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No todo huele a podrido

 Por Nicolás Sampedro

El mundo que conocimos, ese que huele a podrido y está plagado de injusticias, está cambiando muy rápidamente. Quizás a una velocidad como nunca antes en su historia.

Desde hace meses, por no decir años, venimos analizando los cambios que se asumen en el devenir histórico de la humanidad. Un imperio en decadencia, que arrastra a todo su séquito (el tristemente célebre, Occidente Colectivo) en múltiples derrotas a manos de un proyecto multipolar caracterizado por la heterogeneidad y diversidad de sus actores, pero que no buscan imponerle nada a nadie. Proyecto que, como nos habrán escuchado nombrar más de una vez, se puede caracterizar como del “Sur global”, y está motorizado, principalmente, por los BRICS+.

La semana pasada les invitábamos a atar “cabos sueltos” de ese derrotero. Hechos que se nos presentan mediáticamente como hechos aislados pero que, leídos en su conjunto e interrelacionados, permitirán comprender el panorama general o “Big picture”. Repasemos algunos de los hechos de los últimos 7 días que dan cuenta de esa caída en picada libre, cada vez más notoria.

El caso más emblemático sin lugar a dudas es la situación en Gaza. No sólo por las barbaridades que ha hecho el sionismo desde la fundación misma del Ente, o dicho de sus representantes de ayer y de hoy. Los últimos y más descarados fueron el del ministro de Patrimonio, Amichai Eliyahu, quien “gracias a Dios” están “acabando con este mal”, que “toda Gaza será judía“, o que “no hay hambre en Gaza… Deja que el mundo se preocupe por eso“; o los del propio Primer Ministro Benjamín Mileicowsky (Netanyahu) despotricando contra el presidente galo por reconocer al Estado de Palestina, al afirmar que “condenamos enérgicamente la decisión del presidente Macron de reconocer un Estado palestino al lado de Tel Aviv“.

Y si bien podemos coincidir con Pedro Sánchez en que es de celebrar que el franchute haya tomado esa definición; o que el británico Starmer, o el ex Alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Mr “cara de piedra” Borrell, se anden rasgando las vestiduras por el sufrimiento palestino, no hay que perder de vista que durante décadas toda casi todos los gobiernos de Europa han sido cómplices de Israel. El último ejemplo lo dio Hungría, al no detener a Netanyahu pese a tener una orden de detención labrada por la Corte Penal Internacional. Parece que para Orbán no importan ni los más de 900 asesinados en las últimas semanas, ni el bombardeo recurrente a hospitales o escuelas, para comprender que entre el Holocausto y esto no habría mucha diferencia. Hasta los ex soldados israelíes están denunciando las atrocidades.

Gobernantes y partidos políticos que durante décadas callaron e hicieron cuantiosos negocios vendiendo todo lo que pudieron al Ente, sobre todo armas, tecnología y hasta silencio. Como diría Putin: “Occidente nos ha enseñado que los derechos humanos comienzan y terminan en las fronteras de los intereses de Israel”.

Y -lo dejamos como interrogante- pero quizás cabría preguntarse si muchas de estas declaraciones rimbombantes y peleas mediáticas en realidad no son una tapadera para intentar que no se hable sobre las chanchadas en las que podrían estar envueltos: ¿Por qué ahora se reaviva el conflicto fronterizo entre la ex colonia francesa Camboya y la indomable Tailandia (antes conocida como Siam), hoy miembro de los BRICS+? Un conflicto de antaño que de pronto reaparece en el bajo vientre chino, al lado de Vietnam, pegado al Estrecho de Malaca del que hablamos en el artículo anterior. Recordemos que nada en política es azaroso o casual. ¿O volvimos a la época de la geopolítica expansionista de los clásicos Friederich Ratzel o el general Haushofer?

O incluso para que no se hable de las declaraciones previas de un posible envío de tropas francesas, alemanas y británicas a territorio ucraniano. Una forma rimbombante de seguir presionando y mostrando fortaleza (para la tribuna) cuando en el campo de batalla están perdiendo de manera aplastante. Y tan abrumadora es la derrota que hasta los propios ucranianos están saliendo a las calles a despotricar contra el usurpador de la presidencia de ese país, Volodimir Zelenski.

Téngase en cuenta que aún ni mencionamos el bochorno mediático que vive en estos momentos la administración Trump con el Caso Epstein. Escándalo que usufructuó el magnate de peluquín durante su campaña y con el que ahora parece que el Deep State le está embarrando la cancha. Al parecer nadie se salva en este show que reparte mierdas para todos los lados y partidos. Evitemos comarnos la curva narrativa Occidental de que el único involucrado es el actual presidente y que por eso no se publica la lista completa y toda la información que seguramente existe y tienen desde hace mucho tiempo.

Administración que prometió terminar todas las guerras, pero que las profundizó; que dijo que iba a resolver el gran agujero económico y de deuda, pero lo está empeorando con su política arancelaria; que viaja por el mundo pretendiendo seguir siendo el patrón de estancia, cambiando el nombre a lugares como si fuese el dueño del planeta, pero cada vez queda más aislado (buscado o no); entre muchos otros etcéteras.

Afortunadamente, las caretas se van cayendo y hasta sectores del propio MAGA empiezan a hacer cada vez más ruido. Quizás el que más llamó la atención es el propio Tucker Carlson, quien viene con una seguidilla de entrevistas que -como se dice popularmente- son “para alquilar balcones”. La más reciente (tiene apenas unas horas publicada) a la presentadora del programa “The Young Turks”, la norteamericana Ana Kasparian. En esta charla, entre otras cosas, se despacha sobre la complicidad de EEUU con Israel, la venta de armas al sionismo que terminaron en manos de azeríes y que fueron utilizadas para masacrar armenios, el rol de los medios corporativos en el país, el caso Epstein, entre muchos otros. La colega, descendiente de armenios, se volvió viral en redes sociales en las últimas semanas al denunciar la hipocresía mediática y la complicidad en torno al genocidio en Gaza.

Una Palestina a la que muchos mencionan, pero a la que pocos realmente ayudan. Como siempre, quizás los más osados (al menos visiblemente) sean los yemeníes de Ansar Allah. Su líder, Abdul Malik al-Houthi, dijo públicamente que hay más de 1.7 millones de voluntarios completamente entrenados y “preparados para participar en una confrontación terrestre con Israel”, y pidió a los países árabes que abrieran un corredor terrestre que les permita apoyar al pueblo palestino.

Menos bélico, pero igual de osado fue el presidente colombiano, Gustavo Petro, que ayer viernes, en un acto oficial y como Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, instruyó a los mandos militares a que no saliera “una tonelada de carbón para Israel”, asumiendo la responsabilidad de prohibió su exportación, alegando que “Colombia no será cómplice del genocidio”.

Y Petro no es el único que en Nuestra América está plantando cara a la podredumbre del actual orden. Sin ir más lejos, y producto de la política arancelaria de EEUU, Lula Da Silva y Claudia Sheimbaun vienen aumento significativamente sus diálogos en post de mejorar sus vínculos comerciales y políticos. Y como si eso no bastara, recientemente la presidenta mexicana afirmó que también están charlando con Japón y China para mejorar su comercio. Dijo: “Nosotros privilegiamos el Tratado Comercial que tenemos con Estados Unidos, pero ante la situación de Aranceles tenemos que proteger nuestro mercado interno“. Nótese que ni nos metimos con las nuevas modalidades de pago con las que están experimentando los integrantes del BRICS+.

Pero quizás lo más significativo y a lo que más haya que prestar atención es a lo que está sucediendo en el Sahel africano. Figuras como la de Ibrahim Traoré en Burkina Faso, Assimi Goïta en Mali, Abdourahamane Tchiani en Níger, no sólo crearon la Alianza de Estados del Sahel (poniendo fin a la hegemonía francesa en la diplomacia africana), sino que están arrastrando a otros que poco a poco empiezan a rebelarse contra el colonialismo occidental. Sólo pensemos por un momento que crearon su propia Corte Penal común entre los tres países. Y podríamos mencionar decenas, cientos de cosas que están ocurriendo en esa región que -literalmente- nos volarían el cerebro.

El mundo que conocimos, ese que huele a podrido y está plagado de injusticias, está cambiando muy rápidamente. Quizás a una velocidad como nunca antes en su historia. Dejemos el pelotudeo y las internitas, y luchemos unidos para que, más temprano que tarde, Argentina se sume a esa ola de cambios.

Nicolás Sampedro

Prefiero escucha antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.


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