Una imagen vale más que mil palabras

 Por Nicolás Sampedro



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Semanas complejas para los amos de la guerra. Magnicidio fallido, candidato senil ¿Derrota asegurada? Nada está dicho en el país de las maravillas de Donald.

Está más que claro que la figura de Donald Trump es polémica; muy polémica. No sólo por sus exabruptos y bravuconadas, sino por su discurso intolerante, arrogante, misógino y despectivo para con “los otros”. Ahora ¿Biden, Harris, Obama, Clinton o cualquier otro candidateable norteamericano es muy distinto? Quizás en sus formas lo parezcan, pero en el fondo son iguales o peores que el magnate de peluquín.

Varios analistas coinciden en que las próximas elecciones presidenciales norteamericanas del 5 de noviembre serán determinantes no sólo para el país del norte, sino para toda la humanidad. Posiblemente algunos de ustedes asentirán con sus cabezas a esta afirmación, otros lo nieguen, pero quizás alguno se quedará, agudizará su escucha y prestará mayor atención a lo que diremos a continuación.

Lo sucedido el sábado pasado en el mitin político que encabezaba Trump en Butler, Pensilvania, no es la primera vez que ocurre en los EEUU. El imperio del norte tiene varios antecedentes de intentos de magnicidios en su historia, sólo por citar uno, podría mencionarse el ocurrido el 30 de marzo de 1981 contra Ronald Reagan. Ni que hablar de los magnicidios efectivamente consumados desde el de Abraham Lincoln en 1865, el de James A. Garfield en 1881, el de William McKinley en 1901, o el de John F. Kennedy en 1963. Quizás la suerte que debía correr Trump era la misma que la del último presidente asesinado en EEUU, a manos de un francotirador.

Si queremos ir aún más allá, quizás la investigación sobre este intento de magnicidio nunca llegue a la verdad, o tarde décadas, al igual que sucedió con el asesinato de Kennedy. Y las razones posiblemente sean las mismas, que estén involucrados el Servicio Secreto, la CIA, el FBI o la Agencia de Seguridad Nacional de los EEUU. Se tienen que investigar a sí mismos, lo cual lleva a concluir que posiblemente nunca sepamos la verdad sobre lo ocurrido.

Y para los desprevenidos que salten enseguida con que las teorías conspirativas y la mar en coche: nos basamos en la historia de ese país, no en elucubraciones ficticias sacadas del guion de serie de alguna plataforma “on demand”; aunque a veces se complementen entre ficción y realidad.

Recientemente, el director del Conflicts Forum y ex diplomático británico, Alastair Crooke, remarcó que “en noviembre pasado, en el Washington Post, Robert Kagan describió a Trump como un meteoro mortal que se dirigía a la tierra, que necesitaba detenerse por los medios concebibles”.

Ahora ¿por qué este tipo de escenarios de complicidades y demás cobra tanta fuerza entre los analistas geopolíticos o los ex analistas o miembros de las agencias de seguridad o inteligencia del propio EEUU? Claramente porque conocen cómo operan, tanto ellas como las elites que las financian/comandan.

Trump representa un obstáculo para el establishment globalista, para lo que se conoce como el “Deep State” (Estado profundo) que no son más que las cúpulas de las agencias de inteligencia, los líderes del Congreso, los grandes donantes (visibles como BlackRock o invisibles como los accionistas de Vanguard), Wall Street, el complejo industrial militar, empresarios ligados al mundo de la inteligencia de seguridad, entre otros que se podrían mencionar.

¿Y por qué es un obstáculo? Porque esas elites simplemente no son racionales y están dispuestas a cualquier cosa, y entre garantizar la democracia o su hegemonía global, priorizarán esta última. Y ¿por qué Trump significaría una amenaza para ellos? Porque Trump es un soberanista. Sus slogans de campaña lo advierten claramente: “America first” (América primero) o “Make America Great Again” (Hagamos grande a América nuevamente).

Trump retoma el conservadurismo y las viejas tradiciones de los Republicanos quienes priorizaban el aislacionismo norteamericano y hacer a ese país una gran potencia, y a diferencia de los globalistas (sean éstos del partido Republicano o Demócrata) no parece interesarle un mundo unipolar como el que vivimos. De hecho, pese a sus diferencias, eso también explica por qué Trump siempre manifestó tener buenas relaciones con Putin, Xi Jimping, Kim Jong Um, u otros.

De hecho, ello también explica por qué desde hace meses viene insistiendo con que de llegar a la presidencia 2.0, terminará con la guerra en Ucrania con un llamado telefónico. Ya dijo en repetidas ocasiones que dejaría de financiar al humorista y usurpador del poder ucraniano, Volodymyr Zelensky.

Ahora ¿esto quiere decir que Trump es una carmelita descalza? No, para nada. El magnate de peluquín seguramente querrá sacar ventaja de todo lo que esté entre sus posibilidades con el peligro que eso significa, sobre todo para Nuestra América, por ser la reserva estratégica para un imperio en decadencia que está siendo expulsado de muchas regiones del globo.

Un Trump 2.0 posiblemente signifique que el enemigo número 1 a vencer deje de ser Rusia y pase a ser China. Puede que se re-edite la famosa “guerra comercial”, y puede que recrudezca la posición anti-Irán y la ayuda militar al ente Sionista; pero también puede que se vuelva a sentar a discutir con Kim Jong Um como lo manifestó explícitamente en su discurso en la Convención Republicana; o puede que se siente a discutir con Putin y evite un conflicto mundial nuclear.

Llegado el caso en el que todo esto sea un invento de la imaginación conspiranoica de muchos analistas a nivel mundial, lo sucedido en Butler el pasado 13 de julio, no deja de ser una fotografía más de la decadencia imperial norteamericana: una supuesta superpotencia militar, de inteligencia, de seguridad, que como en otros momentos de la historia, no puede proteger adecuadamente a un candidato presidencial, que zafó de milagro simplemente porque se alinearon los astros y giró su cabeza en el momento justo y el ángulo justo para que la bala que le dispararon no le vuele el cerebro como a Kennedy.

Pero ¡Ojo! Trump no es el único objetivo. Como dice Alfredo Jalife en uno de sus últimos artículos: “Pareciera que el mundo enfrenta OTAN-cidios contra quienes se oponen a la escalada de la guerra, que puede ser nuclear, en Ucrania”. Recientemente se reveló que quisieron asesinar al mandatario húngaro Viktor Orbán, quien estuvo de gira llevando su propuesta de paz por Ucrania, Rusia, China y EEUU donde se juntó con el mismísimo magnate de peluquín. Hecho que tiene como antecedente más cercano el de su par eslovaco Robert Fico, también opositor a la guerra de la OTANistán contra Rusia.

Está más que claro que Trump, de ahora en adelante, vivirá cada día de su vida de prestado. Ahora, en política, sobre todo en la política de los EEUU, desde hoy hasta el 5 de noviembre falta una eternidad. Sería imprudente e irresponsable creer que el intento de la semana pasada de quitarlo del medio no se pueda repetir hasta consumarse en el futuro próximo, sea de la forma que fuere.

Nicolás Sampedro

Prefiero escuchar antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.

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