Uruguay: La saga de la derecha. Nuevos capítulos, viejas tramas.

 

El 1ro de marzo se presentó un nuevo capítulo de la saga de la derecha en el poder con la asunción del nuevo gobierno liderado por Lacalle Pou. La visita de mandatarios de la derecha regional, uruguayos vitoreando a Bolsonaro y el presidente no invitando a la “troika de la tiranía” según la Casa Blanca: Cuba, Venezuela y Nicaragua. Así las relaciones internacionales se alineaban con un claro mensaje hacia Trump evocando a la Doctrina Monroe de “América para los americanos del norte.” (Cursivas nuestras).    


La Coalición Multicolor se compone de cinco partidos. Los dos tradicionales, el Partido Colorado y Partido Nacional; los otros tres son formaciones surgidas en el siglo XXI como son Partido Independiente (2002), Partido de la Gente (2016) y Cabildo Abierto (2019). 


De estos cinco partidos unidos por un documento llamado “Compromiso por el país”, dos líderes se han bajado de la coalición. El primero es Edgardo Novick, empresario y líder del Partido de la Gente. Novick ha desaparecido de la escena política, incluso uno de sus diputados declaró no saber nada de él en los últimos tiempos.





El segundo y más sorpresivo es Ernesto Talvi. Ex candidato a la presidencia por el Partido Colorado que obtuvo el 12.3% de votos en las últimas elecciones. Es economista graduado en la Universidad de Chicago. Un Chicago Boy a la uruguaya y ex director académico del Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (CERES) uno de los think tanks que forma parte de la Red Atlas.


Talvi fue nombrado por el presidente electo como Canciller de la República y su vínculo duró menos de 5 meses. Renunció a la cartera ministerial de relaciones exteriores por diferendos con el presidente Lacalle Pou, donde el punto álgido de la fricción se dio cuando el primer mandatario le exigió al ex ministro que declare que Venezuela es una dictadura y este se negó. 


“Después de tomarme algunos días para reflexionar con serenidad con el apoyo de mi familia, he decidido dejar definitivamente la política activa, renunciar al Senado, no ocupar ningún cargo público y no presentarme en el futuro para ningún cargo electivo”. Así lo expresó en una carta Ernesto Talvi, que se viralizó el domingo 26 de julio a la noche.


En la carta confiesa que “sobreestimó” su capacidad para adaptarse al “quehacer político.” Para haber dejado como Secretario General del Partido Colorado al dos veces presidente de la República Julio María Sanguinetti, se precisa más que adaptación y formación profesional. Estamos hablando de un animal político que electo tres veces diputado, senador, dos veces ministro y considerado uno de los grandes “rosqueros” de la historia política uruguaya. 


El sector de Talvi dentro del Partido Colorado y el propio Talvi dentro de la Coalición Multicolor eran las partes más dialoguistas con la oposición y con planteos que amortiguaban el avance del herrerismo neoliberal y el militarismo conservador del Partido Nacional y Cabildo Abierto, respectivamente.


Ante esta baja más que sensible dentro de la coalición y sorpresiva para el sistema político local, quizá inédita, la oposición presenta a la coalición como sostenida por alfileres y cada vez más friccionada, desde el oficialismo que no está en peligro y que siguen trabajando día a día al firme. El paso del tiempo dirá si esta unión de partidos fue solo electoral, mientras tanto el proyecto neoliberal, aperturista, concentrador y excluyente de la oligarquía uruguaya sigue más firme que nunca. 


La santa trinidad neoliberal.


La tríada mediática-judicial-económica que sostiene a este proyecto oligárquico, tiene a un gobierno que utilizará otra tríada pero de herramientas para concretar sus objetivos: la Ley de Urgente Consideración (LUC) , la ley presupuestal y los Consejos de Salarios para el 2020.


Trabajo. Justamente, sobre este último punto, el Ministro de Trabajo, Pablo Mieres, afirmó que los trabajadores perderán salario real este año y que está preparando un protocolo para los “descuelgues salariales.” Un eufemismo, un neologismo más del diccionario neoliberal. 


Salud. La salud pública recibió alrededor de 50 mil usuarios que ya no forman parte del Fondo Nacional de Salud desde el mes de febrero. Fondo que permite con los aportes patronales asistir a una mutualista de la salud. Por su parte ASSE, encargada de la salud estatal sufrirá un recorte presupuestal de al menos 15 por ciento en sus gastos de funcionamiento.


Vivienda. Este tema es un escollo para las familias uruguayas, sobre todo para los más jóvenes. Donde el acceso a la vivienda propia es casi una quimera y conseguir una garantía de alquiler, una epopeya. La solución que ofrece la LUC no es proporcionar ni facilitar esa garantía, sino directamente suprimirla, lo que a primera instancia parece muy favorable para los inquilinos, sino fuera porque si estos se atrasan tres días en el pago de la renta, se transforman en morosos y en menos de 15 días pueden quedar en la calle.


Empresas públicas. En dicho rubro se estableció que cada tres vacantes haya un solo ingreso. Además que las empresas competidoras podrán arrendar y usufructuar los servicios de fibra óptica que están en manos del Estado. Claramente invirtiendo cero peso en gastos fijos y costos de inversión. Con respecto a los combustibles, la intención vuelve con la arremetida para desmonopolizar el mercado de hidrocarburos. La argumentación del oficialismo es que esta medida es para reducir el precio final de los combustibles y dar más competencia al mercado.


Educación. Se elimina en la LUC la restricción en los convenios internacionales que impide que estos puedan tener carácter mercantilizador. Antesala a la privatización. Además se suma la eliminación de los consejos desconcentrados y con ello la participación docente en ámbitos de decisión. 


Seguridad. En la LUC se comprende aumento de penas para adolescentes. En el 2019 se redujeron a la mitad los juzgados de menores, debido a la baja de los delitos cometidos por esta franja etárea. La Asociación de Fiscales sentenció que lo que propone la LUC en seguridad “son reformas proyectadas que aparentan responder a una serie de verdades establecidas o mitos que existen en la opinión pública”. La seguridad ya no es el tema que preocupa más a los uruguayos, ahora es la economía en primer lugar y dentro de ese punto la desocupación; le sigue en segundo lugar la salud. Pero la LUC fue redactada antes de la pandemia y en sus posteriores modificaciones no la contempló. 


Presupuesto. El gobierno apenas asumió, emitió un decreto que recorta un 15% del presupuesto con respecto a 2019. En campaña, uno de los caballitos de batalla fue la reducción del déficit fiscal con la promesa de ahorrar 900 millones de dólares sin tocar el gasto social, pero tampoco sin gravar al gran capital. 


La derecha sea unida, esa es la ley primera…


La derecha regional sigue en búsqueda de un referente y modelo de país para utilizar como ejemplo de horizonte a seguir. Al agotarse el modelo chileno que quedó al desnudo por las manifestaciones del año pasado enfrentada con una dura represión estatal, al no poder pegarse a Bolsonaro por su forma grotesca de hacer política y su genocidio por omisión. La derecha en Argentina perdió las elecciones tampoco pueden poner de referente a un gobierno de facto como el de Jeanine Añez en Bolivia.


En Lacalle Pou la derecha regional encontró el modelo y el líder a seguir como referencia, hasta el momento. Así fue bendecido por los medios argentinos pertenecientes a Clarín. ¿Pero a quién mira la derecha uruguaya? ¿a sí misma? Cuidado con el mito de la serpiente que se come la cola a sí misma. 


Estas son apenas algunas de las aristas de este proyecto punitivo, privatizador y acaparador de riqueza de los poderes concentrados del Uruguay, con apellidos que se repiten una y otra vez a lo largo de la historia, nuevos protagonistas y actores de reparto, pero con el mismo guión, el saqueo de la oligarquía hacia la clase trabajadora. ¿Será distinto el desenlace de esta trama de hace más de cinco siglos en América Latina?


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