Por Emilio Fernández
Se termina un 2021 en un marco de lucha, de recortes, de postergación para muchos sectores de la sociedad en nuestro país. Uruguay, desde la asunción de Luis Lacalle Pou en marzo de 2020, ha tenido que lidiar no solo con la crisis socioeconómica que trae consigo una pandemia de las características del Covid-19, sino también con los coletazos de una Ley de Urgente Consideración que este gobierno de corte neoliberal, ha metido a los ponchazos. La misma abre la puerta a distintos problemas económicos, sociales y estructurales, los cuales pueden ir desde el encarecimiento del nivel de vida, hasta el aumento de las fuerzas represivas, o la pérdida de derechos laborales fundamentales. Se atenta contra el derecho de expresión, contra la libertad sindical, y se aumenta el control policial de una manera que sólo logrará aumentar los niveles de violencia.
La sociedad uruguaya nos ha regalado un año de lucha, con distintas escenas que nos demuestran una vez más que el pueblo uruguayo lucha, y que no es fácil pasar por arriba del poder popular. En más de una ocasión se le dejó en claro al presidente que no tiene pista libre para hacer lo que quiera. Traeré a modo de síntesis 4 ejemplos para ilustrar lo mencionado, pero sin pasar por alto que día a día las luchas se dan en distintos ámbitos y son igual de valiosas, desde una olla popular, hasta una asamblea sindical, o las distintas movilizaciones que se han dado por cuestiones puntuales.
En primer lugar, siguiendo un orden cronológico, tenemos la movilización por el 8 de marzo, donde había exhortado a mitigar la concentración de gente debido a la pandemia (cabe señalar que como se hizo caso omiso a esto, se aprovechó para culpar a la marcha de un rebrote de Covid-19). Pocos meses antes de esto, el presidente dijo en conferencia de prensa, que el aumento de casos de violencia de género y de feminicidios era un “daño colateral” del confinamiento. Claramente llovieron las críticas, pero más que nada reafirmó la convicción de que había que salir a la calle, bajo la leyenda de “feliz será el día en que estemos todas”
Un segundo mojón se da en Julio, cuando la comisión Pro referéndum entregó cerca de 800 mil firmas para habilitar un referéndum que derogaría la Ley de Urgente Consideración. No es menor que la cantidad de firmas sea mayor que el número de personas que votaron directamente al actual presidente, dejando en claro que esta ley no es urgente para la sociedad, y mucho menos popular como se la quiere vender. El atropello a las empresas públicas, la pérdida de derechos sociales, la modificación en las penas de reclusos, han sido cuestiones en las que el pueblo uruguayo no está dispuesto a retroceder ni un paso.
El tercer momento es el paro general convocado por el Pit Cnt del 15 de setiembre, donde se vio una cantidad importante de trabajadores adhiriendo a la movilización, y dejando en claro que la clase trabajadora uruguaya está unida y organizada. La central sindical venía de varios cimbronazos sufridos en la pandemia, por despidos masivos, por pérdidas en el poder de compra de los sueldos, por pérdidas de puestos de trabajo. Esta instancia sin dudas fue un reflote y una nueva acumulación de fuerzas de cara a los consejos de salarios que se vendrían.
El último punto son las Elecciones del BPS celebradas el 28 de noviembre. Un solo Uruguay (ala de la derecha más rancia de nuestro país) se presentaba por primera vez en los tres órdenes a elegir, con una gran inyección de dinero a la campaña, y con el peso del apoyo de los gobiernos tradicionales por detrás (implícita o explícitamente). Pese a esto, dicho sector sólo ganó en el orden empresarial, apoyado por la cámara empresarial, lo que si se quiere, le resta mérito. En activos y pasivos (trabajadores y jubilados), fue el pueblo quien ganó nuevamente, dejando un claro saldo positivo, además de una gran acumulación de votos, que le dará espalda a los representantes a la hora de luchar por nuestra seguridad social.
Esto nos debería hacer pensar no sólo en lo bien que articularon los movimientos sociales en un contexto complejo, en pandemia y con un gobierno neoliberal pisando los talones, sino también en qué acumulado quedó para los años venideros. El 2022 va a venir con una batalla inicial de importancia relevante, quizá la más importante de los últimos 15 años, y de los siguientes 4. Derogar la LUC es sin dudas el objetivo principal de los movimientos sociales, pero ¿están las condiciones dadas?. La respuesta a esto podría tener diversas interpretaciones, pero sin pecar de entusiasta, creo que si la intersocial (articulación del movimiento sindical, del estudiantil, del cooperativo y del feminista), acompañada del partido más grande en relación al caudal de votos (el Frente Amplio casi logra ganar un balotage sin el apoyo de ningún partido importante, frente a una coalición de 3 grandes partidos de derecha, mas 2 de escaso caudal de votos pero de importente poder económico), logran articular sus fuerzas y acompañarlo de las 800 mil firmas ya conseguidas, y del poder de movilización que nuestro pueblo ha demostrado en el 2021, la victoria será del pueblo.
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