Del 1 de mayo a la movilización permanente

 

Federico García Naranjo
@garcianaranjo

El país sigue discutiendo la propuesta del presidente Petro de convocar al poder constituyente para hacer posibles las reformas por las que votó el pueblo en 2022. La semana pasada se realizaron las marchas de la oposición, lo que sirvió para envalentonar a los medios y a los líderes de la derecha, pero también se aprobó en el Senado el proyecto de reforma pensional, que busca darle una vejez digna a todo el pueblo colombiano.



Nadie dijo que fuera fácil. El avance de las iniciativas del cambio, la reacción furiosa de la oposición y los tibios llamados a “cesar la polarización” ─es decir, a que todo siga como estaba antes─ demuestran que la correlación de fuerzas está cambiando. En esta coyuntura, es previsible que se intensifiquen los ataques de la oposición, la manipulación informativa de los medios corporativos de comunicación y la difusión por redes sociales de noticias falsas e informaciones alarmantes para propagar la sensación de que el país está al borde del abismo.

La historia no se repite, pero rima

El momento que vive Colombia es inédito. Un Gobierno de izquierda se propone implementar una agenda popular y de cambio y los sectores empresariales se ven beneficiados por el mejoramiento de la economía, pero las clases dominantes tradicionales junto con la ultraderecha se niegan a ceder ningún privilegio y se atrincheran en los medios de comunicación y el Congreso para torpedear cualquier avance y pavimentar su camino a la recuperación de la Presidencia en 2026.

Por ello, no se veía una pugnacidad y un ambiente político tan crispado desde la presidencia de Ernesto Samper en el decenio de 1990. En aquella época, la agenda socialdemócrata de la “apertura con corazón”, si bien significaba apenas una moderación de la apertura económica, la flexibilización laboral y las privatizaciones que había empezado César Gaviria, era algo inadmisible en medio de aquel triunfalismo neoliberal, propio del fin de la Guerra Fría. El escándalo del proceso 8000, que puso en evidencia los vínculos de nuestra clase política con el narcotráfico, solo sirvió para frenar la agenda de Samper y estigmatizar al sector más progresista del Partido Liberal, que desde entonces quedó cooptado por el gavirismo.

En los años 90, si bien tenía la oposición furiosa del Partido Conservador y del gavirismo, Samper contó con el apoyo de una mayoría parlamentaria, algunos medios de comunicación, el grupo Santo Domingo, los militares y algunos sectores del sindicalismo. Ello fue suficiente para mantenerse en el poder, pero su margen de maniobra se redujo tanto que no pudo materializar ninguna de sus propuestas ni frenar el avance de la implementación del modelo económico neoliberal.

Acoso y derribo

Hoy el libreto se repite. Es claro que la agenda de cambio de Petro es mucho más ambiciosa que la moderada de Samper y es claro también que, a diferencia de aquella campaña presidencial, la del Pacto Histórico de 2022 no fue financiada por el narcotráfico. Por ello, como no hay posibilidad de arrinconar al Gobierno de Petro con algo parecido al proceso 8000, los medios se han dedicado a exagerar y distorsionar la información, en un permanente gota a gota de rumores, chismes o mentiras que buscan dar la sensación de que el Gobierno es ineficaz y corrupto.

Hoy el Gobierno del cambio no cuenta con una mayoría sólida en el Congreso, lo que ha servido para retrasar la aprobación de los proyectos de reforma que cursan en el Legislativo. Sin embargo, los buenos resultados macroeconómicos han beneficiado a buena parte de la clase empresarial, lo que ha provocado que al interior de los gremios no exista unanimidad alrededor de la oposición a Petro, e incluso haya sectores que apoyan al Gobierno.

Algo similar ocurre en las Fuerzas Armadas. El mejoramiento de las condiciones de trabajo de militares y policías, la reducción casi a cero en casos de violaciones a los derechos humanos y la purga de oficiales corruptos que se hizo al principio del Gobierno han provocado un ambiente positivo en las filas castrenses y un aislamiento progresivo de los elementos más reaccionarios y violentos, que podrían estar dispuestos a dar un golpe de Estado.

En el mundo, el presidente Petro es percibido como un líder capaz de plantear los debates más pertinentes de la agenda global, como la crisis climática, la paz y la superación del capitalismo fósil. Por esto, es recibido con interés por líderes de todo el mundo, es escuchado con respeto en foros internacionales y es ovacionado por las personas allí donde va. Dicho reconocimiento internacional lo ha “blindado” ante los sectores más retardatarios y fanatizados de nuestro país, que no tendrían inconveniente en hacer uso de cualquier táctica para sacarlo de la presidencia, como de hecho ya lo han advertido.

Organización y movilización popular

Con lo que sí cuenta el Gobierno del cambio es con el apoyo popular masivo en las calles. El propio presidente ha reconocido que este Gobierno es fruto de la movilización popular, que tuvo sus momentos de mayor intensidad en 2019, 2020 y 2021, y que dicha movilización debe mantenerse como expresión democrática de que el pueblo es quien manda.

Por ende, es muy importante mantener la presión ciudadana y popular, pero no solo en las calles. La movilización permanente debe ser también en las redes sociales, con familiares, amigos y vecinos. Debemos explicar el contenido de las reformas y combatir la desinformación, organizarnos para reclamar nuestros derechos y exigir a los medios de comunicación que digan la verdad.

La invitación es no solo a mantenernos movilizados, sino a imaginar un nuevo país. A comprender que somos el pueblo soberano y que este Gobierno llegará hasta donde le ordenemos. Esta, por supuesto, no es una pelea ganada. Sí es, por el contrario, la oportunidad que tenemos para ejercer nuestro poder constituyente y comenzar a transformar nuestra realidad.

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