Por Antonio Ladra
Ya era casi el mediodía del 29 de julio del año 2013 cuando el controlador del pequeño aeropuerto de Santa Clara del Olimar salió de la modorra y detectó en la pantalla del radar el ingreso de dos aviones por la zona de Bella Unión.
Dos cosas alertaron al funcionario: una, que no tenía registro de esos vuelos, por lo tanto se trataba de una violación del espacio aéreo, y la otra, la sospechosa baja altura en la que se movían, con el claro fin de pasar desapercibidos.
A esa altura, los aviones ya habían sido detectados por el radar de Montevideo.
Una de las aeronaves aterrizó en un campo cerca de Cebollatí, en el departamento de Rocha, donde ya se encontraban un camión con surtidor de combustible y otro vehículo igual para el transporte de la droga hacia Montevideo. La policía antidrogas uruguaya, que ya estaba al tanto de la llegada del avión, intervino de inmediato, pero los narcos repelieron el ataque y hubo un intercambio de disparos en el que resultó herido uno de los delincuentes. En el interior de la aeronave, del tipo de las usadas para la fumigación de productos químicos, se hallaron 21 paquetes con 478 kilos de marihuana, que acababan de ser transportados desde la zona de Caazapá, Paraguay.
Estaba en pleno desarrollo la Operación Wayra. Simultáneamente con la detención del avión en Cebollatí, en Montevideo y Canelones se realizaron una serie de allanamientos donde cayeron los integrantes de la banda, lideradas por un hombre de 41 años de edad, sin antecedentes, conocido como Toti.
Pero ese día también cayó el segundo avión avistado por el radar de Santa Clara de Olimar. Fue detenido por la Fuerza Aérea Uruguaya y obligado a bajar en Durazno, cuando incursionaba, sin permiso, sobre el territorio uruguayo. La aeronave Cessna 210, Centurión, matrícula ZP-TMF, iba pilotada por un señor llamado Juan Gualberto Gómez, quien adujo que se había «perdido» cuando pretendía dirigirse a Brasil.
El GPS que tenía la avioneta señalaba que el piloto salió de Caazapá, a las 07:52 y que recorrió 470 kilómetros hasta ingresar al espacio aéreo uruguayo, a las 09:48, por la ciudad de Bella Unión, departamento de Artigas, en la frontera con Argentina y Brasil.
Dentro del avión no se encontraron drogas, pero sí bidones de gasolina y un fondo falso. Los investigadores de la Brigada Antidrogas tenían la plena certeza de que este veterano piloto también había transportado droga o había actuado como escolta del avión que transportaba la marihuana.
Después se supo que Gualberto no era tal, sino el mismísimo Papacho Viveros Cartes tío del entonces presidente de Paraguay Horacio Cartes, el hijo de Nélida Cartes y primo de Ramón Telmo Cartes, el padre de Horacio, quien tiene la representación en Paraguay de los aviones Cessna, la línea favorita de pequeñas aeronaves que le gusta pilotar al tío del presidente.
Pero hubo más. Cuando el 11 de octubre, en el marco de la operación Halcón fue detenido otro miembro de la banda de Toti, Sebastián Enrique Marset, confirmó que Papacho había traído en su avión otros 450 kilos de marihuana, pero los había bajado previamente en una pista clandestina en Lavalleja y que él era el destinatario. Con esta evidencia, la jueza del crimen organizado, Adriana de los Santos, procesó a Papacho por narcotráfico y también a Marset.
Esta es la historia de la primera vez que apareció con fuerza en el radar de los investigadores antidroga uruguayo el que hoy es el personaje de moda en el mundo del narco: Sebastián Enrique Marset.
LA ALIANZA CON “RICKY” Y CON “CACHITO” Y EL GRUPO INSFRÁN
De aquel Sebastián Marset, “un perro” en la jerga narco, a este presente donde aparece con fuerza y como líder en el mundo criminal, ha pasado mucha agua bajo el puente. Pero aquel fue el primer vínculo con la familia Cartes y esa fue la primera puntada para el armado de una organización delictiva dedicada al narcotráfico, cuyos miembros se van conociendo de a poco
Marset resultó procesado con prisión por tres delitos de tráfico ilícito de estupefacientes y fue a parar a la cárcel de Libertad donde estuvo cinco años. En prisión trabó contacto con Ricardo Hougham Guerrero, conocido también por varios apelativos: Ricky, el principal, pero también Cabezón, Cabeza, Pendejo, Sobrino y Ahijado.
Ricky que había sido procesado por la operación Campanita y más tarde en el año 2011 en la operación Althafar, coordinaba el transporte de la droga que llegaba desde Colombia y que él mismo se encargaba de recibir en la frontera con Argentina, para luego sacarla fuera del país.
Ricky a pesar de su juventud, 26 años cuando cayó en la operación Campanita tenía una vasta experiencia en el narcotráfico internacional como miembro de una organización liderada por su padre que trasladaba cocaína en veleros desde el Caribe a Europa. En Uruguay Ricky contó con el apoyo logístico de la denominada Mafia del Río, que operaba en Paysandú. La Mafia del Río traficó durante décadas a través del río Uruguay voluminosos cargamentos de droga, contrabando y artículos robados que tenían por destino final países de América Latina y Europa.
Los principales cabecillas de aquella organización fueron Atilio María Camissa, alias Tito, José Luis Romero Arguet, el Pichulo, y su medio hermano Pedro Manuel Arguet, apodado el Oveja, estos dos últimos fueron asesinados y la Mafia del Rio desapareció.
El encuentro en la cárcel de Ricky con Marset fue la base para el armado de una organización de peso a nivel internacional y así se armó la estructura cuando ambos recuperaron la libertad, Ricky en el 2016 y Marset en el 2018.
El 14 de agosto de ese año fue asesinado Alfredo Rondán en Las Toscas, un amigo de la infancia de Marset. Varias pericias ubicaron al narco en el lugar y fue formalizado con prisión, pero el fiscal Maximiliano Sosa archivó la investigación ya que, a su juicio, no había prueba suficiente para procesarlo por el homicidio. Marset había declarado que en ese momento estaba con un policía antidroga y como nunca se ubicó el arma usada en la muerte de Rondán, fue dejado en libertad. Posteriormente, en octubre del 2020 la jueza Adriana Chamsarian, cerró todas las causas de Marset en Uruguay.
De acuerdo a la investigación de la Secretaría Nacional Antidrogas de Paraguay, Marset que había recuperado la libertad en 2018 y se fue de Uruguay para viajar por diferentes países de Centroamérica y América del Sur, particularmente Bolivia y Paraguay, “presumiblemente generando vínculos con organizaciones dedicadas al tráfico de drogas”, dice el documento.
En agosto de 2019, Marset ingresó a Paraguay con un pasaporte boliviano falso a nombre de Gabriel de Souza Bemer.
A principios de 2020 decidió radicarse definitivamente en Asunción, acompañado por su pareja Gianina García Troche y dos hijos menores de edad. Se presentaba como musico, jugador de futbol y organizador de mega fiestas integrado al “Grupo Insfrán” una organización de traficantes que usaba clubes de fútbol: Rubio Ñu, River Plate y Deportivo Capiatá, además del club griego Atlético Trikala, y de la iglesia denominada Centro de Avivamiento, para el lavado de dinero. Esta banda fue desmantelada en febrero de este año 2022.
Marset por su parte se había dedicado a unir a varios grupos para operar a lo grande: el PCC de Brasil, que tiene una alianza operativa con la mafia calabresa, la Ndrangheta y con un viejo conocido de la policía antidroga uruguaya: Hugo Cristian Cachito Pérez Lizaso, quien fue sindicado como el cerebro del frustrado magnicidio contra el inspector, ex director nacional de la policía Julio Guarteche quien le proporcionaba toda la logística para trasladar miles de kilos de cocaína a la región y a Europa, principalmente.
Las escuchas telefónicas de la investigación paraguaya revelan los nombres de otros integrantes de la organización, lugares y formas de envío de la droga, estudios contables así como la identificación de avionetas que operaban como taxis aéreos al servicio de los narcos. Gran parte de la droga se acondicionaba en contenedores, con otras mercaderías de exportación, con la técnica del gancho perdido, que luego eran enviados a través de la hidrovía a los puertos de Buenos Aires y Montevideo con destino a Europa y África. O también por tierra, a la región, en camiones y camionetas acondicionados.
Las autoridades paraguayas y europeas incautaron 21.011 kilos de cocaína pertenecientes al grupo criminal vinculado a Marset. Estas incautaciones representaron una pérdida aproximadamente de USD 876.800.000, tomando el promedio de precio por kilo de la cocaína en Europa que es de USD 41.731.
Entre enero y marzo de 2021 la investigación sufrió una importante filtración y Marset sale de Paraguay y viaja a Emiratos Árabes, pero fue detenido el 10 de setiembre de 2021 en el aeropuerto de Dubái portando un pasaporte paraguayo falso. Requirió al consulado uruguayo un pasaporte el que se le entregó sin más al no haber requisitoria alguna. Marset fue liberado y así se fuga y hasta hoy esta con paradero desconocido.
En fecha 13 de noviembre del año pasado fue interceptada una conversación entre colaboradores cercanos a Marset; Reina Mercedes Duarte y Lionel Bareiro quienes dieron a entender que el responsable de la caída de Marset en Dubái “ya no está” y que lo mandaron al más allá refiriéndose a Mauricio Schwartzman, asesinado en Asunción en setiembre de 2021.
Recientemente también el presidente de Colombia, Gustavo Petro, había publicado una información que apunta al uruguayo Sebastián Marset como al autor intelectual del asesinato del fiscal Marcelo Pecci en la isla Barú de Colombia.
Marset ha sido definido como el líder del Primer Cártel Uruguayo, pero sus actividades en nuestro país se han reducido a la de ser proveedor de narcos locales y para “exportación”. Sin embargo, el 9 de mayo del 2020 hubo un atentado contra la sede de la Brigada Antidrogas y fue amenazada la fiscal Mónica Ferrero. Por estos dos episodios fue condenado el hijo del contratista de fútbol Gerardo Arias. El fiscal Diego Pérez, entendió que “Marset estuvo detrás de los dos hechos”.
Hoy Marset, como quedó dicho, está prófugo. Hace unos días se conoció a través del noticiero de canal 4 un video de Marset, supuestamente desde Sudáfrica, pero con este hombre nada parece ser lo que es.
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