El Foro de Madrid y el Conservadurismo neocolonial

Por Gonzalo Armua


El III Encuentro Regional del Foro Madrid, realizado en Buenos Aires los días 5 y 6 de septiembre de 2024, contó con más de 40 panelistas de 15 países. Los participantes clave incluyeron figuras destacadas del ámbito político conservador, tanto de América Latina como de Europa y sirvió como plataforma para promover una agenda que se presenta como una cruzada por la “libertad económica y la democracia” 



El Foro de Madrid, celebrado bajo los auspicios del partido español Vox, no es más que la última maniobra de un conservadurismo global que se disfraza de defensor de la libertad mientras perpetúa una estructura profundamente injusta y desigual. Una iniciativa organizada y financiada principalmente por la Fundación Disenso, un think tank ligado a Vox , responsable de promover los valores conservadores y de derecha tanto en España como en América Latina. Vox ha utilizado está Fundación para impulsar iniciativas como el Foro Madrid, cuyo objetivo es contrarrestar la influencia del Foro de São Paulo y del Grupo de Puebla en la región. El financiamiento de la Fundación Disenso proviene de donaciones privadas, tanto de personas como de organizaciones afines a los principios ideológicos conservadores. Además, este Foro ha contado con la colaboración de think tanks internacionales, como The Heritage Foundation en Estados Unidos y New Direction en Europa, que también estan detrás  de su financiamiento y logística.



El evento de Buenos Aires  contó con la presencia de Javier Milei, José Antonio Kast, Santiago Abascal, y otros destacados líderes de la ultraderecha, todos unidos por un denominador común: la defensa del mercado como fuerza suprema, por encima de la voluntad democrática de los pueblos. La vomitiva Declaración de Río de la Plata 2024, emitida al final del encuentro, condenó las posiciones ambivalentes de la comunidad internacional frente a la crisis en Venezuela y reafirmó el apoyo a Edmundo González Urrutia como presidente legítimo del país. Pero esta narrativa de "libertad" no es más que una máscara para profundizar el control económico sobre los recursos naturales y los cuerpos de los pueblos latinoamericanos.


El Conservadurismo Sustantivo: Un Blindaje para la Elite


El conservadurismo sustantivo, como lo describe Fabricio Ezequiel Castro, define a aquellos que creen que la dirección política y social debe estar en manos de fuerzas suprapersonales, ya sea Dios, la tradición o el mercado, lejos de cualquier control de la voluntad humana, ya sea democrática o mediante la intervención estatal. Este conservadurismo no busca la estabilidad, como nos quieren hacer creer, sino proteger los intereses de una clase dominante que ve en el cambio social una amenaza. Los participantes del Foro de Madrid son los herederos modernos de esta tradición, utilizando el miedo al comunismo y la narrativa del anticomunismo para justificar su rechazo a cualquier transformación profund.


Sin embargo, Castro deja claro que el conservadurismo sustantivo es más que una simple oposición al cambio. Es una estrategia activa para preservar un orden social donde las decisiones fundamentales escapan al control de las mayorías. En el marco del Foro de Madrid, esto significa rechazar cualquier tipo de política redistributiva o intervención estatal que pudiera corregir las desigualdades estructurales. De hecho, el Foro y sus aliados promueven una versión extrema del capitalismo, donde los derechos sociales son vistos como obstáculos para la "libertad" de los mercados.


La Contradicción Conservadora


El pensamiento de Murray Rothbard y Hans-Hermann Hoppe, dos de los ideólogos libertarios más admirados por los organizadores del Foro de Madrid, refuerza esta lógica de dominación. Rothbard, en su "Manifiesto Libertario", rechaza cualquier forma de intervención estatal, defendiendo que la libertad económica es la única libertad real. Para Hoppe, la democracia es un error que debe ser reemplazado por una "monarquía natural", donde solo aquellos que poseen propiedad deberían tener derecho a gobernar. Estos principios, absurdamente extremos, encajan perfectamente con el proyecto político del Foro, donde la eliminación de cualquier regulación estatal no es más que una excusa para consolidar el poder en manos de los más ricos.


Lo irónico es que esta ideología libertaria extrema, que predica el retorno a un "orden natural" gobernado por los propietarios, se parece más al feudalismo que a cualquier concepción moderna de democracia o justicia. El conservadurismo del Foro de Madrid no es un conservadurismo que defiende la tradición, como podría haberlo propuesto Edmund Burke, quien veía en la preservación de las instituciones una forma de asegurar la cohesión social. En lugar de ello, los seguidores de Rothbard y Hoppe abogan por desmantelar cualquier protección social en nombre de la libertad, sin importar las consecuencias para la mayoría.



Es aquí donde se puede hacer una comparación irónica: Edmund Burke, uno de los padres del conservadurismo, defendía que las instituciones sociales debían evolucionar de manera gradual y orgánica, manteniendo un equilibrio entre el cambio y la estabilidad para evitar el caos. Para Burke, la libertad no era un valor absoluto que justificara la destrucción de las instituciones que brindan cohesión y seguridad a la sociedad. Sin embargo, los conservadores modernos del Foro de Madrid parecen haber perdido de vista esta precaución burkeana, abrazando un libertarismo destructivo que, en su afán por desmantelar el Estado, corre el riesgo de socavar las bases mismas de la sociedad que dicen defender.


Burke advertiría a estos nuevos conservadores que su búsqueda ciega de la libertad de mercado, sin tener en cuenta los efectos desestabilizadores de sus políticas, podría llevar al colapso social. La ironía aquí es que, mientras el Foro de Madrid proclama estar salvaguardando la civilización occidental, están en realidad desmantelando las bases mismas que la sostienen. La obsesión por la "libertad económica" es tan extrema que olvida el equilibrio social que figuras conservadoras clásicas como Burke valoraban.


El Anarcocapitalismo fase superior del Neocolonialismo


Este libertarismo desmedido, que Milei y sus aliados enarbolan como bandera, no es más que una forma moderna de colonialismo. Bajo el disfraz de la libertad de mercado, lo que se busca es perpetuar el saqueo de los recursos y la explotación de las poblaciones. Como advirtia Frantz Fanon, las formas de colonialismo han evolucionado, pero su esencia sigue siendo la misma: la subordinación de los pueblos del sur global a los intereses del capital extranjero. Y el Foro de Madrid, con su retórica anticomunista demode, no es más que la última manifestación de esta lógica opresiva. Mientras el Foro de Madrid habla de "libertad" y "soberanía", lo que en verdad promueve es la entrega de nuestras economías a las grandes corporaciones y poderes hegemónicos extranjeros. 


El Foro de Madrid no es más que la fachada de un proyecto imperialista que busca mantener a América Latina en una posición subordinada, donde los recursos y la mano de obra siguen siendo explotados en nombre de la "libertad". Pero esta libertad, como ha quedado claro, solo es tal para los ricos y poderosos. El verdadero reto para América Latina es resistir esta ofensiva neocolonialista y construir un futuro basado en la justicia social, la solidaridad y la unidad regional.


En lugar de seguir el camino destructivo trazado por Rothbard, Hoppe y sus seguidores, debemos retomar la lucha por una verdadera emancipación, una que reconozca los derechos de todos y no solo de aquellos que poseen los medios de producción. Como advirtió Burke, el verdadero conservadurismo es aquel que equilibra el cambio con la estabilidad, que preserva las instituciones mientras garantiza el bienestar común. Pero esto es precisamente lo que el Foro de Madrid ha decidido ignorar en su afán por desmantelar cualquier traba a la explotación económica. La verdadera libertad, como diría Fanon, no se encuentra en la sujeción a las fuerzas del mercado, sino en la autodeterminación de los pueblos, en la capacidad de decidir nuestro destino sin la interferencia de los estados imperiales y las grandes corporaciones.


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