Claudio dellaCroce
En la última cumbre del Mercosur en Foz de Iguazú, en la triple frontera de Brasil, Paraguay y Argentina, una vez más la delegación de Uruguay se dedicó a cuestionar la situación del bloque regional y anunciar la voluntad de recorrer un camino propio para mejorar sus relaciones comerciales con el resto del mundo.
Ante la vista de las Cataratas del Iguazú, el presidente uruguayo Luis Lacalle volvió a jugar con la disidencia dentro del bloque y no apoyó la declaración emitida por los otros países. Eligió, otra vez, el camino solitario y emitió un comunicado único, con la reiterada amenaza de abandonar el Mercado Común del Sur (Mercosur), la sociedad formada en 1991 o el pasaje a la condición de Estado asociado, con menores obligaciones (y menores beneficios).
Tradicionalmente, las cumbres de presidentes del Mercosur terminan con la emisión de un comunicado firmado por todos los gobiernos. Sin embargo, nuevamente Uruguay eligió separarse del bloque y firmar un comunicado en solitario.
El documento indica que “los presidentes coincidieron en la necesidad de abrir un espacio de reflexión política sobre la modernización del bloque, incluyendo el fortalecimiento de la agenda interna para una mayor integración de sus economías, así como la estrategia de inserción internacional, sobre una base consensuada y solidaria”.
Además, señala que “convinieron en trabajar para fortalecer la cohesión interna del bloque, donde aún se observan distintos tipos de dificultades para el comercio y la integración, profundizar su inserción comercial internacional y articular mecanismos que favorezcan la formación de cadenas de valor regional e interregional sustentables, justas y resilientes”.
Los presidentes del Mercosur exigieron a la Unión Europea avanzar en un acuerdo de libre comercio «justo y equilibrado».
Lacalle, sus amenazas, y el frente interno
La disidente posición uruguaya fue expuesta por el canciller Francisco Bustillo primero, con una fuerte apuesta para causar alto impacto. «Uruguay debe analizar la posibilidad de dejar el Mercosur y pasar a ser un estado asociado», dijo el diplomático planteando una dura advertencia. La misma posición que viene abonando desde hace tiempo el propio presidente Lacalle.
El comienzo y el fin de su discurso fue con un dicho amenazante: «tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe», auguró. «Si no podemos avanzar juntos, como bloque, lo vamos a hacer unilateralmente». Ya en 2021 había acusado al Mercosur de ser «un lastre» para su país, y ahora volvió a pedirle «flexibilizarse, modernizarse, abrirse al mundo». «El inmovilismo es lo que nos preocupa», soltó.
Lacalle viene reclamando incluir, por ejemplo, un tratado de libre comercio con China, un punto en el que Uruguay intentó avanzar en forma unilateral, obteniendo finalmente la negativa del gobierno chino.
Obviamente, Lacalle usa el Mercosur para su posicionamiento electoral. La «amenaza» uruguaya de romper el bloque y negociar acuerdos por su cuenta y cambiar los tantos del acuerdo regional es insistente, porque a Lacalle parece redituarle beneficios a nivel interno ante su electorado. Quizá sea por eso que en cada encuentro del Mercosur, vuelve a acometer con su discurso en la misma dirección.
El centroizquierdista Frente Amplio aventaja en seis puntos a todos los partidos de la coalición multicolor de derecha en el gobierno.El 44% de los ciudadanos votaría al Frente Amplio (FA) revela un sondeo de la encuestadora Cifra, que indica que en segundo lugar se ubica el Partido Nacional (de Lacalle) con 27%, un punto menos que el resultado obtenido en la primera vuelta de octubre de las elecciones de 2019.
Otra encuesta pone en claro que Lacalle es sindicado como el responsable de la crisis del agua: el 34% considera que su actuación es muy mala y el 29% que es mala, totalizando un 63% de opiniones negativas, mientras la mitad de la población no reibe agua corriente saludable.
Rispideces
Los cruces poco amables se evidencian antes y después de la foto de familia, con el saludo final de todos los mandatarios. La amenaza declamada de uno de los cuatro integrantes del bloque de romper (¿beneficiando a quién?) lo que tanto costó construir en materia de integración, de negociar por su cuenta. Lacalle no firmó, finalmente, el documento final del encuentro, y en cambio llevó uno propio.
Lo que ningún gobierno discute es que estos acuerdos, sea con China, o la Unión Europea no tienen un interés de “desarrollo regional” sino que apuntan a reprimarizar las economías de América Latina y se enfocan en la exportación de materias primas, y expoliar los bienes comunes naturales acrecentando la dependencia nacional.
Con la promesa de la integración no fueron los países los beneficiados sino los países centrales y las trasnacionales. Los trabajadores no tienen nada que ganar: en muchos casos se promueve más flexibilización laboral para competir con la producción de otro país.
En el Acuífero Guaraní hubo rispideces cuando en la mesa apareció el tema de Venezuela (el paraguayo Mario Abdo, criticó la inhabilitación electoral de la precandidata opositora María Corina Machado por parte de lo que nominó «régimen venezolano»), y hasta la guerra Rusa-Ucrania, con un pedido unilateral uruguayo de sumar a Zelenski a la próxima reunión Unión Europea-Celac, cuando ya había sido rechazada su presencia en una reunión anterior del Mercosur.
Fernández retrucó: «Lo que ha sucedido con María Corina Machado es algo que tenemos en cuenta y sumamos a la mesa de diálogo, que es donde hay que plantearlo, sin injerencias, garantizando la autonomía de cada país. La cantidad de exiliados venezolanos que hay en el mundo da cuenta de una situación que se está viviendo por las sanciones económicas que tiene el país», dijo.
Obviamente, frente al individualismo del uruguayo, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula Da Silva se destaca como la presencia estelar, de regreso al bloque después de 13 años.
Mercosur-UE
La cuestión del tratado de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea fue central en los discursos de todos los presidentes. Firmado en 2019 con gobierno neoliberales para reforzar la dependencia, que beneficiaba a los capitales europeos en la mayoría de los rubros, nunca puesto en marcha:estuvo virtualmente paralizado en estos años, y entre las negociaciones se agregaron nuevas restricciones de índole ambiental por parte de Europa.
Los dos grandes del bloque, Argentina y Brasil, vienen reclamando modificaciones, señalando que el ambientalismo declamado es, en la práctica, proteccionismo para una sola de las partes. “No tenemos interés en firmar ningún acuerdo que nos condene al eterno papel de exportadores de materias primas”, reclamó Lula.
El aún presidente argentino Alberto Fernández señaló que «el Mercosur fue el que más cedió, siendo el bloque con menor nivel de desarrollo relativo en el acuerdo». Habló del «proteccionismo de los países desarrollados a costa de la desprotección de los países proveedores de materia prima», y criticó «una visión excesivamente centrada en los ambiental, con nulo registro de las tres dimensiones de la sostenibilidad: ambiental, económica y social».
«Decisiones con metas ambientales unilaterales que cambian absolutamente las reglas, sobre un acuerdo que ya de por sí no tenía en cuenta las asimetrías preexistentes. Normas que no compartimos, como la que impide dar prioridad a las empresas nacionales para las licitaciones públicas. Para nosotros el ‘compre nacional’ es prioritario», puntualizó.
Ya en el reunión previa de ministros de Economía se había hablado de la necesidad de una moneda regional de referencia específica para el comercio regional, que no afectará las monedas nacionales.
*Economista y docente argentino, investigador asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
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