosas a través de medidas de transparencia salarial.
A pesar de que la brecha salarial de género se ha ido reduciendo, aunque a un ritmo lento, sigue siendo significativa al situarse en un 22 por ciento a escala mundial. También se ha observado una tendencia a la baja en el número de horas de trabajo por trabajador, pero gran número de ellos sigue trabajando muchas horas.
Por su parte la informalidad sigue siendo un obstáculo importante y una de las causas profundas que impiden lograr una protección inclusiva, adecuada y eficaz de todos los trabajadores. Dos mil millones de trabajadores en todo el mundo se ganan la vida en la economía informal, con derechos y protecciones limitados, cuando los tienen; además, la informalidad entre los trabajadores autónomos ha ido en aumento.
La economía informal tiene consecuencias negativas para el desarrollo de empresas sostenibles, incluidas las microempresas y las pequeñas y medianas empresas (mipymes), los ingresos públicos y el ámbito de actuación de los Gobiernos.
La protección sigue siendo un desafío para muchos trabajadores autónomos, inclusive en la economía formal. El riesgo de exclusión de la protección de los trabajadores o de que esta sea inadecuada es mayor para los grupos de trabajadores que son objeto de discriminación por motivo de género y de otra índole, incluida la discriminación interseccional, como los trabajadores migrantes y los refugiados, los jóvenes, las personas con discapacidad, las minorías étnicas o raciales, los pueblos indígenas y tribales.
También para los trabajadores de grupos profesionales o sectores específicos o los que participan en determinadas modalidades de trabajo, incluidos los trabajadores del cuidado, los domésticos, agrícolas y a domicilio, especialmente en los contextos en los que prevalecen unos marcos jurídicos inadecuados o una gobernanza deficiente del mercado de trabajo.
Si bien las modalidades de trabajo, como el empleo temporal, el trabajo en plataformas y el teletrabajo, pueden haber brindado nuevas oportunidades para la creación de empleo y han facilitado el acceso al empleo de los trabajadores que se enfrentan a mayores barreras para entrar y permanecer en el mercado de trabajo, también han planteado nuevos desafíos para la protección de los trabajadores y su clasificación.
Conscientes de la continua pertinencia de la relación de trabajo como principal puerta de acceso a la protección de los trabajadores y a la seguridad social, algunos países han tomado medidas para promover la clasificación correcta de la situación en el empleo.
La creciente conectividad resultante de las tecnologías de la información y las comunicaciones ha hecho posible el teletrabajo, que aumentó durante la crisis de la Covid-19 y es probable que se mantenga junto a las modalidades de trabajo «híbridas».
La conectividad ha facilitado una mayor flexibilidad en la organización del trabajo y el equilibrio entre la vida profesional y la vida privada, preservado puestos de trabajo y mantenido la protección de los trabajadores en muchos países durante la pandemia, pero también puede crear un estrés importante para los trabajadores si no se aseguran y respetan los límites al tiempo de trabajo y la protección para que puedan desconectarse, de conformidad con la regulación nacional y por acuerdo entre las partes.
Los desafíos también incluyen la protección de los datos personales de los trabajadores y su derecho a la vida privada, el impacto de las decisiones automatizadas en los derechos laborales, en el empleo y en la asignación de tareas, así como la prevención de los riesgos de salud mental y psicosociales.
¿Trabajo seguro?
Se ha observado una tendencia a la baja en la tasa de muertes y enfermedades relacionadas con el trabajo, aunque las cifras siguen siendo significativas y se mantienen en aumento. En 2022 se incluyó un entorno de trabajo seguro y saludable en el marco de los principios y derechos fundamentales en el trabajo de la OIT. Al mismo tiempo, el cambio climático plantea nuevos problemas de salud y seguridad, como el estrés térmico, y agrava los existentes.
Se han adoptado nuevas regulaciones para luchar contra la violencia y el acoso en el mundo del trabajo, inclusive mediante la ratificación y la aplicación del Convenio sobre la violencia y el acoso (2019). Las desigualdades y la discriminación de género persisten, incluso en lo que respecta al acceso de las mujeres a los mercados de trabajo, la progresión profesional, las competencias y los ingresos, la violencia y el acoso, y la participación desproporcionada de mujeres en el trabajo de cuidados no remunerado y en las responsabilidades familiares.
Se han producido importantes avances jurídicos en relación con la protección de la maternidad, como la licencia de maternidad remunerada, la licencia de paternidad y la licencia parental, pero la aplicación y el cumplimiento todavía deben mejorar. Además, la duración media de la licencia de paternidad sigue siendo corta en muchos países, y es necesaria una repartición más equilibrada de la licencia parental entre hombres y mujeres
En muchos países, los trabajadores migrantes cubren la escasez de mano de obra y contribuyen al desarrollo sostenible. Sin embargo, muchos siguen siendo discriminados y se enfrentan a barreras en el acceso a la protección de los trabajadores. Algunos países han desarrollado marcos jurídicos e institucionales que protegen los derechos de los migrantes, garantizando la cobertura de la protección social y unas migraciones seguras y ordenadas.
Ciertos países han adoptado medidas de protección del empleo, entre ellas normas contra el despido injustificado y restricciones al recurso inadecuado a los contratos de duración determinada. Se han promovido los contratos de trabajo indefinidos, que proporcionan una mayor protección a los trabajadores, al tiempo que aumentan la productividad y la adaptabilidad de las empresas, entre otras cosas incentivando la inversión en las competencias y las cualificaciones de los trabajadores.
Trabajo y derechos humanos
En algunos países, también se ha protegido a los trabajadores con contratos de trabajo temporales, inclusive a través de la introducción de una regulación adecuada sobre los límites del recurso a este tipo de contratos.
De conformidad con el deber de los Estados de proteger los derechos humanos y la responsabilidad de las empresas de respetarlos, las empresas y los Estados han tomado medidas importantes para avanzar en el respeto de los derechos humanos, incluidos los principios y derechos fundamentales en el trabajo, y para promover una conducta empresarial responsable, inclusive en las cadenas de suministro.
Todo ello en consonancia con los Principios Rectores de las Naciones Unidas y la Declaración tripartita de principios sobre las empresas multinacionales y la política social adoptada por la OIT (Declaración sobre las Empresas Multinacionales).
La adopción de medidas, como la participación en alianzas internacionales, por ejemplo, la Alianza Mundial para Erradicar el Trabajo Forzoso, las Formas Contemporáneas de Esclavitud, la Trata de Personas y el Trabajo Infantil, es importante para seguir apoyando los esfuerzos desplegados en este ámbito y para promover el trabajo decente, inclusive en las cadenas de suministro.
La promulgación solemne de los derechos humanos y laborales no debe ser un simple gesto retórico sin consecuencias materiales como sostiene con frecuencia un cierto cinismo disfrazado de realismo en asambleas que son tapaderas de las incongruencias del capitalismo.
Por eso este ejercicio dialéctico de los organismos internacionales pone en evidencia las dos funciones del derecho; la instrumental y la simbólica. Es decir, se constituye una distancia entre la realidad y la norma, entre la vida cotidiana y el horizonte valorativo y tal es la finalidad simbólica o ritual de este tipo de acciones marcadas por el status-quo
*Periodista uruguayo residente en Ginebra, exmiembro de la Asociación de Corresponsales de Prensa de Naciones Unidas en Ginebra. Analista Asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
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