Represión, ajuste y crisis. El Uruguay de la derecha multicolor.

La noche del 1ro de noviembre en la plaza Seregni del centro de Montevideo, la policía
reprimió con balas de goma a un grupo de jóvenes que se encontraba tocando el tambor.
El hecho fue documentado por varios transeúntes y personas que se encontraban en dicha
plaza donde claramente el accionar policial excedió cualquier pretensión de diálogo en pos
de que la gente no se aglomere.

La excusa fue el contagio de coronavirus, pero simplemente fue un intento fallido más del
Ministro Jorge Larrañaga de querer hacer una demostración de fuerza y llevar adelante su
política de mano dura contra la delincuencia. Pero en menos de 24 horas se registraron más
de 13 operativos de esta índole en cinco departamentos distintos del país. Mismo modus
operandi, mismo objetivo de personas. 

La artillería de los medios de comunicación masiva salieron raudamente a apoyar el accionar
policial obviando los excesos y culpando a las personas que estaban reunidas al aire libre.
La práctica de estigmatización es sistemática. Cada marcha, concentración y aglomeración
que convoque las organizaciones sociales es la razón de todos los contagios de covid-19 en
Uruguay según los medios de comunicación.

Pero las aglomeraciones en el puente de Punta del Este cada fin de semana, de los turistas
brasileños en Rivera (donde por meses fue el lugar con más casos de covid-19) que concurren
a los free shops, no son reprimidas. Tampoco la idea es que haya represión. Hasta el
momento no hay toque de queda en Uruguay, no hay ninguna ley que prohíba las
aglomeraciones y el gobierno solo ha trabajado en base a las exhortaciones. La cuestión es
la arbitrariedad y la falta de criterio del ministro del Interior para estos operativos.

Este es uno de los motivos por el que el Frente Amplio interpelará al ministro Larrañaga en los
próximos días. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) informó que recibió
“con preocupación” las denuncias de organizaciones sociales uruguayas sobre los operativos
policiales realizados el fin de semana con el argumento de disolver aglomeraciones en el
marco de la pandemia de coronavirus.

En su cuenta de Twitter, la CIDH se refirió específicamente al operativo de la plaza Seregni, en el que
tres agentes de la Policía fueron heridos y hubo más de 12 detenciones. En este sentido, la CIDH llamó
a Uruguay a “adoptar un enfoque de derechos humanos” en este tipo de operativos, “garantizando el
derecho de reunión pacífica.”

Pronta las medidas. Prontas las botas.
El eje discursivo cada día se corre un poco más a la derecha. La inseguridad que fue el caballo de batalla
de la derecha para acceder al gobierno, sigue siendo su motor para cerrar su proyecto donde el ajuste
deja fuera a muchos sectores de la población. Vale decir que las políticas del Frente Amplio en sus
quince años de gobierno no fueron nada distintas de lo que hoy en día son las del gobierno de la
Coalición Multicolor en materia de seguridad.

Lo que se puede observar es una tónica más agresiva y que los votantes de la derecha están deseosos de
que se aplique la mano dura y plomo contra los delincuentes. Igualmente esto no es patrimonio
exclusivo de los votantes de la derecha sino que dentro de las filas del Frente Amplio este discurso caló
hondo también. Claro ejemplo es el plebiscito del año anterior, impulsado justamente por Jorge
Larrañaga, donde se pretendía militarizar la policía. Aunque no alcanzó los votos necesarios obtuvo un
apoyo de más de 45% de los votantes. 

El diputado de Cabildo Abierto, Eduardo Lust planteó su disconformidad con el accionar policial ya que
no existe una ley que prohiba las reuniones consagradas por la Constitución. Entonces le propuso al
presidente Luis Lacalle Pou que aplique las medidas prontas de seguridad. Un mecanismo
constitucional, una especie de estado de excepción con libertades civiles suspendidas, donde la
última vez que se aplicaron, en los gobiernos de Jorge Pacheco Areco y Juan María Bordaberry,
ambos del Partido Colorado, hubo muertos, graves represiones y demás abusos policiales por parte del
Estado. 

Por ejemplo, Pacheco decretó las medidas prontas de seguridad y gobernó 1117 de 1541 días de mandato.
En su gobierno se sucedieron cientos de protestas contra su gestión y en una de ellas suceden los
asesinatos de Susana Pintos y Liber Arce donde se inaugura una escalada represiva que da como saldo
negativo los primeros mártires estudiantiles.

Sistema-muerte.
"El capitalismo ha muerto, y nosotros vivimos dentro de su cadáver, buscando a tientas una salida de su
putrefacción, en vano”, escribe el filósofo y activista Franco “Bifo” Berardi. Las alternativas al sistema
adquirieron la peor cara posible: pastores evangélicos conservadores, millonarios populistas,
negacionistas del cambio climático, terraplanistas, militares golpistas y más. Marginales políticos del
sistema hoy se amontonan en un frankenstein peligroso que solo nos conducirá al abismo.Los gobiernos
progresistas con avances importantes, pero que solo pudieron aminorar la marcha de la topadora
capitalista, se rindieron ante los mandatos del neoliberalismo financiero intentado limar los costados
grotescos del sistema, intentando colocar un rostro humano, en un oxímoron que da risa sino fuera que
en el medio se siguen postergando a los naides de este sistema.

¿Y entonces…?
Pandemia, una de las palabras estrella de este 2020 significa etimológicamente: “Reunión del pueblo”.
Contradictorio con lo que se ha traducido en nuestras vidas y nos ha aislado con otros. En el trabajo, en
el sindicato, en el centro de estudio, en los vínculos humanos elementales. La reunión del pueblo se
viene gestando, desde abajo y a fuego lento. Los movimientos sociales son los que están poniendo el
cuerpo y el rostro ante el ajuste de la oligarquía local y el lomo ante la represión estatal. La dirigencia
y toda la estructura del centroizquierdista Frente Amplio debe de ponerse a la altura de las
circunstancias ya que una nueva crisis se aproxima en el horizonte y recién se le está corriendo el velo
a las consecuencias de la pandemia. La crítica y la denunciología se vuelven estériles si no se
acompañan con propuestas. 

El tiempo dirá...

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