Prácticas coloniales y neocoloniales. Criminalización de la protesta y violencia sobre los cuerpos. Los casos de ignacio martín-baró y marielle franco.

Angela Colman 

Nicolás Centurión 






Resumen: 

En este artículo intentaremos esbozar unas líneas de análisis sobre lo referido al capitalismo en su fase imperial como sistema económico, social, político y cultural. En donde la deuda pública como mecanismo de dominación y sumisión de los países periféricos para implementar sus doctrinas económicas en conjunción con los mass media, legitima esta sumisión ya nombrada anteriormente, estigmatiza y demoniza a sectores, organizaciones, sindicatos, gremios e incluso personas individualmente, que luchen contra la desigualdad que este sistema genera. Esta estigmatización no sólo es simbólica sino que viene a perpetuar un sistema colonial y neocolonial que recae en los cuerpos de los manifestantes y activistas sociales en forma de violencia física y explícita. Con este análisis queremos demostrar cómo nuestra subjetividad es colonizada por los medios de comunicación masiva partiendo de la base de dos casos que sucedieron en distintas épocas y contextos de nuestra historia latinoamericana, pero que tienen un correlato muy similar y cercano: los casos del sacerdote jesuita Ignacio Martín-Baró asesinado en El Salvador en la década del 80 y la activista Marielle Franco asesinada por las fuerzas policiales en Brasil en 2018. 

Palabras clave: Derechos humanos; neoliberalismo; subjetividad; neocolonialismo; psicología. 

Entender a la deuda como un mecanismo de dominación de las nuevas formas de explotación En una coyuntura donde el fascismo a nivel continental ha ido avanzando. Es entender también la alianza entre capital y fascismo. 

Esto ha quedado más que demostrado en la década del 70 y 80 en nuestro continente cuando a través de la Doctrina de Seguridad Nacional y el Plan Cóndor, se implantó a sangre y fuego un modelo económico. Hoy día asistimos a un sistema de dominación más sutil, pero no menos devastador, donde el capital se está reconfigurando desde la crisis del 2008 con la quiebra de Lehmman Brothers como hito fundacional. 

Las líneas del capital se disputan poder y hegemonía, y la línea financiera especuladora es la que viene avanzando a pasos agigantados. Es por eso que para poder llevar adelante esta empresa es que desde los centros de poder y con los delfines locales es que se genera un clima político favorable al fascismo o lisa y llanamente fascista. 

Siguiendo la línea de Boaventura de Sousa Santos, “vivimos en sociedades políticamente democráticas y socialmente fascistas”. Allí es donde los medios masivos hegemónicos de comunicación despliegan su arsenal para legitimar esta expoliación y además invisibilizar otros procesos contra hegemónicos. 

Se trata de confundir a la sociedad entre opinión pública y opinión publicada. Diferenciar estos conceptos y darle voz a los que siempre la tienen vetada fue lo que le costó la vida a Martín Baró. Denunciar la violencia policial que se estaba ejerciendo en las favelas de Río de Janeiro por parte del Estado es lo que le costó la vida a Marielle Franco. Como expresa Rita Segato (2013), la violencia se inscribió en sus cuerpos. 

La violencia se inscribe en sus cuerpos y en un espiral ascendente se retroalimenta. El sistema en el que vivimos y nos estructura es desigual y por ende injusto y violento. Esa desigualdad es impuesta imperativamente por los sectores dominantes. Allí se genera un gran caudal de violencia. Del sistema per se y de la forma en que se ejecuta. 

La violencia es causa y consecuencia de este sistema es síntoma y elemento constitutivo de este. Los medios masivos de comunicación se encargan de dar foco y sombra a determinados tipos de violencia obviamente los funcionales al sistema serán invisibilizados y los que son simplemente consecuencia de toda esta violencia que venimos nombrando anteriormente, serán puestos en la palestra en las primeras planas y reproducidos una y otra vez en diarios, periódicos, noticieros, etcétera como si fueran el único tipo de violencia que existe y el único tipo de violencia a combatir. 

Aquí es donde se materializa la frase de Malcolm X, que decía “tengamos cuidado con los medios masivos de comunicación porque te hacen amar al opresor y odiar al oprimido.” En este sistema capitalista y la deuda como mecanismo de dominación mundial, es que las constituciones y los Derechos Humanos quedan en un segundo plano ante legislaciones que priorizan la deuda, que priorizan el saqueo del Estado, que priorizan la fuga de Divisas, los fondos buitre, las especulaciones financieras poniendo al capital en el centro de la cuestión y no lo humano. 

Como señala David Harvey, hoy el capital recrea los métodos del momento de la llamada acumulación originaria para expropiar compulsivamente nuevos recursos para su valorización, desplazando al modo de explotación de la fuerza de trabajo propio del modelo fordista. Verónica Gago complementa esta idea y aporta con su concepto de extractivismo financiero. 

Entonces podemos observar la tríada que se anuda entre un sistema desigual que a través de la especulación financiera genera violencia, un aparato estatal que a través de sus cuerpos represivos intenta perpetuarse e infundar miedo; y unos medios de comunicación que operan en la psicología de los pueblos para que esto siga su tránsito cómo está planificado desde los grandes centros de poder. No sólo esto, sino que se pretende generar rechazo de la población hacia las organizaciones que al menos critican y señalan la condición injusta, violenta y devastadora del sistema capitalista. Cualquier activista, colectivo, grupo que llegue a hacer una pequeña mella en los intereses o sea un escollo para los propósitos de cualquier empresa trasnacional , es objetivo de desaparición. 

Cientos son los casos que podemos nombrar en el continente. Los activistas contra el fracking, la tala indiscriminada de árboles, la plantación exacerbada de árboles, como es el caso de Uruguay para aportar a la industria de la celulosa. Los pueblos indígenas que resisten los embates del neoliberalismo. Basta con solamente ver lo que sucede en el Amazonas hoy día. Martin - Baró, referente de la teología y la psicología de la liberación, fue un cura de la orden de los Jesuitas. Residió en El Salvador en la década del 70. Se dedicó a la investigación de la realidad social y política de ese país centroamericano. 

En el año 1986 con miras de impulsar la psicología social y plantear su componente “no neutral” y “desideologizarla”, es que decide fundar el Instituto Universitario de Opinión Pública. (IUDOP). Este Instituto se ganó el descontento y el rechazo de los sectores más conservadores de El Salvador, ya que confrontó la idea de opinión pública y opinión publicada. Donde muchas veces los resultados expresados en los mass media no coincidían con los estudios pormenorizados realizados por el IUDOP.

Lo anecdotico y a su vez trágico, es que Martín Baró en sus últimos tiempos describió como se podría dirigir un asesinato desde los medios de comunicación. Lo que hoy llamaríamos un linchamiento mediático. Una muerte mediática. Pero que de simbólica no tiene nada porque recae en los cuerpos de los luchadores por los derechos humanos. 

En 1989 el ejército salvadoreño ingresa en su residencia en la UCA y a él, junto con otros cuatro curas jesuitas, los asesinan. Como escribe en su artículo para Rebelión.org, Angela Colman, Marielle era: “Socióloga, política, feminista y militante de los derechos humanos, principalmente por los de las mujeres de las favelas, los asentamientos precarios o informales de las grandes ciudades del país.”

Comenzó a militar por el feminismo cuando fue madre y activista por los derechos humanos, cuando perdió a su amiga por una bala perdida en un enfrentamiento de narcotraficantes con los militares. A partir de estos hechos, comenzó a defender la paz de las favelas y estuvo contra la intervención militar en estas, proponiendo otras formas de acabar con el narcotráfico que no fuese la violencia. 2018. Río de Janeiro. Marielle Franco, es acribillada junto con su chófer. 

El paralelismo que se puede trazar con estos dos casos es evidente. La ejecución, el desesperado intento de acallar unas voces de la manera más brutal, a pesar de que se hagan vox populi, a pesar de estar atentando contra la vida misma de un ser humano. 

Estos dos ejemplos son sólo una pequeña muestra de la hostilidad que viven los luchadores sociales y por los derechos humanos en nuestro continente. Este sistema desigual e injusto, que utiliza a la democracia para legitimarse, ajusta nuestras vidas en todas sus aristas. Los países sumisos ante las directrices de los organismos multilaterales de financiamiento y crédito, realizan políticas que contravienen una larga lista de derechos humanos. Allí los activistas reclaman, pero no hay lugar para ellos y este sistema neoliberal sólo se sostiene con represión. 

¿Cuáles son las tareas que una psicología de la liberación puede realizar? Primero empezar por cuestionar todo y no dar nada por cierto. Salir del esquema de que las ciencias en general son neutras y desideologizadas. Dar voz a los que nunca la tuvieron y como decía Martín - Baró: “… la verdad de los pueblos latinoamericanos no está en su presente de opresión, sino en su mañana de libertad; la verdad de las mayorías populares no hay que encontrarla sino que hay que hacerla.


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