Mirko C. Trudeau.
El subdirector de la agencia antidrogas estadounidense (DEA), Louis Milione, renunció discretamente a su cargo luego de que una investigación periodística sacó a la luz que trabajó como consultor de empresas farmacéuticas vinculadas -Purdue Pharma- a la crisis de sobredosis de analgésicos opioides, el mayor problema de salud pública de ese país.
En las primeras dos décadas del siglo, medio millón de personas murieron en Estados Unidos por sobredosis de algún opioide, una cantidad superior a las víctimas de accidentes de tránsito o de armas de fuego. Esas muertes no las provocaron drogas introducidas de manera subrepticia por traficantes vinculados al crimen organizado, sino medicamentos recetados por profesionales de la salud y anunciados mediante agresivas campañas de mercadotecnia en espacios estelares de los grandes medios.
Milione hizo carrera en la DEA durante 21 años, pero en 2017 se convirtió en consultor privado, periodo en el cual testificó a favor de una gran distribuidora acusada de no reportar miles de pedidos de opiáceos. La DEA desistió de cualquier acción contra esa firma. Milione cobró 600 dólares la hora por asesorar a Purdue Pharma en varias demandas judiciales que la señalan como una de las compañías que se enriquecieron con la venta sin control de estas sustancias, antecedente de la epidemia de drogas como el fentanilo.
Se le considera ampliamente responsable de poner en marcha la actual crisis cuando comercializó su producto estrella, OxyContin, el cual fue publicitado como si se tratase de un fármaco inocuo. El año pasado, llegó a un acuerdo que la obliga a pagar seis mil millones de dólares y a ofrecer una disculpa pública por el dolor que ha causado.
Esos y otros casos que se suman día a día evidencian la hipocresía de la política antidrogas de Washington, que recién ahora abre los ojos al problema del fentanilo y lo usa como instrumento de presión contra México y China, pero durante décadas volteó hacia otro lado mientras sus grandes empresas construían el desastre.
Ante el hecho de que toda la política estadounidense en torno a los estupefacientes está contaminada de corrupción y simulaciones, no es sorprendente el punto al que ha llegado la adicción a sustancias lícitas o ilícitas entre sus ciudadanos. Está claro que la DEA carece de autoridad moral para exigir a México o a otros países que adopten determinadas medidas.
Los Sackler, la familia propietaria de Purdue, fueron homenajeados durante décadas con la designación de edificios y becas educativas en su honor, distinciones que se retiraron cuando se reveló que continuaron lucrando con OxyContin pese a que ya se encontraba bien documentados su efecto altamente adictivo y la dependencia que había generado en miles de pacientes.
Milione trabajó cuatro años de consultor de empresas farmacéuticas antes de su regreso en 2021 a la agencia estadounidense antidrogas y convertirse en el principal subalterno de la administradora de la DEA, Anne Milgram, renovando inquietudes de una puerta giratoria entre la agencia y la industria y su impacto en la misión de vigilar a compañías acusadas de miles de muertes por sobredosis.
Jeff Hauser, director ejecutivo de Revolving Door Project, agrupación que vigila la influencia de las grandes corporaciones en el sector público, señaló que trabajar para Purdue Pharma no debe ayudarte a conseguir un empleo alto en el gobierno, declaró . Tanta cercanía es un problema. Es difícil para alguien ver a sus colegas pasados, y potencialmente futuros, como violadores de la ley. Cualquier persona independiente lo consideraría aborrecible, añadió.
Milione se fue de la agencia en 2017 tras una carrera de 21 años que incluyó dos años como director de la unidad que controla la venta de narcóticos sumamente adictivos. Al igual que docenas de colegas suyos en la Oficina de Control de Desviación de la DEA, fue a trabajar como consultor para algunas de las compañías que antes tenía como misión vigilar.
La agencia AP denunció en mayo que la consultoría de Milione incluyó testificar a favor de la cuarta distribuidora de fármacos más grande del país, Morris & Dickson, que intentaba retener su licencia para vender analgésicos a hospitales y farmacias.
Un juez federal administrativo determinó hace cuatro años que la compañía con sede en Luisiana no reportó miles de pedidos sospechosos durante lo peor de la crisis de opioides, pero la DEA no hizo nada para quitarle la licencia sino hasta días después de que la AP preguntó sobre el caso.
Las investigaciones más recientes arrojan que en su tiempo en el sector privado, Milione también trabajó de experto, con sueldo de 600 dólares la hora, para Purdue Pharma, que enfrentaba demandas judiciales en varios estados por su agresiva promoción de OxyContin y otros analgésicos altamente adictivos.
Milione volvió a renunciar a la DEA en junio, apenas cuatro días después de que la AP preguntara al Departamento de Justicia sobre su trabajo previo para Purdue.
*Economista, politólogo y analista estadounidense, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
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